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Análisis

El fútbol argentino pierde contra los clubes brasileños pero primero pierde contra sí mismo

River perdió con Atlético Mineiro en la Libertadores

Andrés Burgo

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Cada equipo podría elegir su propia desventura internacional. Así como el River con menos jerarquía desde 2016 fue arrasado 4-0 en 180 minutos por Atlético Mineiro, los clubes argentinos acumularon seis derrotas y ninguna victoria contra los brasileños en las series de octavos y cuartos de final de las Copas Libertadores y Sudamericana 2021 (antes Boca había perdido con Mineiro, Racing con San Pablo, Independiente con Santos, Central con Bragantino y Defensa y Justicia con Flamengo). La cantidad de semifinalistas en los dos torneos continentales sumaron, además, un 5-0 favor de los brasileños, una sequía nacional en esa instancia sin antecedentes desde 2006. Hablar de “una decadencia argentina” podría ser una lectura en caliente si no se contextualiza que la selección fue campeona de la Copa América el mes pasado, que Defensa y Justicia le ganó la Recopa al Palmeiras en abril y que hasta el verdugo de River y de Boca -perjudicado por el árbitro- es un buen equipo que lidera el torneo de su país. Pero también, o sobre todo, hay datos fríos que resultan mucho más alarmantes que un semestre de malos resultados. Mientras se pregunta por qué pierde contra los clubes brasileños, el fútbol argentino está perdiendo contra sí mismo.

Algunas diferencias con el gigante vecino son tan sorprendentes que hay que desglosarlas para creerlas. El premio económico que recibió el último campeón de la Copa Argentina, River, fue el 1,9% del que recibió el último ganador de la Copa Brasil, Palmeiras. No hay una coma entrometida ni un error de tipeo. Si se tratara de un partido entre tesorerías, el resultado habría sido 100 a 2 a favor de los brasileños (o, con más exactitud, 100 a 1,9). En marzo pasado, Palmeiras salió campeón de la Copa Brasil 2020 y recibió 67 millones de reales en premio, unos 12 millones de dólares. Pandemia mediante, el último campeón de la Copa Argentina fue River en noviembre de 2019, cuando recibió un cheque de $5,9 millones que, sumados a los $8,5 millones de las instancias anteriores, totalizaron $14,4 millones. Según la cotización de entonces, a $63 (con 10% de brecha cambiaria), fueron poco más de 228.000 dólares por ganar el torneo, el 1,9 % en relación a lo que recibió Palmeiras por un título similar, la segunda competencia nacional detrás de la liga.

La Copa Argentina pertenece a la AFA que, en medio de sus acuerdos comerciales con Torneos (selección, Eliminatorias, Ascenso, derechos internacionales de la Liga), le cede la organización de la competencia a la empresa productora. Además de televisar la Copa, Torneos define cuándo y dónde se juegan los partidos, paga los traslados y entrega el monto de los cheques. Con la inflación al 50% anual y la desvalorización del peso, la diferencia económica seguirá siendo abismal entre los próximos campeones: los premios de la actual Copa Argentina les reportan menos dólares a los clubes que en diciembre de 2019. El gran triunfo de Boca en 2021, contra River por los octavos de final del torneo, le reportó un cheque de $1.970.000, 20.247 dólares a la cotización oficial o 10.850 en el paralelo (los clubes argentinos sólo están autorizados a la compra de dólares para incorporar a un futbolista que juegue en el exterior, no para pagar sueldos o para atesorar).

Ese 1,9% no refleja la real proporción que separa a los dos países, pero es un ejemplo más del partido que el fútbol argentino juega en loop desde hace años: los dirigentes le reclaman más dinero a la televisión y la televisión -que a veces cumple ese pedido y muchas veces, no- le solicita mejor organización a los dirigentes, mientras la economía en rojo del país también agujerea la competitividad internacional de nuestros clubes. Que River haya perdido parte de su jerarquía y que Boca haya despedido esta semana a su director técnico con un plantel mucho más desvolarizado del que tenía a comienzos de año complementan otra estadística inquietante en el escenario continental de 2021. Los argentinos no solo perdieron contra los brasileños, sino que Vélez quedó eliminado contra Barcelona de Ecuador y Arsenal frente a Sporting Cristal de Perú. La única victoria argentina en las llaves, en medio de un global de ocho derrotas y un triunfo, fue la de Central ante Táchira de Venezuela.

“Un país es mucho más grande que el otro y, a partir de ahí, el ingreso de los clubes brasileños es tres veces mayor al argentino: si mirás la torta anual del negocio, son 1.300 millones de dólares de ‘allá’ contra 400 millones de dólares de ‘acá’”, dice Mariano Elizondo, el presidente de la Superliga entre 2017 y 2020. “El mercado interno de Brasil vende jugadores por más dinero que el argentino y tiene más ingresos por derechos audiovisuales que el nuestro, pero no nos confundamos que todos los clubes brasileños están mejor. Muchos sí, pero otros tienen serias dificultades”, contextualiza a elDiarioAR el ex encargado de la Primera División argentina.

