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ENTREVISTA

Zapatero: “Ni el terrorismo ni la independencia están ya en la conciencia de la sociedad vasca”

José Luis Rodríguez Zapatero, antes de la entrevista

José Enrique Monrosi

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José Luis Rodríguez Zapatero (Valladolid, 1960) bromea cuando se le pregunta si ahora se siente más querido dentro y fuera de su partido que cuando era presidente del Gobierno de España. “Así es la vida”, admite con una sonrisa el hombre que se ha convertido en uno de los mayores reclamos electorales para la militancia del PSOE y en un apoyo fundamental para el presidente del Gobierno. Acaba de presentar 'Crónica de la España que dialoga' (Navona), un libro de conversaciones con el exdirector de La Vanguardia, Màrius Carol, en el que repasa algunos de los hitos de su gestión durante los años en la Moncloa, como el final del terrorismo de ETA. El libro arranca con una cita de Juan Rodríguez Lozano, capitán del ejército republicano fusilado el 18 de julio de 1936. Ese capitán era su abuelo. Una figura que afirma haberle marcado toda su vida a pesar de no haberlo conocido.

¿Le ha dado muchas vueltas a la ausencia de su abuelo?

Siento que he tenido esa relación con él. La figura de mi abuelo, su legado y el de mi padre, son el capital político más importante de mi vida. La idea de “muero inocente y perdono”, que deja en su testamento, es una frase que ha marcado toda mi vida.

Con el poder que ha llegado a ostentar, ¿ha tenido que revisitar mucho esos principios para tener claro que no estaba traicionando esa biografía y su memoria?

Nunca tuve que decir “oye, acuérdate de tu abuelo”. Tenía la sensación de que estaba siempre ahí. Ese ideario de grandes valores es inmutable.

En esa reflexión que deja su abuelo hay una parte en la que dice: “Nunca he sido un traidor a la patria”. Es como si la izquierda siempre tuviera que justificar lo mismo. 

Era militar de vocación y, por ser leal al régimen y al gobierno que existía, que era el gobierno republicano emanado de las urnas, es procesado en un juicio fake por auxilio a la rebelión. O sea, los rebeldes eran los que habían dado el golpe y procesaban a los leales por auxilio a la rebelión. 

Se lo decía porque a usted también le dijeron que era un traidor a la patria. Y ahora a Pedro Sánchez. 

Es la constante de esos sectores reaccionarios en nuestro país que se consideran propietarios del pasado de la patria y por eso quieren tener también el futuro. 

¿Eso acaba por hacer mella en el espíritu de la gente de izquierdas? Le vimos reaccionar de manera vehemente cuando se volvió a intentar instaurar la idea de que su partido traicionaba a las víctimas del terrorismo y, en consecuencia, a España. Como ahora con la amnistía. 

En la campaña de mayo di un paso al frente; en la del 23 de julio, di dos. Me pareció imprescindible dar autoestima a los progresistas de izquierdas de este país y rebajar la soberbia de la derecha.

Ha sorprendido que después de campañas de la derecha como el ‘Que te vote Txapote’ sean los socialistas de Euskadi los que pusieran esta vez sobre la mesa el tema de ETA.

Hay que disociar lo que es el debate electoral de lo que es la valoración del final del terrorismo. Bildu está en una posición más competitiva y es lógico que sea objeto de controversia por el Partido Socialista. Dicho esto, lo que me parece más relevante es que se ha hecho una campaña electoral en el País Vasco una vez más en paz y en la que ni el terrorismo ni la independencia están ya, afortunadamente, en la conciencia de la sociedad vasca y el conjunto de España. Y eso es lo que queda. Eso es lo importante.

¿Le decepcionó la tibieza del candidato de Bildu en la condena al terrorismo?

Sí, me parece que fue muy desafortunado. Por supuesto que esperamos de aquellos que fueron comprensivos o apoyaron el horror de la violencia que den más pasos. En el décimo aniversario del fin de la violencia, Otegi hizo una declaración en nombre de Bildu en la que daba más pasos. No todos los que nos gustarían, pero daba más pasos. Y yo siempre prefiero tener esta visión. Debemos hacer que la paz sea lo más auténtica posible. Y eso exige tiempo y política. La parte política de ese mundo hizo un esfuerzo muy importante en el final de la violencia. Muy importante. Y yo se lo debo reconocer. 

Ha pasado poco tiempo y quedan reproches cruzados. Las víctimas lamentan que la normalidad política lleva aparejada en muchos casos el olvido de lo que pasó. Es decir, que ETA ya no opera en términos políticos pero tampoco el recuerdo de lo que hicieron ni de sus víctimas. 

El mejor homenaje a las víctimas, el mejor recuerdo, es que cada día de nuestro presente sea un día con plena libertad y con plena convivencia.

También reprochan en EH Bildu que los pasos dados en la izquierda abertzale no han ido acompañados de un reconocimiento por parte del estado respecto al terrorismo de los GAL. ¿Aquello también fue terrorismo, no?

Bueno, fue una acción completamente execrable más allá de que, en fin, el terrorismo como definición yo creo que se asemeja más a lo que hacía ETA. Pero el GAL fue execrable. Supuso la utilización de los instrumentos del Estado para la lucha contra el terrorismo tipo guerra. Y siempre se fracasa cuando se sobrepasan los límites de la legalidad. Ahora, lo que no puede la izquierda abertzale es argumentar los GAL para aminorar su responsabilidad. Mataron a cerca de 900 personas de una forma absolutamente vil, inútil e injusta. Eso está ahí. La reconciliación es no olvidar, pero sin que eso suponga ningún hándicap de odio.

