Martín Tetaz, candidato a diputado radical: “El gran error de Macri fue elegir el camino gradual”

Desde que se recibió de economista en la universidad de La Plata, donde presidió el Centro de Estudiantes por Franja Morada, su relación con la UCR entró en estado de latencia: simpatía a la distancia, más algún que otro asesoramiento a los diputados del bloque. Durante décadas, Martín Tetaz se dedicó a la docencia, a la consultoría y a ser columnista de Jorge Lanata en Radio Mitre. Hasta que el senador Martín Lousteau le ofreció ser candidato a diputado por la Capital. La postulación de Facundo Manes en la Provincia sirvió como argumento para convencerlo. El economista secundará a María Eugenia Vidal en la boleta porteña. De la mano de Lousteau, Tetaz promueve con desparpajo que Juntos por el Cambio vuelva a dar la discusión económica, tras la gestión fallida de Mauricio Macri. El candidato radical elogia al ministro Martín Guzmán, reivindica el acuerdo de su partido con el PRO, aunque exige un mayor protagonismo de la UCR. 

Hace una semana que anunció su salto a la política. ¿Cómo cambió su vida en estos días?

Lo primero que cambió es que noto una efervescencia que trasciende el círculo de mis amigos y conocidos. Hay gente que me conoce y que me quiere ayudar, colaborar, pero también aparece gente que no conocía y que me escribe. ¡Estoy como una estrella de cine! Lo digo en broma, pero me cuesta más caminar por la calle, me paran para saludarme. La gente está entusiasmada, me pide que no afloje. Hay una sensación de que conecto con el electorado potencial. Igual los políticos tienen ese problema: el sesgo de representatividad. Se enamoran de lo que le dicen. Los que no te acompañan ni te hablan y te queda una versión parcial. Pero en esa visión parcial, muchos me dicen que les doy voz y que los represento. 

¿Recibió cuestionamientos en la calle?

En general tengo una ventaja que espero conservar: desde siempre critiqué con respeto. Nunca entré en agresión personal. Y eso me lo respetan también. Igual ya me putearán.

¿Fue presidente del centro de Estudiantes en Facultad de Economía de La Plata?

Sí, en el 97 fui presidente por Franja. En la Universidad de La Plata a la Franja le costaba mucho entrar. Era la única Franja que no había ganado en una década. Por coincidencia, entró una camada de 20 buenos militantes juntos. Fue una casualidad. Y fue una aplanadora: duplicamos el caudal de votos y ganamos.

¿Cuándo duró su mandato?

Estuve un año. Soy una persona a la que no le gustan las reelecciones. Cuando llegás a un lugar es para cumplir una tarea. No le hace bien al movimiento político que no te corras. Estuve un año y me fui como consejero académico, con la satisfacción de que el resultado cuando me fui fue mejor que el que tuve cuando gane. Y sí pudimos transformar muchos aspectos sobre cómo se cursaba, con una militancia muy activa y cero distancia con estudiantes.

¿Con qué dirigente nacional de la UCR simpatizaba en los noventa?

No tenía una figura. La Franja de Economía en La Plata tenía la necesidad de ampliarse, como pasa ahora. En una facultad desfavorable no había margen para quedarse con diferencias de líneas internas. Yo era más alfonsinista. Otros muchachos eran más storanistas porque La Coordinadora todavía pesaba. Pero no había una bajaba de línea.

¿Cómo vivó el derrumbe radical de 2001?

Con desilusión. Yo me fui en 2001 de la universidad. Seguí vinculado como docente y daba charlas. La Franja logró resistir, pero fue muy duro. En 2001 hubo resistencia a ajustes en las universidades públicas, como antes a las reformas que impulsaba el menemismo. Tuve mucha desilusión con De la Rúa, como todos los argentinos y los radicales. Después, y esto es algo que le cuestiono al partido, cuando salís de la Franja el radicalismo no tiene capacidad de absorción de la militancia. Yo me recibí y nunca volví a la militancia activa. Hice consultoría, estuve en medios, fui docente, y mi vinculación con el partido fue apenas de asesorar y de dar charlas. 

En la PASO enfrentará justamente a Ricardo López Murphy, quien fue el ministro que propuso un ajuste en la universidad con La Alianza. 

Yo tenía buena relación personal con él. Con Ricardo coincido en muchas cosas, pero en materia de financiamiento universitario no estamos de acuerdo. Él promueve el arancelamiento, y yo me opongo. Al contrario, creo que debería existir un salario estudiantil porque es una inversión social. Ahí tenemos una diferencia fuerte con López Murphy. 

