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CRÓNICA

El bucle catalán: del 'pasar página' de Illa a la 'restitución' de Puigdemont

Tanto Illa como Aragonès y Puigdemont confían en tener opciones de alcanzar la presidencia de la Generalitat tras el 12M.

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¿Gestión o restitución? Parece una disyuntiva simplista, pero en la política catalana, donde llegó a triunfar el propósito de alcanzar la independencia en 18 meses, la reaparición por tercera vez de Carles Puigdemont como candidato de Junts prometiendo, de nuevo, que si tiene opciones de ser investido regresará a Catalunya, sitúa la próxima campaña en la emotividad de la que los socialistas y en parte también ERC quieren huir, y que beneficia no solo a los posconvergentes sino también al PP.

Las encuestas arrojan pistas pero nada parecido a una certeza. La primera que se publicó tras el anuncio del adelanto electoral fue la de GESOP para ‘El Periódico’ y constataba la desmovilización por unos comicios que no se esperaban ahora, con el PSC en primera posición con un leve ascenso y una disputa enconada entre ERC y Junts por la segunda posición. Vamos, un escenario muy parecido al del 2021 y con la mayoría independentista en riesgo real. 

El fantasma del bucle del que tanto le cuesta salir a la política catalana acecha de nuevo. En ese barómetro llamaba la atención que el 21% de los encuestados preferían a Puigdemont mientras que los que optaban por Salvador Illa eran un 18,1%. El 16,3% señalaba a Pere Aragonès. 

Que el procés se ha acabado lo han reconocido incluso en público algunos dirigentes independentistas. Cosa distinta es el procesismo, la retórica basada en promesas como la de otro referéndum (sin explicar cómo se conseguirá) y las apelaciones al 2017, siete años después. Se trata de acabar el trabajo, resumen en Junts. Como si fuese un viaje al pasado aunque solo sea en el espíritu (y la papeleta) de muchos votantes independentistas que aún se preguntan qué falló. 

“Es tan posible la ley de amnistía como lo es el referéndum de autodeterminación”, proclamó Puigdemont al confirmar que volverá a ser candidato porque aspira a ser restituido en un cargo que considera que le fue arrebatado de manera injusta en aplicación del artículo 155. Aunque los socialistas niegan con rotundidad que estén dispuestos a negociar una consulta de este tipo, la estrategia del líder de Junts es munición para los que piensan que Pedro Sánchez ha ido demasiado lejos en sus concesiones al independentismo y especulan con que si les ha dado la amnistía puede acabar cediendo con un referéndum para retener sus apoyos. 

“Es normal que estés eufórico, no es para menos. Tienes sometido, humillado y chantajeado a todo un presidente del Gobierno”, le espetó simultáneamente por redes el aspirante a repetir como candidato del PP, Alejandro Fernández, a quien la dirección de Génova se resiste a confirmar. Las expectativas de los populares, que parten de solo tres escaños, son más que buenas porque ninguna encuesta ya antes del adelanto electoral les daba menos de 10 diputados. Sus detractores, que dentro del PP catalán no son pocos, elogian la oratoria de Fernández, pero le reprochan que tenga el partido hecho unos zorros. 

Puigdemont intentará monopolizar la campaña aunque la trastocará menos de lo que hubiese supuesto que se presentase en Catalunya antes del 12M. Además, y como recordaba Sánchez esta misma semana para retirarle el foco al líder de Junts, no es la primera vez que el expresident encabeza la lista en las autonómicas. En las dos anteriores no logró llegar primero puesto que en el 2017 le superó Inés Arrimadas y en el 2021 le aventajaron tanto el PSC como ERC.

Los socialistas intentarán combatir el discurso “victimista” de Junts sin darle más protagonismo del que ya tendrá por sí solo. ERC aspira a zafarse de las enésimas apelaciones a la unidad independentista que vuelve a lanzar el partido de Puigdemont, el mismo que le ha hecho la vida imposible a Aragonès en el Parlament y con el que han sido incapaces de gobernar juntos (todavía hoy se culpan mutuamente del fracaso de la coalición).

