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ENTREVISTA Cantante

Rebeca Lane: “Si no decimos que sí con deseo, entonces es un no”

Rebeca Lane, en entrevista con elDiario.es

Mónica Zas Marcos

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La cuarta canción del nuevo álbum de Rebeca Lane se llama No es no. Un eslogan que desde hace unos años se corea en las manifestaciones feministas para hablar de consentimiento y de abuso sexual. “Dicen los varones que ahora están confundidos, que solo coquetean, que solo es seducción”, canta la rapera y socióloga guatemalteca.

Hay conceptos machistas sobre los que parece que se avanza pero que siguen arraigados, y este es uno de los principales. Lo demuestra la polémica con el streamer El Xokas y su chascarrillo sobre “llevarse a pibas que están colocadas” de la discoteca. Incluso Lane, que solo está de paso por España para presentar Florecer, su segundo disco, se ha enterado de las declaraciones.

“Lo ingenioso sería que lograras que una chica se interesara genuinamente por ti sin tener que tomar ningún tipo de droga”, responde. Rebeca llega con su hija Valentina en el regazo, a la que amamanta y cuida sin perder el hilo de la entrevista. “Por eso la cultura es importante. Porque si la gente no cambia su mentalidad ni respeta los deseos de la otra persona, la ley es letra muerta”, expresa. Muchas de sus letras tratan de la violencia machista, el acoso sexual y el empoderamiento precisamente por eso. “Es lo que nos permite a nivel social quitarle la normalización al abuso”.

No es no “es una canción para decirles a los hombres solo un sí es un sí, pero también para reafirmar a las chicas que se sientan inseguras. Muchas veces nosotras no decimos que no, porque la situación no nos lo permite, pero tampoco decimos que sí. Y si no decimos que sí con deseo y con placer, entonces es un no. El consentimiento es algo que pareciera que está muy hablado, pero luego tenemos casos como este”.

Florecer iba a ser un disco distinto, con parte de investigación sociológica y de experiencias compartidas con otras mujeres guatemaltecas. Pero llegó la pandemia, la distancia social, el embarazo y, hace seis meses, la pequeña Valentina. “Lo hice pensando en niñas y jóvenes que dentro de diez años lo escuchen y les transmita todos estos mensajes de forma amorosa. Pero sobre todo lo hice con ella en mente (su hija)”, desvela. Hay canciones dedicadas a la menstruación (Flores rojas), al autoplacer (Darme love), a los feminicidios (Nos queremos vivas) y a la maternidad elegida y consentida (Yo te elegí). Todas ellas sonarán el próximo 28 de abril en la sala Cadavra, en Madrid.

Cada 46 minutos se comete una violación en Guatemala y el país latinoamericano es uno de los que registran las peores cifras de feminicidios, por lo que este disco es allí un acto de valiente activismo. “Antes quería un futuro donde no huya violencia contra las mujeres con todas las niñas y mujeres en mente, pero ahora tengo a Valentina como protagonista principal. El futuro tiene un rostro específico y es el de ella”, explica la cantante.

Yo te elegí es un canto a la presión social sobre las mujeres. Ella ha sido madre con 36 años y por esta decisión fue señalada durante mucho tiempo. Al otro lado de la moneda, el caso contrario y aún más espeluznante: el de las niñas madres. “Las primeras semanas no duermes, el bebé es muy demandante, te duelen los pezones, a mí me dolía la cesárea, tienes las hormonas arriba y abajo todo el tiempo. Es un tiempo de mucha vulnerabilidad. Imaginar que una niña pase por esto tan duro me da escalofríos”, explica Lane. En otro de sus temas hace mención a una cría de nueve años a la que su hermano violó y obligaron a parir en Costa Rica. “Todos son casos reales, no exageraciones”, asegura.

“Mi deseo es que todas las maternidades sean elegidas. Que ninguna mujer se vea obligada a parir, que todas las mujeres tengan condiciones para hacerlo”, reclama. “En una foto no ves las horas de desvelo ni el dolor de cuerpo. Eso también lo quise reflejar en la canción. En internet se ve todo muy bonito, pero en la vida real es un trabajo extenuante”.

En defensa del goce

Rebeca Lane es una de las voces más activas y potentes de América por su defensa del feminismo, de la comunidad LGTBI o de la memoria histórica. Al principio lo hacía desde las organizaciones sociales y el activismo, pero después decidió practicarlo desde un lugar más “seguro”. “Secuestraban a compañeros, nos pinchaban los teléfonos y los militares nos decían en todas las manifestaciones que sabían quiénes éramos y nos iban a matar. Sentía en mi cuello las amenazas de muerte”, cuenta.

Decidió empezar con el rap, un género underground y con un ambiente muy machista. Pero luego llegaron himnos como Libre, atrevida y loca, o Ni una menos, con los que se convirtió en el referente del género guatemalteco. “Este tipo de escenarios a veces son muy duros y muy violentos”, reconoce. En Florecer, el rap y el hip hop no están tan presentes. Se ha permitido abrirse a otros géneros melódicos pero sin abandonar el reguetón, la cumbia y la fiesta ni los mensajes comprometidos. “Antes yo elegía la música de las manifestaciones y hay veces que ahora pinchan mis canciones y es un gran regalo”, agradece.

Asegura que despreciar el reguetón o reducirlo a etiquetas esconde una “visión racista”. “Son ritmos que nacen de la diáspora africana y que empiezan a generarse en grupos de personas que fueron despojados de su territorialidad y de su idioma. Es visto como algo de clase baja y con mucho racismo. En Guatemala pasa también con la cumbia”, asegura.

En cuanto a las críticas por los mensajes que denigran a la mujer, hay alternativas y Rebeca Lane es una de ellas. “Mi mamá nos ponía una emisora que era puro merengue, salsa y cumbia, y bailábamos toda la tarde. Yo reivindico muchísimo el derecho al goce porque crecí con una educación cristiana y me inculcaron que el cuerpo es fuente de pecado”, recuerda.

Sin embargo, aboga por “retomar estos ritmos con mucho respeto también, porque ciertamente ahora que ya es mucho más comercial, creo que hay muchos artistas que se están subiendo. Cuando se habla de apropiación cultural es el querer fingir ser algo que no son”, critica. “Hay que recordar las raíces y tener memoria histórica”, concluye.

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