De Fuencarral a Hortaleza: calles, barrios y distritos de Madrid que repiten nombre (y los motivos de las coincidencias)

Guillermo Hormigo

Madrid —

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Una calle o un barrio son lugares claves a la hora de crear y confeccionar la identidad de sus habitantes. En esa identidad, el nombre juega un papel primordial. Pero a veces se producen coincidencias entre espacios muy dispares, especialmente en ciudades del tamaño de Madrid. La capital cuenta con calles, barrios (oficiosos) y distritos que comparten nomenclatura pese a una gran distancia física y hasta social.

De esta manera, dos céntricas calles como Fuencarral y Hortaleza coinciden con dos distritos homónimos al norte de la ciudad (aunque el primero de ellos añade “El Pardo” como apellido). A su vez La Latina, característica zona del distrito Centro integrada mayoritariamente en el barrio oficial de Palacio, tan solo debe perder el artículo para convertirse en distrito al suroeste de Madrid.

En los dos primeros casos, al preguntarnos si fue antes el huevo o la gallina, la respuesta es la misma: los distritos, cuando todavía eran municipios independientes de Madrid. En los terrenos que conformaron el antiguo pueblo de Fuencarral, anexionado a la ciudad en 1951 y hoy integrado en el barrio de Valverde, se hallaba una fuente donde paraban los carreteros para que abrevaran las reses. A esta zona donde paraban los carros se denominaba “carra”, de ahí el nombre de Fuencarral, originalmente Fuente carra. Una de las primeras referencias oficiales se encuentra ya en 1579, bajo el reinado de Felipe II, en el que se llevó a cabo una de las primeras exhaustivas relaciones topográficas de los pueblos de España.

El traslado del nombre a la céntrica vía tiene una explicación sencilla: en la época medieval era el camino que llevaba al pueblo de Fuencarral. Pedro Teixeira Albernaz, cartógrafo portugués al servicio de Felipe IV, menciona ya el “camino o calle de Fuencarral” en su plano urbano elaborado en 1656. Es el mismo caso de la calle Valverde, prácticamente paralela. La Virgen de Valverde era la patrona del pueblo de Fuencarral y, como mencionábamos, actualmente da nombre al barrio administrativo que acoge su casco antiguo.

La situación es muy similar con la calle de Hortaleza, uno de los centros neurálgicos de Chueca (otro barrio sin reconocimiento oficial como tal, incluido en la división administrativa de Justicia). Comparte con la cercana vía de Fuencarral incluso esa primera mención documentada en la cartografía de Teixeira. Repleta de edificios históricos como el Café Colón o la sede de Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, surge como un camino vecinal al pueblo de Hortaleza, que no pasó a formar parte de la capital hasta 1950.

Aunque de acuerdo a la extendida creencia popular el nombre de Hortaleza proviene de la abundante producción de hortalizas, que abastecían los mercados de toda la capital, el término es una derivación de la palabra “fortaleza”. Así figura en la relación de villas pertenecientes al alfoz (una especie de equivalente medieval al concepto de “concejo”) de Madrid.

No se tiene constancia de ninguna construcción defensiva, pero su ubicación en un altozano desde el que se podía divisar los casi cinco kilómetros que distanciaban el pueblo de la capital lleva a pensar en la existencia de algún tipo de atalaya dependiente de la muralla árabe en el Madrid musulmán.

El papel clave de las anexiones a Madrid

Como demuestra lo ocurrido con Fuencarral, Valverde u Hortaleza, los nombres con los que conocemos hoy los rincones de Madrid tienen mucho que ver con las diversas anexiones de pueblos y pequeñas villas que se integraron en la capital durante los siglos XIX y XX. Cuando este proceso se produjo, las autoridades municipales llevaron a cabo una estrategia para evitar precisamente este tipo de reiteraciones.

Entre 1848 y 1952, los diferentes Gobiernos de Madrid modificaron decenas de nombres de calles porque estaban repetidas en las localidades absorbidas, la mayoría en los propios municipios independientes recién incorporado. Es el caso de Vallecas (con los distritos de Puente y Villa), donde a partir de 1950 el callejero se llenó de referencias orográficas a montes, picos y sierras de la geografía española. Desde la vertebradadora avenida de la Albufera a la de Monte Igueldo o la calle Picos de Europa.

El curioso caso de (Las) Latinas

Mención aparte merece la doble referencia madrileña a la figura de Beatriz Galindo, apodada “la Latina”. Amiga íntima, dama de compañía y maestra de Isabel la Católica, su vínculo con el barrio oficioso del centro de Madrid al que presta su nombre tiene una sencilla explicación. El sobrenombre de Galindo acabó convirtiéndose en la denominación popular del Hospital de la Concepción, derribado casi en su totalidad a comienzos del siglo pasado (se salvó su puerta gótica) y fundado por esta pionera humanista en 1499, entre las actuales calle de Toledo y plaza de la Cebada.

Es decir, en el corazón de La Latina, aunque oficialmente haya que hablar del barrio de Palacio. Como curiosidad, la intelectual cuenta también con una calle en la zona, aunque en este caso lleva su propio nombre y apellido en lugar del apodo que la hizo inmortal.

El paso al distrito Latina carece, por contra, de una motivación documentada que dé cuenta de un vínculo concreto y parece más una decisión arbitraria en forma de homenaje. Beatriz Martins, licenciada en Historia del Arte y Antropología Social y Cultural, además de corresponsable del proyecto La Liminal (colectivo de mediación cultural que investiga sobre la ciudad y utiliza el recorrido urbano “como herramienta central para analizar el espacio público de forma comunitaria”), también se pregunta cómo pudo originarse esta denominación: “Es extraño, porque además el distrito se encuentra a bastantes kilómetros del corazón de La Latina. Aunque no hemos investigado específicamente sobre ello es algo que me he preguntado muchas veces y de momento no tengo una razón”.

Haya o no una conexión especial de origen con este área, la historia muchas veces se crea a base de costumbre. Una escultura de Beatriz Galindo, instalada durante los años noventa al principio del paseo de Extremadura en la confluencia con la plaza de la Puerta del Ángel, preside el vecindario que le rinde tributo. El único distrito de la capital dedicado a una mujer.

Latina recibió su nombre ya con su creación en la división administrativa de Madrid efectuada en 1845. En ella se establecieron diez distritos, por los 21 de la actualidad, entre los que ya se encontraba este. Sus territorios pertenecían hasta ese momento a los términos municipales de los Carabancheles (Norte y Bajo), que no se incorporaron a la capital (unificados) hasta 1948. El motivo por el que se decidió prescindir del “La” se perdió, como el propio artículo, en las arbitrarias profundidades de la historia.