Elegir una bicicleta eléctrica: consideraciones para no equivocarnos

Foto: Pixabay

Jordi Sabaté

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Una de las cosas que nos puede traer la “nueva normalidad” son aceras más anchas y más carriles de bicicleta en las grandes urbes de nuestro país. Las autoridades sanitarias recomiendan a partir de ahora descongestionar el transporte público por su potencial alto impacto en la contagiosidad de futuras pandemias, y sustituirlo por métodos de transporte más sostenibles que el coche o la motocicleta.

La alternativa de vehículos de desplazamiento eléctrico, como patinetes o bicicletas, es una tendencia que ya se da en ciudades como Barcelona, Madrid, Zaragoza, Sevilla o Valencia y que ahora se verá reforzada, posiblemente como sistema más popular, en especial la bicicleta. El hecho de que permita superar cuestas sin pedaleo o disminuir el esfuerzo en llano, la hace un vehículo muy adecuado para todas las edades.

En consecuencia, y unido a la llegada del buen tiempo, se espera que sea uno de los artículos más demandados en las tiendas de bicicletas y grandes superficies dedicadas al deporte. No en vano el término “bicicleta eléctrica” se ha disparado en Google Trends en las últimas semanas. A este respecto Alberto Rama, cofundador de BikeitBikeit, indica que “de todos modos esta es la temporada fuerte de ventas de cara al verano y el otoño”, pero sí ha notado un mayor interés durante el confinamiento.

Un artículo caro

Con él hemos charlado sobre cómo debemos plantearnos la elección de este tipo de bicicletas y nos ha dejado claro de partida que hay que pensar muy bien lo que escogemos porque se trata de un producto caro: “nosotros vendemos de 1.300 euros para arriba, y tenemos precios medios en torno a 2.000 euros, para llegar a modelos de más de 4.000 euros”.

Además, desaconseja las bicicletas de marcas poco conocidas procedentes de China, “porque no son nada fiables y terminan teniendo problemas que a nosotros nos resultan complicados de resolver; hay que pensar que no se trata de arreglar una cadena o un freno de cable; aquí todo pasa por circuitos eléctrónicos, como en un coche, de ahí que aconsejemos apostar por marcas europeas fiables, o al menos por marcas consolidadas”.

¿Para que queremos la bicicleta?

En primer lugar, Rama explica que debemos pensar qué vamos a hacer con ella: “las hay de montaña, que son como motocicletas de cros, y luego las de trazado urbano, y obviamente tanto las prestaciones como los precios son distintos”. Una de montaña se sitúa de salida en torno a los 3.000 euros, y Rama asegura que no tiene sentido para ir y volver del trabajo, o bien pasear por la ciudad los fines de semana.

Los complementos

El siguiente aspecto a considerar es el de los complementos: “debemos tener en cuenta que no es lo mismo un faro de una bicicleta a pedales que el de una eléctrica, donde las luces de posición se multiplican, tiene intermitentes, puede incorporar frenos ABS e incluso un navegador GPS, todo ello gracias a la batería”. Ahora bien, cada complemento que incorporamos hará subir el precio: “por ejemplo, un navegador son 400 euros más y los frenos ABS 700 euros más”.

La autonomía de la batería

“La velocidad permitida en este tipo de vehículo es de 25 km/h, y la gran mayoría están en este baremo; otra cosa es la autonomía de la batería”, explica este experto e ingeniero mecánico. “Normalmente se mide en Europa en vatios”, prosigue, “y dependerá lógicamente del tipo de recorrido que hagamos, pero digamos que en condiciones ideales de llano, sin viento, etc., puede llegar a 200 km, aunque lo normal es que se sitúe entre los 60 km (en cuestas) y los 120 km (en llano)”.

“Hay baterías que proporcionan mayor autonomía, pero a cambio de una subida sustancial de precio; están más pensadas para bicicletas deportivas, para las urbanas una media nos cubrirá nuestras expectativas diarias”, apostilla el propietario de Bikeit, que también incide en otro aspecto que muchas veces no se tiene en cuenta: el peso de este tipo de vehículos, que suele ser “de media más alto que el de una bicicleta normal, en ocasiones incluso el doble, situándose en torno a los 25 kilos”.

¿Dónde la guardaremos?

Para terminar, Rama explica que estas bicicletas “son las más robadas”, por lo que desaconseja totalmente dejarlas en la calle y pide pensar si tenemos espacio en casa para acomodarlas sin que terminen estorbándonos. “Tenemos que tener claro que allí donde vayamos deberemos guardarla a buen recaudo y no se trata de vehículos fáciles de colocar, como sucede con las bicicletas plegables, que las puedes meter en el cine”. Y desde luego, no se trata de un artículo barato como para dejar que nos lo roben. 

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