BYD Dolphin: compra eléctrica con cabeza

Pedro Urteaga

En la compra de coches ha existido tradicionalmente una dicotomía entre aquellos que se adquieren con argumentos racionales en la mano y los que uno elige movido por factores que tienen que ver más con deseos, aspiraciones y otras sutilezas. La electrificación parece haber acortado la distancia entre unos y otros, pero en ese nuevo mundo siguen conviviendo las decisiones tomadas básicamente con la cabeza y las que se dejan contagiar por la pasión.

Cómo es lógico, las marcas de automóviles tienden a cubrir ambos espectros, y la china BYD, especializada en vehículos enchufables y especialmente 100% eléctricos, no es una excepción. De hecho, los dos últimos modelos que se ha decidido a traer a nuestro país, sin contar el Seal U que acaba de ponerse a la venta (puedes leer aquí el artículo), ilustran a la perfección lo que decimos: mientras el Seal es una berlina deportiva de altas prestaciones y claramente aspiracional, el Dolphin que acabamos de probar representa la sensatez y la discreción.

Con esta última nos referimos a que el Dolphin no es un coche de los que hacen volver la cabeza, salvo que sea por la novedad, aunque conviene recordar que un puñado de vehículos consigue hacer de la falta de vistosidad parte de su atractivo. Los 4,29 metros de longitud del modelo asiático lo sitúan en el corazón del segmento compacto; por mucho que triunfen los SUV, este sigue suponiendo alrededor del 18% de nuestro mercado, lo que le abre un amplio espacio para recorrer en términos comerciales.

La báscula nos ofrece otro buen argumento a favor del Dolphin: con poco más de 1.650 kilos, puede considerarse ligero para ser un coche eléctrico, y esto conlleva unas cuentas virtudes que luego desgranaremos. En cuanto a la distancia entre ejes, de 2,7 metros, se alía con un piso completamente plano para dar lugar a unas plazas traseras que sorprenden por su amplitud y comodidad.

El maletero, por el contrario, cumple simplemente con lo que se espera de un modelo de este tamaño, al disponer de 345 litros de capacidad con los cinco asientos en su posición normal y de 1.310 litros cuando se pliegan los traseros.

Bajo consumo, larga autonomía

De mover el Dolphin -y hacerlo son suficiencia- se encarga un motor eléctrico de 204 caballos al que alimenta una batería de 60,4 kWh que concede hasta 427 kilómetros de autonomía en ciclo combinado WLTP y alrededor de 565 en conducción solo urbana. El consumo homologado es de 15,9 kWh en uso mixto y de 12 kWh en ciudad, registros ambos que es fácil obtener e incluso rebajar en la utilización cotidiana. Como pasa en todos los modelos de BYD, es difícil saberlo con precisión porque el ordenador de viaje solo dispensa datos, como máximo, de los últimos 50 kilómetros recorridos. 

La ligereza que mencionábamos antes y la presencia de una bomba de calor en el equipamiento de serie del coche son dos de las razones que explican los buenos datos de consumo, y la primera en concreto nos ratifica en la creencia que los vehículos eléctricos resultan más interesantes cuanto más livianos y compactos sean.

Sobre la respuesta tanto en ciudad como en carretera, los más de 200 CV disponibles garantizan en todo momento unas reacciones vivas y ágiles, de las que son adecuada muestra los 7 segundos que tarda el Dolphin en alcanzar los 100 km/h desde parado. Hasta el modo de conducción más eficiente y pausado de los tres que se pueden seleccionar, Eco, extrae del motor la potencia necesaria para la mayoría de los desplazamientos.

La blade battery -integrada en la estructura mismo del coche- admite en este caso una potencia máxima de recarga de 11 kW en corriente alterna y de 88 kW en corriente continua. Haciendo uso de esta última, puede pasar del 30% al 80% de su capacidad en 29 minutos.

Un equipamiento generoso

A la espera de otras dos versiones previstas para más adelante, el modelo está a la venta en acabados Comfort y Design, ambos equipados con asientos deportivos tapizados en cuero de origen no animal y dotados de calefacción y ajustes eléctricos, llantas de 17 pulgadas, cámara de 360 grados y pantalla central de 12,8 pulgadas capaz de girar automáticamente para colocarse en posición horizontal o vertical, lo cual se ha convertido en un sello distintivo de BYD.

A ello se añaden elementos como el asistente de voz Hi BYD, Android Auto y Apple CarPlay -necesitados de cable-, radio digital y acceso y arranque sin llave. El nivel Design suma techo panorámico, cargador inalámbrico y carga bidireccional, además de carrocería bitono. 

Como ya escribimos tras una toma de contacto inicial, debajo de la pantalla giratoria del Dolphin encontramos un módulo de atractivo diseño que agrupa varios mandos destinados a manejar funciones clave del vehículo, entre ellos el selector del cambio automático y el que regula la intensidad de la frenada regenerativa (en dos niveles).

Aunque los mandos físicos siempre son bienvenidos, la batería aquí dispuesta acumula tal vez demasiados controles. En consecuencia, son algo estrechos y -dada su forma redondeada- carecen de un punto preciso desde el que accionarlos, si bien el del cambio es mayor y cuenta afortunadamente con un pico que facilita su uso.

De todos modos, estas son molestias mínimas si las comparamos con otras que hallamos al conducir el Dolphin y otros modelos de BYD. Cómo no, tienen que ver con el funcionamiento de las ayudas a la conducción, más específicamente con el tipo de avisos empleado y aún más en concreto de la alerta sonora constante por exceso de velocidad, interpretando como tal, por ejemplo, que circulemos en ciudad a 21 km/h en una vía limitada -nadie sabe muy bien por qué, pero este es otro asunto- a 20 km/h.

En el caso del Dolphin es todavía peor la calibración de los avisos que en teoría deberían ayudar al aparcamiento y que en realidad suponen un verdadero martirio para los oídos… y los nervios.

Volviendo a las cosas buenas y sensatas del modelo chino, es obligado terminar con el motivo racional de compra por excelencia, que es el precio. La versión Comfort está a la venta por 33.750 euros y la Design cuesta 35.820, cifras que los incentivos del Plan Moves III reducen a una magnitud de lo más asequible para lo que se estila en el mercado de vehículos eléctricos.