La abultada derrota de River de este miércoles disparó las comparaciones de presupuesto entre los equipos argentinos con los brasileños -acaso porque ya no quedaban otros equipos de nuestro país en competencia o porque hacía años que el equipo de Marcelo Gallardo no se mostraba tan vulnerable-, el presidente de Argentinos Juniors, Cristian Malaspina, apuntó en Twitter a los derechos de televisión. “La TV es el principal ingreso de la mayoría de los clubes argentinos; en 2017 el contrato representaba 100 millones de dólares billete al año; en 2021 representa 43 millones de dólares billete al año. Sin plata no hay jerarquía, no busquen más: hay que actualizar”, escribió el dirigente, que además es vicepresidente de la Liga Profesional Fútbol (LPF). 

ESPN y Turner pagan 8.500.000.000 pesos al año por los derechos televisivos de la LPF. Cuando Malaspina dice “43 millones de dólares billete” se refiere, lógicamente, al paralelo (en el oficial equivaldría a 85 millones). Los 20 equipos del Brasileirao, la Primera División de Brasil, se dividen 326 millones de dólares, es decir 7,5 veces más que los participantes de la LPF (siempre en relación al blue). Aunque en privado algunos dirigentes hablan de la “miserabilidad” de los tenedores de los derechos audiovisuales, el presidente de Argentinos pareció quedarse solo en su pedido público a ESPN y Turner: el resto de los dirigentes no salió a escudarlo y el propio Malaspina desistió de explicar su postura en los medios (tampoco quiso hacerlo ante elDiarioAR).

La devaluación del peso golpea a los clubes argentinos porque deben competir contra un mercado laboral en el exterior con plazas económicas más fuertes para los futbolistas (ni hablar en Brasil o México, pero incluso Chile). En cambio, el canon de la TV está sujeto a la inflación, no a la cotización del dólar. “Ganamos en pesos y gastamos en dólares”, dicen algunos dirigentes. El descargo de los dueños de los derechos es que los dos millones de inscriptos al Pack Fútbol pagan su abono en la moneda argentina, no en la estadounidense, y que en abril se renegoció el contrato por última vez. Lo que no pueden reconocer públicamente ni los clubes ni la TV es que el producto que los une parece provocar cada más hastío en el público. Con 26 equipos en Primera (que serán 28 desde 2022), sin descensos, con planteles cada vez con menos figuras (el goleador es José Sand, con 41 años) y con tribunas vacías por la pandemia, muchos simpatizantes coinciden en que el único interés del torneo es mirar los partidos del equipo por el que hinchan.

Desde que Julio Grondona elevó por causas desconocidas en 2014, poco antes de morir, de 20 a 30 los equipos en Primera División, el fútbol argentino no pudo volver a su número histórico, el que suelen usar las grandes ligas del mundo, como Inglaterra, España, Italia, Francia y Brasil (Alemania tiene 18). Una entrada en Wikipedia que informa sobre la cantidad de clubes en los torneos de Primera División del mundo asegura que sólo Argentina y otras cinco ligas tienen más de 20 equipos: Venezuela (21), Kiribati (23), Guinea Ecuatorial (24), Libia (24) y la liga conjunta entre Estados Unidos-Canadá (27).

Cuando estuvo al frente de la Superliga, una de las funciones de Elizondo fue intentar recuperar el número de participantes anterior. No pudo. “Los clubes no quieren descender porque se privilegia el interés individual sobre el grupal, pero tener más equipos atenta contra la competencia. Un grupo pelea por las copas y el resto no pelea por nada. Incluso desde lo económico es perjudicial. Si tenés que repartir los derechos de televisión entre 28 equipos, en vez de entre 20, hay un 40% menos para cada club. Y eso implica menos plata para invertir en las inferiores, por ejemplo”, dice el ex presidente de la Superliga, ahora a cargo de una diplomatura en Gestión de Entidades de Fútbol en la Universidad Austral.

En el mundo de la televisión, también, hay voces que se quejan de los dirigentes porque atentan contra la previsibilidad: “En Brasil también cobran más porque juegan más. Y acá no quieren clásicos o quieren menos fechas. ¿Por qué no se puede dar un fixture a comienzos de año? Así los clubes terminan corriendo un fin de semana en karting por el torneo local a enfrentar a un Fórmula 1 los miércoles por la Copa”, dice una fuente, off the record, adhiriendo a una teoría incómoda para la industria: tal vez las derrotas argentinas en las copas internacionales comiencen en los torneos domésticos.

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