La resistencia de Franja Morada determinó en gran parte la salida de López Muprhy. ¿Usted se cargó a su actual adversario?

Nosotros no. Fue el movimiento estudiantil que estuvo unido en su contra. Pero la resistencia a ese ajuste fue grande en el partido. Por eso se fue Federico Storani. Fue un cimbronazo político. Ya Chacho Álvarez había salido del gobierno. Encima en la economía la pelota no entraba.

Durante el gobierno de Mauricio Macri la UCR fue un socio minoritario, en un papel incluso vergonzante para algunos militantes. ¿Le sirvió ese papel al partido? 

Para mi no fue vergonzante. Pragmáticamente hablando, ¿cuál era la alternativa en el 2015? Ahora la UCR está cada vez más fuerte. Muchos dicen que podríamos haber sido más competitivos en una PASO contra Macri. Pero no había un candidato muy competitivo. Y si íbamos solos ganaba el kirchnerismo de vuelta, con la UCR en tercer lugar. 

¿Entonces no se arrepiente de lo resuelto en la convención de Gualeguaychú en la que se empezó a formar JxC?

Cuando se decidió eso en Gualeguaychú,Macri todavía estaba segundo detrás de Massa. Y a partir de Gualeguaychú se volcó la opinión pública en favor de Macri. Eso permitió que ganara Cambiemos. Lo que sí creo es que la UCR no supo cobrar bien el acuerdo de Gualeguaychú. Le dieron apenas un ministerio, sin protagonismo en la toma de decisiones. El radicalismo acertó en la construcción del espacio, pero se quedó corto en el protagonismo, en no reclamarlo. Eso es algo que aprendí: en política, el protagonismo no se declama, se busca.

¿Sin Gualeguaychú el presidente era Scioli o Massa? 

No se, pero estoy seguro que no era Cambiemos. Muy probablemente era Scioli. 

¿Facundo Manes le va a ganar a Diego Santilli en la PASO bonaerense?

Yo creo y espero que sí. Es una opción nueva. Es una figura que entusiasmó. La UCR tiene mucho poder territorial, pero en el Gran Buenos Aires Santilli tiene las de ganar. El radicalismo ahí está más flojo, sobre todo si no cierra con Gustavo Posse. Habrá que ver. Pero la aparición de Manes generó entusiasmo en la militancia y en gente alejada del partido.

¿La vanidad puede ser un problema para candidatos outsiders que no están tan acostumbrados a recibir críticas? Me refiero a Manes y también a usted.

Es cierto que tenemos una característica: no conocemos las reglas internas de la política partidaria. Y ese desconocimiento nos puede permitir respetar menos las jerarquías y las institucionalidades. Pedimos menos permiso, y eso es más disruptivo. Rompe techos de cristal. Eso es positivo. Pero también es cierto que después lo tenés que revalidar en la cancha. Yo puedo estar convencido de que me como la cancha. Pero en las urnas quizás no se traduzca ese entusiasmo. Le pasó a Javier Milei. Es un fenómeno mediático. La gente se saca fotos, para el colectivo para saludarlo. Pero en las encuestas eso no se traduce

Hay muchos votantes de JxC enojados por la mudanza de María Eugenia Vidal a la Capital. ¿Qué piensa de esa decepción?

No es momento para ese debate. Ahora tenemos que estar todos juntos. Es un eslogan que le robé al peronismo. No hay margen en la Argentina para construir una alternativa contundente, una alternativa de poder, si buscamos las diferencias de decimales entre los que integramos JxC.  

En JxC se habla de los halcones y las palomas. ¿Usted a qué grupo pertenece: al de los moderados o los combativos?

Soy pragmático. Estoy siempre midiendo si lo que hago produce resultados concretos. Si en una negociación puntual me tengo que disfrazar de paloma, lo haría. Y si tengo que ser más como soy, frontal y sin eufemismos, también lo hago. En política lo que se necesita va variando. Creo que hoy hay que unir y marcar la línea divisoria. Es difícil ser blando en este momento. 

A los duros, sin embargo, no les fue muy bien en el cierre de listas. Patricia Bullrich se quedó afuera, por ejemplo. 

Hay que ver si fue por dura o porque respondía a otro sector. Lo digo con cuidado porque no quiero meterme en la interna del PRO. Me imagino que lo de Patricia puede tener que ver con que Macri está perdiendo espacio y lo está ganando Rodríguez Larreta. Pero lo digo como observador.

¿Y es positivo que Macri pierda gravitación en la oposición?

