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Sobre este blog

Una liana es una cuerda repentina que aparece ante nuestros ojos en medio de la adversidad y que, como Tarzán entre los árboles, agarramos para movernos de un lugar a otro, para sortear obstáculos, para sentir la seguridad de algo firme que raspa las manos y a la vez sirve de apoyo. En este espacio mi intención es rescatar algunas lianas del universo cultural y del mundo del entretenimiento –dos avenidas anchísimas–, algunas cosas para aferrarnos fuerte en medio de nuestras selvas personales.

Que florezcan, entonces, mil.

Autora: Agustina Larrea

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Regreso a Chivilcoy, las series de septiembre

Agustina Larrea

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Sobre este blog

Una liana es una cuerda repentina que aparece ante nuestros ojos en medio de la adversidad y que, como Tarzán entre los árboles, agarramos para movernos de un lugar a otro, para sortear obstáculos, para sentir la seguridad de algo firme que raspa las manos y a la vez sirve de apoyo. En este espacio mi intención es rescatar algunas lianas del universo cultural y del mundo del entretenimiento –dos avenidas anchísimas–, algunas cosas para aferrarnos fuerte en medio de nuestras selvas personales.

Que florezcan, entonces, mil.

Autora: Agustina Larrea

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Uno. “Los nostos, en griego, los regresos, son una serie de epopeyas que cuentan la vuelta a sus hogares de los héroes griegos que habían ido a la guerra de Troya”, apunta Cynthia Edul en su nuevo libro La primera materia (lo acaba de editar Tenemos las Máquinas y es divino, abajo les cuento más). El potente texto de la autora y dramaturga se detiene en una serie de regresos partiendo del propio: cuando la pandemia azota al planeta y tiene en vilo a los suyos, ella debe volver al negocio de venta de productos textiles de su familia para hacerse cargo de él. Convertida en escritora y docente, habiendo transitado su propia épica vital –salir del barrio de lo conocido para ir a la universidad; despegarse por un rato de la tradición familiar de las telas para volcarse a las palabras– empieza a tirar de varios hilos. La vuelta a ese universo de texturas, urdimbres y sobre todo memoria, que Edul ya había revisitado en su obra teatral El punto de costura, se expande esta vez entre otros retornos escritos, otros nostos, otros nudos. Con habilidad y poesía, Edul va tejiendo, entre otros, fragmentos de libros como La grande, de Juan José Saer, o Regreso a Reims, de Didier Eribon, que a la escritora le sirven para recorrer su propia historia, para transitar los cruces entre la escritura y la historia de los textiles, para descubrir que no se había ido tan lejos como suponía. Retomar la trama familiar, entonces, es repensar una cartografía, es cantar “cuando me fui no me alejé”. Leer y escribir son, antes que nada y después de todo, formas de tejer.

Dos. “Chivilcoy es un nombre de origen mapuche. Chivilco significa todas las aguas o área de reunión de aguas. Se destaca que la letra ‘y’ podría haber sido agregada posteriormente, tal vez incluso por algún historiador. El partido de Chivilcoy se creó el 28 de diciembre de 1845, por decreto del gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas”, leo en un blog un poco trash pero lleno de datos curiosos. Chivilcoy es el nudo, es la ciudad de mi familia paterna. Todos los años volvíamos a Chivilcoy para las fiestas y para pasar parte del verano. Chivilcoy es calor, es tierra en los dedos, es carnaval, es ver la novela de la tarde, es el perfume del jazmín de la casa de mis abuelos. Y, sobre todo, es recuerdo. Cuando empezaban las clases y la maestra nos pedía que escribiéramos una composición sobre lo que habíamos hecho en las vacaciones, siempre volvía a Chivilcoy.