LATINOAMÉRICA

Perú elige presidente entre 18 candidatos con una sola certeza: habrá segunda vuelta

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En un mismo domingo sudamericano, contrasta la decisión del gobierno de Chile -el país proporcionalmente más vacunado del continente, y uno de los mejor vacunados del mundo, de suspender las elecciones por riesgo sanitario- con la Ecuador y Perú -otros dos países andinos, entre los más castigados en muerte y recesión por la pandemia-, que sostuvieron sus citas electorales prefijadas.

Chile cambió la fecha de una elección clave y única en su historia, la de convencionales constituyentes, ya fijada antes otras dos veces y modificada en su modalidad en el entretiempo.

En Ecuador eligen presidente entre dos coaliciones, una de izquierdas, la otra de derechas, según el clivaje que caracterizó al país en el siglo XXI. Sin embargo, llegar desde la primera vuelta del 7 de febrero hasta esta reformulación de la fórmula regional estándar significó un combate nunca antes así librado para precisar cuál de dos rivales empatados había ganado en definitiva el segundo lugar de la primera vuelta y con ello rango de candidato en el balotaje.

Con 35 millones de habitantes y el país sudamericano con más muertes por Covid-19 cada 100 personas, Perú celebra elecciones legislativas y presidenciales. El voto es una obligación cuyo incumplimiento se castiga con multas. Veinticinco millones de electores, en un padrón electoral de casi tantos varones como mujeres, eligen entre 19 partidos quiénes ocuparán las 130 bancas no de su Congreso unicameral y entre 18 candidaturas presidenciales y vicepresidenciales, quiénes  pasarán al balotaje del 6 de junio. Si algo parece seguro, según todos los sondeos, es que habrá segunda vuelta presidencial, porque no hay ni coaliciones ni candidaturas partidarias o personales favoritas.

Cinco o seis fórmulas de presidente y vices están empatadas en el umbral del 10% de las preferencias según dos sondeos publicados el jueves. Nadie duda de que habrá balotaje. Tampoco caben dudas de que los resultados de la elección legislativa, que se deciden el domingo, trasladarán al interior del Congreso la fragmentación de la oferta electoral. No habrá mayorías, habrá más fuerzas representadas que en el Congreso que concluye en julio, sea quien sea que ocupe el Ejecutivo carecerá de respaldo legislativo, y apenas dispondrá, en el mejor de los casos, con 15 bancas fieles.  

El Poder Legislativo peruano es unicameral, pero el Ejecutivo lo desempeñan presidente y dos vicepresidentes, según la Constitución Política del Perú vigente, de 1993. Esta juvenil Carta Magna fue redactada en 1992 por un Congreso Constituyente Democrático convocado por el presidente Alberto Fujimori después de haber disuelto el Congreso por la fuerza en un denominado ‘auto-golpe’.  

Keiko Fujimori, la eterna pretendiente

La hija del expresidente, Keiko Fujimori, candidata presidencial favorita para el domingo por el partido fujimorista Fuerza Popular, es la heredera de los principios de enérgica derecha populista y autoritaria de la presidencia de su padre (1990-2000), de quien fue Primera Dama desde 1994, cuando en un contencioso divorcio Alberto se separó de Susana Higuchi, su madre, también política, después congresista por el Frente Independiente Moralizador (FIM).  Según las encuestadoras Ipsos y Datum, contaría con la preferencia de casi el 13% de los votos positivos, por delante de las 17 candidaturas, unas cinco o seis de las cuales la siguen por detrás, cada una con apenas unos pocos puntos de diferencia. Keiko Fujimori ha ido cobrando impulso en las últimas semanas, pero sin ganar una distancia decisiva que la separe y proteja del resto del pelotón de candidaturas más mencionadas como primeras en las encuestas. Desde 2017, está imputada por presunto lavado de dinero en la también presuntamente descuidada financiación de sus anteriores campañas electorales; entre 2018 y 2020 pasó 15 meses en prisión preventiva.

La candidata del partido Fuerza Popular (derecha personalista: el acrónimo partidario es una K, primera letra del nombre de la hija de Fujimori) tiene así fuertes posibilidades de pasar a la segunda vuelta en su tercer intento por ser la primera mujer en presidir Perú. Keiko Fujimori fue derrotada en la última elección, 2016, cuando perdió finalmente en el balotaje contra Pedro Pablo Kuczynski por una diferencia de 40 mil votos. En la elección anterior de 2011, había sido vencida en el balotaje, por más de medio millón de votos, por el político nacionalista  y ex militar Ollanta Humala, quien era entonces el candidato estratégico de Hugo Chávez y del ‘socialismo del siglo XXI’, y quien también es candidato presidencial en la elección del domingo por su Partido Nacionalista Peruano (PNP). La candidatura declaradamente “plebeya” de Ollanta puede gozar de un favor oculto por debajo del radar de las encuestadoras.

Las diferencias mínimas y la expectativa máxima

La encuesta de Datum le da el segundo lugar de las preferencias al candidato de centroizquierda Yonhy Lescano, del partido Acción Popular, que lideraba las encuestas con anterioridad con el 12,8 % de los votos válidos, apenas una décima porcentual por debajo de Fujimori. Su partido es uno de los pocos sobrevivientes de la política peruana tradicional. Fue fundado  en 1956 por el expresidente Fernando Belaúnde Terry. Es el partido político en actividad que en más ocasiones y más prolongadamente ha ocupado democráticamente la presidencia del Perú. A lo largo de los años, ha sabido ganar los gobiernos municipales de Lima, Cusco, Cajamarca, Huánuco.  