Lo más positivo es que haya muchos dirigentes con posibilidades. Ojalá el PRO tenga tres o cuatro figuras presidenciables. Estaría bueno llegar al 2023 con esa perspectiva. Me gustaría llegar con ocho potenciales candidatos a presidente, que eso decante y dirimirlo en una PASO. 

¿Qué presidenciables ve en la UCR?

A los gobernadores, naturalmente. A Alfredo Cornejo también, tras su gran gestión en Mendoza y ahora manteniendo unido al partido. A Manes, si le va bien en la Provincia, ni te cuento. Y ciertamente a Lousteau, el artífice de la reconstrucción de la UCR.

Suele ser muy crítico con el gobierno. Pero elogió bastante a Martín Guzmán. ¿Por qué?

Por varias razones. Lo conozco desde la facultad. Él es menor que yo. En el 2001 fue vocal en la lista de Franja Morada. Lo conozco bien. Es un profesional formado, muy sólido y, por momentos, brillante. En esa época conversábamos. Después cruzamos opiniones por mail. Martín entiende los problemas del país, con una visión pragmática. Está muy lejos de los planteos del socialismo del siglo XXI que tienen Máximo Kirchner, Fernanda Vallejos y Carlos Heller. Los empresarios opinan lo mismo. Guzmán es la resistencia de racionalidad dentro del gobierno. La interna con Federico Basualdo dejó en claro que el poder de Martín está acotado. Su designación fue un gran acierto de Alberto. Ojalá lo conserve. No estoy de acuerdo con la política económica del gobierno, pero ganaron ellos. Dado que ganaron ellos, me alegro que Martín sea el ministro porque es de lo mejor que tienen.

Es candidato a diputado por la Ciudad. ¿Qué opina de la venta de terrenos públicos o estatales que está concretando el gobierno de Rodríguez Larreta? Lousteau había sido muy crítico al respecto.

Es un tema de la Ciudad. Y yo no soy candidato a legislador. Pero soy pragmático en esas cosas. Puerto Madero ahora está mejor que antes. Revivió la zona y tiene seguridad. Si en Costa Salguero el proyecto permite aumentar el acceso de público, con seguridad, me parece perfecto. Soy cero dogmático. Y si eso incluye una parte de condominios, sin que eso domine el proyecto, con áreas verdes, estoy a favor.

Fue un defensor de los créditos hipotecarios UVA. ¿Salieron beneficiados quienes tomaron esos créditos?

Respondo fácil con dos preguntas. ¿Había otra alternativa más barata y accesible? No. ¿Hay hoy una forma mejor ahora? No. Me resulta difícil cuando critican el mecanismo con argumentos que no le caben al mecanismo. Te aumenta la cuota, sí, como a todos. El problema no es el UVA, el problema es que caen los salarios reales. La culpa es que somos más pobres. Es un problema de todos los trabajadores. Cualquier persona que tiene un UVA puede ir a una inmobiliaria, pedir que le tasen la propiedad y pedir un crédito para comprar esa casa. No hay. Pero si hubiera, le darían una cuota más cara.

Lousteau pretende que la economía sea una bandera de campaña de la oposición, pese a que Macri generó más pobres, una inflación altísima y caída de salarios. ¿A JxC le conviene hablar de economía?

Sí, por dos razones. Personalmente es el área donde estoy fuerte. Si a Messi le preguntan dónde hay que jugar el partido, dice cerca del área rival. 

¿Se está comparando con Messi?

Fue demasiado presuntuoso, perdón, ¡tenías razón con lo de que era vanidoso! 

¿Discutirá de economía entonces?

No tengo problema en hacerlo. Además no se puede tentar a gente sin hablar de eso. Y segundo: yo explico a Macri, pero que antes me expliquen a Cristina. Cuando ves qué recibió y qué entregó, su gestión no fue nada buena. A Alfonsin se lo critica por la inflación, pero asumió con una inflación del 600%, en un contexto mundial hostil. Podría haber hecho algo mejor, pero no le tocó el viento a favor de Cristina. Ella asume con superávit gemelo, atraso cambiario pero razonable, cuenta capital favorable y la soja a 600. En ese contexto perdió reservas, atrasó el tipo de cambio y perdió el superávit. La plata dulce terminó mal. Macri quiso hacer una transición gradual y se entusiasmó con una lluvia de inversiones que no llegó. La crisis de 2018 no existía sin el atraso tarifario y cambiario de Cristina. 

¿Cuál fue el mayor error de Macri?

El gran error de Macri fue elegir el camino gradual. 

¿Que los dólares pudieran salir y entrar sin límites ni reglas no fue un error del gobierno de Macri?

