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El tope legal de 40 pacientes al día impide a Andalucía formar a médicos residentes en sus centros sanitarios más saturados

Álvaro López

Granada —

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Con las listas de espera y la demora asistencial en ascenso, Andalucía trata de buscar soluciones. La Consejería de Salud reclama insistentemente al Ministerio de Sanidad más plazas de médicos internos residentes (MIR) y más unidades docentes donde formarlos. Su titular, Catalina García, insiste en ambas propuestas como parte de la solución al colapso que sufre la sanidad pública andaluza, sobre todo en cuanto a la atención primaria, en gran medida acusado por la falta de profesionales y el envejecimiento de la población.

García argumenta que el Gobierno central tiene “topadas” las unidades docentes –en la actualidad hay 1.861 en Andalucía, aunque la Consejería no aclara cuántas quiere ampliar–, que son las que permiten formar a los MIR, y por eso, junto con otras comunidades autónomas, pide a Sanidad que se flexibilicen los requisitos para poder aumentarlas con propuestas que pasan por disminuir las camas, las cirugías y las consultas que debe tener una unidad docente para que puedan formarse. “Sería factible una mayor flexibilidad en la actividad asistencial, eliminando los porcentajes de atención en cada tipo de consulta y los mínimos numéricos exigibles en cada ítem, siendo muchos orientativos o recomendables”, reza la propuesta escrita que Andalucía ha remitido al Ministerio, a la que ha tenido acceso este periódico.

La ministra de Sanidad, Mónica García, dice estar abierta a la negociación, pero apunta que es “conveniente” que antes de incrementar las plazas MIR no queden vacantes, como ha ocurrido en la última convocatoria en Andalucía, con 39 puestos sin cubrir (31 de ellos en Jaén).

Los requisitos que deben cumplir para acreditarse son generales y comunes entre todas las autonomías. Según la orden ministerial que fija esos criterios, deben cumplirse mínimos como el promedio de consultas que ha de atender un médico de familia, que debe estar entre 20 y 40 al día (entre 10 y 20 en el caso de las enfermeras). Los centros de la Axarquía y en la Sierra de Cádiz, según los sindicatos sanitarios, superan ese cupo de pacientes por día, que están muy por encima de las 40 consultas por facultativo y en líneas generales ocurre lo mismo en el resto de la comunidad, añade Marea Blanca.

No obstante, Salud señala que la media en Andalucía está en 34 y que la propuesta busca flexibilizar tanto por debajo de 20 como por encima de 40 consultas diarias: “Nos referimos a que sea posible flexibilizar los números mínimos, o hacer medias en cómputos semestrales por ejemplo, incluyendo todos los dispositivos. Como una unidad docente dispone de varios dispositivos, es posible que algunos tengan una media de menos de 20 consultas por médico y otras más de 40. Pedimos que se valore el conjunto de la unidad”.

El asunto es complejo sobre el papel, pero relativamente sencillo de dibujar. Una unidad docente es el centro de formación, hospital o centro de salud, al que acuden los sanitarios –en este caso los MIR– para completar su formación en el Sistema Nacional de Salud (SNS). Las unidades docentes las solicitan las comunidades y las aprueba el Ministerio de Sanidad si cumplen con una serie de requisitos, que varían en función de si se trata de medicina de familia o medicina hospitalaria. Requisitos que comunidades como Andalucía insisten en rebajar para contar con más centros donde formar a su personal sanitario.

El problema es que hay hospitales y ambulatorios más pequeños que no pueden hacer toda la formación por no tener todas las especialidades, lo que obliga al residente a desplazarse a un otro centro externo y a tener cierta movilidad geográfica en plena etapa formativa.