En el PSC insisten en que la reaparición de Puigdemont no hará variar su estrategia de campaña. Si la palabra ‘seny’ significa todavía algo en Catalunya, Illa aspira a quedarse con la patente. Aunque para lo que el candidato del PSC es poner en valor la gestión, para sus adversarios es anteponer los intereses de Sánchez a los de la Generalitat o flirtear con discursos poco de izquierdas, según le afean sobre todo los comuns.

Illa repite en cada intervención que su objetivo es “pasar página” del procés y es lo mismo que ha trasladado a sus interlocutores, sean empresarios, sindicatos o representantes del tercer sector. Esta semana envió una carta a más de 200 representantes de la sociedad civil para agradecerles sus aportaciones en las distintas reuniones que ha mantenido con ellos en esta legislatura. El primer secretario del PSC, a quien tanto la derecha como el independentismo intentan vincular con el ‘caso Koldo’, evita adelantar sus posibles aliados en caso de llegar primero y poder aspirar a la investidura. Si el independentismo no suma le será mucho más fácil escoger. ERC no responde ni sí ni no. Junts asegura que nunca harían president a Illa. Pero lo mismo decían sobre Sánchez en la campaña de las generales y si está en la Moncloa es gracias a ellos. 

Las prioridades

En el último sondeo del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), realizado antes del anuncio del adelanto electoral y publicado esta semana, el cambio climático y la sequía aparecen como el primer problema citado por los votantes del PSC, ERC, Junts, comuns y la CUP. Por contra, los del PP, Ciudadanos y Vox señalan como prioridad ‘las relaciones Catalunya-España’. Otro dato interesante es que, por ejemplo, entre los votantes de ERC, el conflicto político aparece en cuarta posición, por detrás del funcionamiento de la economía y la sanidad. Y la inseguridad ciudadana escala al tercer puesto entre los electores socialistas (algo que en el PSC hace tiempo que tienen detectado).

Así que hablar de gestión en Catalunya es debatir sobre la sequía, educación, sanidad, las finanzas de la Generalitat y migración. En este último ámbito será especialmente interesante ver cómo se posiciona Junts. En sus negociaciones con el PSOE en Suiza han debatido sobre esta competencia. Y hay otro factor a tener muy en cuenta y es que si Aliança Catalana, el partido xenófobo cuya principal baza es la alcaldesa de Ripoll, acaba concurriendo a las elecciones tiene opciones de lograr representación. Son votantes que proceden del independentismo duro y en las municipales ya se comprobó que son vasos comunicantes con Junts. “Cada vez que Junts habla de migración en los términos que lo ha hecho últimamente suben las opciones de Orriols en los sondeos” señala una fuente republicana que examina los sondeos que ha realizado su partido. Aliança Catalana, sin haber confirmado aún si se presentará, ya aparece en la mayoría de encuestas. 

En el caso del PSC argumentan que no hay que hablar de migración sino de derechos pero también de seguridad. “La seguridad es de izquierdas”, subrayan para evitar que el discurso de la extrema derecha cale. De momento sus alcaldes metropolitanos han conseguido frenar a Vox en los barrios de las principales ciudades y esa es, según la dirección del partido, la prueba de que su discurso es el correcto.  

Además del PSC, el otro partido más que interesado en hablar de lo que han bautizado como “el modelo de país” son los comuns. Su voto contrario a los presupuestos de la Generalitat, que acabó comportando que Sánchez no presente tampoco los suyos para este año, y su negativa también a apoyar las cuentas de Jaume Collboni les obligará a un esfuerzo suplementario de pedagogía entre aquellos votantes de izquierdas que no entienden su estrategia. “Tendremos que explicarnos”, reconocen.

En la candidatura de Jéssica Albiach creen que su apuesta por una economía y unas infraestructuras que prioricen la lucha contra el cambio climático acabará abriéndose camino a medida que se acerque el 12 de mayo. Según sus cálculos, disponen de margen para crecer en Girona (como ya pasó en las generales) y también en la provincia de Barcelona. Su problema, como el de ERC, es quedar desdibujados si la campaña se acaba convirtiendo en un enfrentamiento entre Illa y Puigdemont. Algo que no es seguro pero nada descartable.

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