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Sobre este blog

Una liana es una cuerda repentina que aparece ante nuestros ojos en medio de la adversidad y que, como Tarzán entre los árboles, agarramos para movernos de un lugar a otro, para sortear obstáculos, para sentir la seguridad de algo firme que raspa las manos y a la vez sirve de apoyo. En este espacio mi intención es rescatar algunas lianas del universo cultural y del mundo del entretenimiento –dos avenidas anchísimas–, algunas cosas para aferrarnos fuerte en medio de nuestras selvas personales.

Que florezcan, entonces, mil.

Autora: Agustina Larrea

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Series de julio, mar a destiempo

Agustina Larrea

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Una liana es una cuerda repentina que aparece ante nuestros ojos en medio de la adversidad y que, como Tarzán entre los árboles, agarramos para movernos de un lugar a otro, para sortear obstáculos, para sentir la seguridad de algo firme que raspa las manos y a la vez sirve de apoyo. En este espacio mi intención es rescatar algunas lianas del universo cultural y del mundo del entretenimiento –dos avenidas anchísimas–, algunas cosas para aferrarnos fuerte en medio de nuestras selvas personales.

Que florezcan, entonces, mil.

Autora: Agustina Larrea

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Uno. “No deja de llamar la atención que a esto que llevamos todo el tiempo encima y que usamos como grabadora, como reloj, como computadora, como linterna, como máquina de fotos, como máquina filmadora, hasta como telégrafo le sigamos llamando teléfono”. Cada tanto me acuerdo de eso que me dijo en esta entrevista el escritor Martín Kohan para referirse a los celulares cuando salió su delicadísimo libro ¿Hola? Un réquiem para el teléfono (Ediciones Godot, 2022). Hoy, por ejemplo, que eso que sigo llamando teléfono anuncia que me preparó especialmente un recuerdo. El recuerdo se llama Mar y arena y reúne fotos aleatorias que se ve que saqué, me enviaron o se amontonaron en algún lugar remoto de eso que sigo llamando teléfono: unas vacaciones demenciales arriba de un barco que intenta surcar olas enormes, un retrato de Alfonsina Storni, la foto de mi sobrino tapado de arena cuando era bebé, otras vacaciones demenciales con agua verde plata de fondo, la publicidad de un crucero bastante estrafalario, el Hotel Provincial de Mar del Plata en blanco y negro. En plena ola polar, abrigada de pies a cabeza, el recuerdo que dice haberme preparado eso que sigo llamando teléfono (somos eso que insiste, somos eso que no podemos dejar de coleccionar) se convierte más bien en una daga. Un arma letal que gatilla otros tiempos, los tironea, los superpone a mansalva. Me quedo, sin embargo, con el mar. Me quedo, sobre todo, con su destiempo.

La película Super Happy Together (2024), del director japonés Igarashi Kohei fue seleccionada por los festivales de Venecia, San Sebastián y Busan.

Dos. Dos destiempos: el del recuerdo y el del duelo. O tres, si contamos el amor, que es el que enhebra todo y que es el destiempo por excelencia. En ese oleaje se mueve Super Happy Forever, una película pequeña y encantadora del director japonés Kohei Igarashi que Mubi acaba de subir a su plataforma. Sano es un chico que ronda los treinta. Movido por la daga de la memoria y un dolor que le pesa en todo el cuerpo, decide volver a una ciudad balnearia donde cinco años antes conoció a una joven encantadora llamada Nagi. Lo acompaña su amigo Miyata, que fue testigo de ese encuentro que terminó en historia de amor. Los dos se mueven por ese lugar que antes fue brillo, deslumbramiento, chispa y que ahora pareciera transformado en puro declive: el hotel que los había alojado está por cerrar, se acerca, de a poco, el final de la temporada. Aparece también una canción, que en un momento fue alegría o chiste y que, con el paso del tiempo se vuelve nostalgia: Beyond The Sea. Más allá de lo que sucede en la película, me quedo en la forma singular que eligió el director para su relato: hacia la mitad, ese presente que lo tiene a Sano arrasado y deambulando como un autómata por la bellísima Izu en busca de una gorra roja que perdió cinco años antes, se detiene para convertirse en el verano recordado, ese tiempo donde todo era promesa. No hay antes o ahora, entonces, hay un destiempo marítimo dispuesto a cubrir una ausencia. De hecho aparece la mismísima Nagi y los espectadores pasamos a ser testigos de lo que ocurrió u ocurre desde su punto de vista. La vemos con Sano dando vueltas de día o de noche. Siempre con Beyond the Sea como himno. Siempre con el mar siempre de fondo.