En el sondeo de Ipsos, a Fujimori le sigue con el 12,7 % el docente y sindicalista Pedro Castillo, candidato del Partido Político Nacional Perú Libre (PPNPL). Este partido de origen regional -por lo que declara representar al Perú profundo-, fundado por Vladimir Cerrón, dos veces gobernador de la serrana Junín, antiguo foco de Sendero Luminoso, antiimperialista, autodefinido como marxista-leninista-mariateguista, ha cobrado vigor en vísperas de la elección al punto de situarse sorprendentemente con claras opciones de pasar a la segunda vuelta.

En tercera posición, figura para Ipsos aparece con un 12,1 % Lescano. Lo sigue el economista e intelectual Hernando De Soto, candidato del partido de neoliberal Avanza País, con el 11,4 %. Inmediatamente después viene otra intelectual, pero de izquierda progresista, la antropóloga, psicóloga y política Verónika Mendoza, de Juntos por el Perú (JP), con el 10,6 por ciento de las intenciones.  Había sido candidata en las anteriores elecciones presidenciales, y en el quinquenio de Ollanta Humala, con quien compartía su ideología antiimperialista y su ideario de políticas redistributivas,  había sido secretaria de la primera dama Nadine Heredia. Unas anotaciones presuntamente de su autoría en las agendas de la esposa de Humala -que Mendoza primero aceptó como posiblemente suyas, y después rechazó como imposiblemente propias- se usaron como prueba en el ‘Lava Jato’ peruano, porque enumeraban cifras de aportes de la constructora Odebrecht.

En 2020, la economía nacional se redujo en un 11%, y el desempleo aumentó en un 13 por ciento. Perú es un país donde el Estado de bienestar nunca ha existido propiamente, donde la mayor parte del trabajo es informal, y por lo tanto el peso de los sindicatos en la política no es crítico y el clientelismo o prebendalismo, en el andarivel del Ejecutivo nacional, no es ni un acicate para grupos de votantes ni un resorte de las campañas presidenciales. La arena donde se hacen y deshacen candidaturas son los medios y la idoneidad para captar la atención y retener la identificación de las teleaudiencias (acaso todavía más que las redes) decide fortuna e infortunio de candidaturas.

La sociedad del espectáculo de las candidaturas novedosas

Es notable, pero en absoluto asombroso que algunos candidatos hayan recurrido a los llamados ‘vientres de alquiler’, plataformas partidarias sin signo ni destino ideológico, pero escribanías mínimas necesarias para asegurar inscripciones y entrar en carrera. Es el caso de George Forsyth, joven de 38 años, ex futbolista que hizo carrera como arquero de Alianza Lima, que usa como soporte para una candidatura presidencial cuyo leitmotiv es la ley, el orden y la seguridad al partido Victoria Nacional, fundado en 2020 como heredero de Restauración Nacional, fundado en 2005 por el ex pastor evangélico Humberto Lay. Forsyth, sin embargo, es un progresista de derecha, y en semanas anteriores encabezó las encuestas.  Pro mercado, que incorporó a su agenda temas LGBT que el electorado asocia con el Partido Morado, del actual presidente Francisco Sagasti, y que lleva como candidato presidencial al economista Julio Guzmán.

Como otros tres candidatos, Forsyth se contagió el COVID-19 al momento de los debates televisivos presidenciales, por lo que no pudieron participar en ellos. En ellos, como escribe Jaime Bedoya, “la hostilidad ha opacado a la propuesta en esta elección, y hay quienes -ya sea por hartazgo, ansiedad o pánico- celebran la bravuconada como mínimo denominador común. El deterioro del debate político no será inocuo. El país que deberá gobernar el próximo presidente será uno hondamente dividido por el Covid, la crisis y sus secuelas. Sobre esa tragedia arderán las heridas hechas por insultos y falsedades usadas como herramientas de campaña.”

En la capital del país que fue el Virreinato de Indias que más se resistió a emanciparse de España, donde la exposición mediática importa tanto, hay que decir que los medios no siempre auxilian para bien a candidatos necesitados de fama. Al empresario César Acuña, casi septuagenario candidato presidencial de Alianza para el Progreso, partido de veinte años de edad fundado en Trujillo con ecos de JF Kennedy, le dicen al fin de un debate que le queda sólo un segundo, para enviar su mensaje. Lejos de ofuscarse, Acuña aprovecha: “Tu seguridad, lo principal”.  Una candidatura novedosa por su perfil es la del empresario Rafael López Aliaga, sexagenario director de Peru Holding de Turismo y accionista del Ferrocarril Trasandino. Un desconocido, del partido recién fundado en 2020 Renovación Popular, creció en las encuestas. Conservador, católico, miembro del Opus Dei, enemigo del aborto y del feminismo radical, practica el celibato y la mortificación desde los 19 años. Perú21 describe así un típico día del célibe hombre de negocios en campaña: “Parte de una estrategia. López Aliaga continuó ayer su campaña en Arequipa, donde se le vio junto a personas disfrazadas de puercos”. Sus enemigos dicen que Aliaga es la versión peruana de Bolsonaro. El empresario lo desmiente: sabe contar, a él le faltan votos.