Probablemente lo tendría que haber limitado. La razón por la que no puso trabas a la salida es que necesitaba financiamiento externo por unos años. Y si no permitía fluidez en la salida generaba apreciación cambiaria fuerte. Es cierto que en el mundo los controles de capitales prudenciales son una regla. En Chile están. La centro izquierda y la centro derecha coinciden. Eso no quiere decir que no podés comprar dólares. Significa que, si querés traer dólares a la Argentina, tenés que dejarlos un año y no podés sacarlos al día siguiente. 

¿Y por qué cree que Macri no puso esos controles de capitales?

Se lo pregunté a Alfonso Prat-Gay y a Nicolás Dujovne. En el ciclo expansivo del macrismo, había una obsesión por pasar a ser país emergente, para que llegara la lluvia de inversiones. Por eso entendía que no se podía poner controles al capital. No pasó ni una cosa ni la otra. Cuando pasó a ser mercado emergente, en mayo de 2018, ya era demasiado tarde.  

Usted afirma que el gobierno prioriza los planes por sobre el trabajo. ¿Cree que lo hace a propósito o que le cuesta generar nuevos puestos de trabajo?

Hay un desprecio por el crecimiento, la inversión y la generación de trabajo en la Argentina. No es todo el gobierno y estoy seguro que Alberto no piensa así. Pero hay una militancia de cierto kirchnerismo duro en contra del mérito. Eso redunda en menor empleo. No podes tratar a una Pyme como una multinacional con dos mil empleados. La multinacional tiene un departamento jurídico y no le importa recibir un juicio laboral. No les mueve la aguja. Para una Pyme con cinco empleados, un juicio es un quilombo tremendo. Acá pensamos en poner más ambulancias, cuando necesitamos que la gente no se enferme. El plan es la ambulancia. Por eso me preocupa los avances de los movimientos sociales para formar parte de la CGT. Parece la cristalización de los planes, de la Argentina fragmentada para siempre. Necesitamos incentivar el empleo.

¿Tiene opinión respecto al supuesto envío de armas represivas a Bolivia por parte del macrismo para consolidar el golpe de Jeanine Áñez contra Evo Morales en 2019?

Lo que se es parcial. Lo contó Patricia Bullrich: el envío fue para cubrir la embajada y a los periodistas. No hubo desvío, ni aporte al golpe. Le creo a Patricia.

Dijo que quería ser diputado para ponerle un límite a Máximo Kirchner y Axel Kicillof en 2023. ¿Es compatible ese objetivo con el de ser diputado? 

El límite es que el resultado electoral sea contundente. Por eso tenemos que ser amplios. Si mirás la historia, el kirchnerismo funcionó mejor cuando no tuvo mayorías parlamentarias.

¿Cuál fue la mejor época del kirchnerismo?

Entre 2009 y 2011. El hombre es mejor controlado, como decía Perón. En el Congreso yo voy a hacer un aporte pedagógico. Me lo decía Lousteau. Los problemas de muchas leyes surgen porque los economistas no sabemos dialogar con la política. Tenemos un lenguaje propio. La ley de alquileres, por ejemplo, todos los economistas sabíamos que no iba  a funcionar. Ese puede ser un rol importante en el Congreso para mi. 

¿Tiene vocación para la tarea legislativa? Macri dijo que era un trabajo aburrido.

Hay cosas que están mal hechas. El Congreso tiene que cambiar cosas que atrasan 200 años. No podes tener sesión hasta las 5 de la mañana, salvo en el momento de la pandemia. Pero si no la gente está dormida. A los debates no los ve ni la abuela. Hay que darle más participación a la sociedad. 

¿Durante sus años como columnista radial tuvo un sesgo al momento de opinar, por ser radical y haber simpatizado con el gobierno de Macri?

No me animo a decir que hay algo que me salvó. Pero sí creo que me preservó un poco: siempre fui muy honesto en blanquear desde donde hablaba y cuál era mi formación. Nunca pretendí ser ascético completamente. Desde el primer día en la radio dije que era afiliado radical. Lo decía cuando entrevistaba a un radical. Hasta fui irreverente con mi propio partido. Y sigo diciendo lo que pienso.

Es crítico de la política. ¿También lo es respecto a la forma en que se ejerce periodismo? 

Sí, pero el periodismo está bajo una transformación global. La uberización. A fines de los ochenta, Página 12 festejaba que se financiaba con el 50% de publicidad y el 50% por la venta del precio de tapa. Hoy eso es imposible. Los medios se achican en todo el mundo y eso afecta la calidad del periodismo. Hay mucho panelismo y menos periodismo. No todos, claro. Es lo contrario del periodismo. Es hablemos sin saber. No se va a fuentes, ni se chequea.

AF