Estas unidades docentes están formadas por los tutores –que son los propios médicos que se acreditan, aunque no perciben ningún complemento salarial por esta labor–, y los residentes que van rotando entre tutores para completar su aprendizaje. Cada tutor tiene a una media de tres residentes a su cargo y cinco como máximo. Los grandes hospitales cuentan con sus propias unidades docentes y los centros de salud para la atención primaria se organizan en otras unidades formativas que se clasifican por distritos sanitarios.

Requisitos comunes en todo el país

Los requisitos para acreditar a un hospital como unidad de formación para los MIR también establecen, como mínimo, que haya cuatro médicos de familia y cinco enfermeras (una de ellas especialista) para que el centro de salud pueda ser unidad docente. Además, el ambulatorio debe llevar dos años abierto como poco.

Por otra parte, cada unidad docente debe tener una cartera de servicios mínima que incluya la vacunación y el control de la salud tanto de los menores de 14 años, como de adolescentes, adultos y ancianos. Y no sólo eso, sino que cada ambulatorio deberá acreditar que resuelve al menos el 70% de las consultas sin derivarlas. Si la unidad docente que se acredita es un hospital, debe tener como mínimo 90 camas, atender 500 partos al año, 70 casos de urgencias al día y 10 ingresos diarios. Precisamente Andalucía pide que no haga falta establecer un mínimo de camas por centro ni un mínimo de consultas resueltas para poder acreditar más unidades, pero los sindicatos consideran que rebajar esos criterios empeora la calidad de la formación de los médicos porque pueden estar trabajando en zonas “donde no hay actividad suficiente”.

En todo caso, si se cumple con los mínimos que establece la norma, cada ambulatorio tendrá dos residentes formándose anualmente y cada hospital entre cuatro y ocho. Todo para asegurar que la formación del MIR es lo más completa posible. Además, Sanidad realiza informes y auditorías para evaluar estas unidades a lo largo del tiempo, que tienen en cuenta cuestiones más cualitativas como la dispersión geográfica entre los distintos centros que las componen.

Como los requisitos son comunes para todo el SNS, dependiendo de la comunidad que pretenda acreditar una unidad docente, lo tendrá más fácil para cumplir que otras por sus propias condiciones. Por ejemplo, una unidad docente de primaria en Asturias o en Cantabria tendrá menos dispersión geográfica entre sus centros de salud que una andaluza por la diferencia de tamaño entre estas comunidades autónomas, por lo que el profesional en formación no tendrá que hacer tantos kilómetros si ha de formarse entre varios ambulatorios u hospitales en el caso de las unidades hospitalarias.

Provincias envejecidas, como León y Zamora, tendrán menos facilidad de acreditar estas unidades para formar MIR de primaria que otras más jóvenes porque los criterios también tienen en cuenta que el profesional pueda formarse atendiendo a todos los rangos de edad de población posibles. Por eso, el Ministerio de Sanidad tiene el reto de flexibilizar los requisitos generales teniendo en cuenta la multitud de realidades que hay en el SNS.

Para lograr esa “flexibilización”, Andalucía propone que se puedan acreditar más unidades docentes en la atención primaria de los centros de salud rebajando algunos requisitos: Salud apuesta porque la acreditación de unidades se pueda hacer de forma permanente y no en periodos concretos, que las unidades docentes no dependan de los tutores por si estos se trasladan a otros centros y eso haga que se elimine la unidad docente, que no haya que exigir un número concreto de camas o quirófanos mínimos por cada hospital, sino hacer un cómputo general de todos los que forman parte de dicha unidad o que se eliminen los porcentajes mínimos de consultas que debe hacer cada ambulatorio para que se le acredite como unidad docente.

“No es igual la formación que pueda ofrecer un hospital grande como el Virgen del Rocío de Sevilla, que tiene muchas especialidades, que otro como el de Mérida, que seguramente necesite de otros centros para completar la cartera de servicios”, apunta Joaquín Navarro, representante de Médicos de Postgrado del Colegio de Médicos de Sevilla. “No entro en las discusiones políticas, pero estamos viviendo, desde hace años en España, un problema asistencial por déficit de profesionales que se está intentando compensar ahora, pero no se verá hasta dentro de 12 años”. Es decir, el tiempo medio de formación de los estudiantes de Medicina. “Ampliar las unidades simplemente va a hacer que haya un excedente de especialistas. Esto son parches que no resuelven el problema inmediatamente”.