¿Qué valoración hace del resultado de este domingo y del éxito de EH Bildu? El PP lo ve como una amenaza a la democracia. 

La democracia es respeto a la voluntad de los ciudadanos. Sorprende que haya que recordarlo. 

¿Cree que su partido tiene menos respaldo electoral en Euskadi del que quizás hubieran ustedes esperado tras la gestión de un hito tan trascendental como el final del terrorismo?

No hemos ganado unas elecciones, pero hemos ganado el modelo social. Más allá de a quién vote la gente de Euskadi, ya existe la Euskadi que nosotros diseñamos: sin ETA y sin independencia de España. Con una identidad y un autogobierno inequívoco, con el respeto a las dos lenguas. 

Cuenta en el libro que, a pesar del ruido y de la bronca política y las acusaciones de traición a los muertos, usted se sintió respaldado por Mariano Rajoy en el fin de ETA.

Hay tres etapas en la actitud de la oposición durante el proceso de diálogo con ETA. En la primera, Rajoy se muestra abierto a escuchar y abrimos un canal de comunicación secreto. Se reunían una persona de mi entorno y una de su equipo. Yo le transmitía por esa vía la información de cómo iban las reuniones con ETA. Luego hay un momento en que pasan a una actitud muy crítica, con manifestaciones y tonos exagerados. Y hay una tercera fase, que es la que a mí más me importa, que es la fase final. El Gobierno informa a la oposición de que estamos en condiciones de avanzar hacia el final definitivo de la acción de ETA. El PP nos cree y Rajoy dice entonces dos cosas que yo le pongo en valor: que era verdad y que no había precio político por nuestra parte.  

¿Se lo reconoció tanto en público como en privado? 

Sí, en privado me llegó a decir: “Tú haz lo que tengas que hacer, pero a mí no me lo cuentes”. Y otras veces me decía también: “Vale, yo entiendo esto, pero te voy a tener que criticar muy duramente fuera, porque si no, la derecha mediática me va a dar mucho”.

Salvando todas las distancias, ¿imagina que algún día Feijóo y el PP digan que lo de la amnistía fue una idea maravillosa para superar el problema territorial con Cataluña? 

No lo dirán así, pero ese día llegará. La derecha tendrá que pasar por encima de eso. Llegará, no tengo ninguna duda.

Hace mucho énfasis en el libro en la relevancia del diálogo para afrontar cualquier cosa en política. Que sepamos, la interlocución no existe a día de hoy entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición para ningún tema. ¿Qué precio pagamos los ciudadanos por ello?

Debemos ser prudentes porque quizá solamente Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo y, no sé si una o dos personas de su entorno, puedan saber las veces que habrán hablado o qué hablan.

Si son una o dos personas de su entorno, una de ellas es usted seguro.

Puedo asegurar que no. Pero yo animo a Feijóo y al presidente del Gobierno a que hablen, que hablen aunque no haya acuerdo en nada. 

Se lo decía porque es bastante recurrente atribuirle a José Luis Rodríguez Zapatero un papel fundamental en la política actual: hacedor del primer gobierno de coalición, casco azul entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz (no con mucho éxito en ese caso), e incluso un papel clave en la ley de amnistía.

Hay una enorme exageración. He tenido un papel muy activo en la campaña y he ayudado, sí, con el tema de la amnistía. Eso es cierto, pero por una razón: porque siempre creí en la amnistía. 

¿Por qué define a Estados Unidos como un país roto?

Hay síntomas muy preocupantes sobre su deriva. Estados Unidos se quedó sola en su veto a Palestina en el Consejo de Seguridad de la ONU. Ha perdido el sentido de por dónde tiene que ir, como les pasa a muchos imperios en momentos determinados. Y lo ha perdido. Hay que decirlo, no pasa nada. La inmensa mayoría de las naciones del mundo y de cualquier religión o ideología consideramos que es inaceptable lo que estamos viviendo en Gaza. Imperdonable, inolvidable. Y va a marcar para siempre, por supuesto, a Netanyahu. Pero también a la administración Biden. Lo digo y lo lamento profundamente. Reconocer al estado de Palestina en este momento supondría un importante mensaje en favor de la paz. Igual que decirle a Israel “no vas a poder todo el tiempo contra todos y a costa de todo”. Y para que eso sea efectivo tiene que estar Estados Unidos. La historia no lo va a poder asumir ni asimilar.

Dice también en el libro que el procés catalán envalentonó a la extrema derecha. ¿Cree que si la amnistía acaba teniendo los efectos de desinflamación que dice el Gobierno puede contribuir también al pinchazo de la burbuja reaccionaria?

Sin duda. El procés en Catalunya alimentó el resurgir y el renacer de la extrema derecha. Pero en el momento en que veamos un proceso de tranquilidad que dure, sin duda repercutirá en que la extrema derecha pierda peso en España.

¿El final es un referéndum? 

No veo ninguna hipótesis en esa dirección.

Dicen que usted es de dar pocas cosas por perdidas en la vida. ¿Felipe González es recuperable para la causa?

Felipe González es una parte muy importante, importantísima de la historia de la democracia de este país. Y sí, nos gustaría a mí y a muchos militantes que fuera más amable con el Gobierno, un poco más amable. Dicho esto, nosotros le vamos a mantener el respeto y la consideración que merece. 

¿Ha llegado a entender por qué él llegó a esas posiciones? 

No. Sinceramente, no.

Vídeo: Nando Ochando

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