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El peso de Ganancias en la estructura impositiva argentina es inferior al que tiene en Europa y América Latina

La pobreza infantil creció 38% entre el primer trimestre de 2019 y similar período de 2020, a causa da la recesión y la pandemia, según Unicef

Sebastián Lacunza

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Desde una perspectiva comparada, la incidencia del impuesto a la renta en la recaudación global de Argentina es marcadamente inferior a la de los países desarrollados y también a la del promedio de América Latina, donde hay países con mayor informalidad y peor poder adquisitivo de los salarios, de acuerdo al análisis de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con base en 2018. Tras la modificación del gravamen impulsada por el Poder Ejecutivo, que sube a $150.000 brutos el mínimo no imponible (unos $124.000 netos), un impuesto considerado progresivo tendrá un peso relativo todavía menor.

El cobro de Ganancias (como se denomina el impuesto a la renta en la Argentina) a los individuos representaba 7% de la recaudación en 2018, contra 10% del promedio de América Latina y 24% de los países que integran la OCDE, una entidad que agrupa a una mayoría de economías ricas (Europa, Australia, Japón, Corea del Sur, Canadá, Estados Unidos) y unas pocas emergentes (México, Colombia, Chile, Turquía) y promueve estándares de calidad administrativa y reformas de mercado. En cuanto al gravamen a la renta de empresas, el ratio es similar entre Argentina y la OCDE (10% y 9%, respectivamente), y muy inferior al promedio de América Latina (16%). El Gobierno de Macri se proponía reducir la tasa sobre ganancias empresariales, pero Alberto Fernández frenó la medida.

En contraste, en la región, incluida Argentina, inciden mucho más los impuestos al consumo masivo (IVA e Ingresos Brutos), considerados por economistas y políticos de todas las tendencias como más inequitativos porque afectan en mucho mayor grado a las familias que dedican gran parte de su ingreso a cubrir la canasta básica que a los pudientes, que tienen capacidad de ahorro, contadores que los ayudan a pagar menos, y alternativas de inversión. La contracara de la desventaja argentina en la materia es que el ratio del cobro del impuesto a la propiedad (Bienes Personales), considerado incluso más progresivo y efectivo que el de Rentas, más que duplica al del promedio de América Latina (9% del total de los impuestos recaudados contra 4%) y supera a Europa (6%), de acuerdo al mismo análisis de OCDE de 2018, tendencia que incluso mejoró luego de que se subieran sustancialmente las tasas de Bienes Personales no bien asumieron los Fernández, mediante la ley de Solidaridad Social.

Una fuente con conocimiento cabal de la política tributaria de Alberto Fernández remarcó ante elDiarioAR que la comparación con Chile y Uruguay —países con similares poder adquisitivo de los salarios e indicadores sociales en términos reales, más allá de las fluctuaciones cambiarias— arroja que, en ambos casos, se registra menor evasión general y la base imponible del impuesto a la Renta es más alta.

Así las cosas, con la rebaja que prevé el Gobierno, que empeorará la regresividad al reducir a menos de la mitad la cantidad de contribuyentes del gravamen a las rentas (de cerca de 2.200.000 a un millón), lo que deje de ingresar por Ganancias deberá ser compensado por otra vía, probablemente, a cargo de la población en general. Una expectativa oficial es que las sumas no deducidas de Ganancias se volcarán al consumo, y ello ayudará a reactivar la economía, aunque sería difícil, en el contexto argentino, asegurar que el excedente no se volcará a la compra de dólares.

La elevación del piso de Ganancias a $150.000 brutos impulsada por Sergio Massa en consonancia con Alberto Fernández y Martín Guzmán no distingue entre casados con hijos y solteros, como sí ocurre con el régimen vigente. El proyecto implica casi duplicar el piso para los solteros sin hijos, elevado desde 2021 por la actualización anual automática a $74.800 de ingresos netos, y subir 25% el umbral para los casados con dos hijos, hoy en $98.500 netos. El resultado de la reforma, que será aprobada por la inmensa mayoría de los votos del Diputados, redundará en que sólo cerca de 5% de los trabajadores y jubilados (tomado todo el mercado laboral, en blanco y en negro) paguen el impuesto a las Ganancias, un porcentaje bajo en términos internacionales. En general, los regímenes imposistivos sobre la renta de los países desarrollados establecen escalas progresivas que pagan todos los que tienen ingresos (incluidos los salarios) y no son considerados pobres.

“Tipos más progresivos”

En esa línea, la directora de gabinete de la OCDE, Gabriela Ramos, consideró en julio de 2017, en el marco de un informe laudatorio para la gestión del entonces ministro Nicolás Dujovne, que “la política macroeconómica (argentina) debería seguir dirigiéndose a garantizar la sostenibilidad (...). La adopción de reformas tributarias que no impliquen pérdidas de ingresos podría incluir la reducción de los umbrales mínimos para el pago del impuesto a las Ganancias personales y la aplicación de un sistema de tipos más progresivo”.

La voz del Gobierno consultada argumentó que desde que asumieron los Fernández se implementaron varias reformas impositivas tendientes a mejorar la progresividad, como el aumento de alícuotas en Bienes Personales, el aporte extraordinario de los ricos y la reversión de exenciones dispuestas por el Ejecutivo a cargo de Macri (ver aparte).

SL

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