El caso andaluz

En este contexto, Andalucía no huye de la realidad nacional y también sufre un colapso asistencial que queda reflejado en la ampliación de las listas de espera o la demora asistencial para ir a un médico de familia y que se explica porqué faltan profesionales y porqué la población –que es muy elevada con casi 8,5 millones de personas– está envejeciendo paulatinamente. Por eso, la Consejería de Salud pide más unidades docentes para formar a más MIR y más plazas MIR para que haya más médicos en el futuro.

El problema es que en esta última convocatoria no se han cubierto todas las disponibles en atención primaria, quedando 39 vacantes de las 434 totales, por lo que resulta paradójico, según sindicatos y Ministerio de Sanidad, que la Junta pida más puestos si no es capaz de cubrir los que tiene en la especialidad que más efectivos necesita. De acuerdo con los datos que maneja el sector, en las próxima década se jubilarán la mitad de los médicos de cabecera, pero Andalucía no consigue atraer talento que los releve.

Como el problema está en los centros de salud, casi todas las propuestas van en esa línea. Los sindicatos apuntan que Andalucía “tiene suficientes unidades de formación” y que, aunque no está de más que se amplíen, el foco debería estar en “mejorar la retribución de los médicos residentes para que sean puestos de trabajo y formación atractivos”. Creen que lo que pide Catalina García es una “huida hacia adelante” para no afrontar las posibilidades que tiene el Gobierno andaluz para mejorar la situación laboral de los MIR. Cuando empiezan su formación cobran un sueldo base de unos 1.100 euros netos mensuales que puede llegar hasta los 2.000 si hacen guardias y que va aumentando con los años.

Comparativamente, según un informe del Sindicato Médico de Granada, un MIR en Andalucía cobra 1.000 euros menos al año que uno de Canarias, Baleares o Madrid. Una diferencia que va aumentando paulatinamente año a año. Así, los datos ponen de manifiesto que Madrid y Canarias han cubierto todas sus plazas MIR, incluyendo las de primaria, aunque Baleares se ha quedado con 19 vacantes precisamente en esa especialidad. Por ello, porque las comunidades autónomas no siempre consiguen cubrir todos los puestos, el Ministerio de Sanidad recomienda que mejoren los salarios y las condiciones que ofertan antes de pedir más plazas.

Una negociación abierta

“El Ministerio no se opone a que haya más unidades docentes y más MIR en las comunidades autónomas, pero no parece muy razonable pedirlo si no consiguen que los puestos que hay se cubran”, apuntan desde Sanidad. Si bien dicen estar negociando con todas las comunidades autónomas para flexibilizar los requisitos que permiten acreditar una unidad docente, también recuerdan que “no es posible acreditar cualquier unidad si no se dan las condiciones para que los MIR se puedan formar bien ella”. Esto puede ocurrir si “no hay docentes suficientes, la presión asistencial que sufren es muy alta o se trata de zonas en las que no van a recibir una formación integral por las características de la misma”.

Lo que piden las comunidades autónomas a Sanidad son cuestiones muy específicas que buscan rebajar los requisitos para acreditar más unidades docentes y que eso abra la puerta a que también haya más plazas MIR. No obstante, estas plazas de médicos residentes han deben cumplir una serie ítems que, como recuerda el Ministerio de Sanidad, deben ser siempre en favor de la “formación del profesional”. “No tiene sentido acreditar por acreditar si el médico que se forme no se va a formar igual en un puesto que en otro simplemente por el hecho de tener más médicos en el sistema sanitario”, recuerdan desde el Ministerio.

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