MEDIO AMBIENTE

COP30: Qué esperar de la cumbre mundial sobre cambio climático

Amanda Magnani

Dialogue Earth —

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A partir del 10 de noviembre, representantes de más de 100 países se reunirán en Belém, Brasil, la ciudad amazónica que será la sede de la cumbre climática COP30. Esta edición de la conferencia ha sido descrita por Naciones Unidas como un hito decisivo para que los países actualicen sus planes de acción climática y avancen en la aplicación de medidas contra el calentamiento global.

Como país anfitrión, Brasil pretende que esta cumbre se caracterice por los resultados. “Ahora es el momento de actuar”, afirmó el presidente de la conferencia, André Corrêa do Lago, en un evento preparatorio celebrado en agosto. “La COP30 será el momento de ajustar los instrumentos y acelerar la implementación”.

Pero las expectativas para la COP30 son tan grandes como los desafíos que la rodean. La conferencia coincide con el décimo aniversario del Acuerdo de París, un hito mundial en la lucha contra la crisis climática. Este tratado histórico impulsó la expansión de las políticas nacionales destinadas a lograr economías bajas en carbono, pero los avances hacia sus objetivos siguen siendo insuficientes: en 2024, la temperatura media del planeta superó por primera vez el objetivo acordado de 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales, un umbral definido por los científicos como el máximo para evitar los peores efectos de los fenómenos climáticos cada vez más graves.

A principios de este año, los expertos advirtieron que el planeta había alcanzado su primer “punto de inflexión”, con la muerte generalizada de los arrecifes de coral en más de 80 países debido al calentamiento de los océanos. Los científicos y conservacionistas responsables del análisis también destacaron el riesgo de colapso de la selva amazónica, un bioma esencial para el equilibrio climático mundial y precisamente el lugar donde se celebrará la cumbre COP30.

El Acuerdo de París puesto a prueba

Con el agravamiento de la crisis climática, la COP30 pondrá a prueba la voluntad de los países de mantener el Acuerdo de París como pieza central de la gobernanza mundial. La COP28, celebrada en Dubái en 2023, supuso el primer balance global y la primera mención en un texto final de la COP a la transición de los combustibles fósiles. Por su parte, la COP29 del año pasado en Azerbaiyán estableció un nuevo objetivo de financiación climática. En Belém, la atención se centrará en la revisión y la aplicación de los objetivos nacionales de reducción de emisiones, las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC), que se actualizan cada cinco años.

Un informe de síntesis reunirá las propuestas para orientar la acción climática hasta 2030 y evaluará el cumplimiento de los países en el marco de las NDC. Sin embargo, hasta ahora,menos de 70 de los más de 190 signatarios del Acuerdo de París han actualizado sus objetivos. En conjunto, los países que ya han presentado sus planes representan más de un tercio de las emisiones mundiales.

“Los planes presentados no nos acercan en absoluto al camino necesario para un futuro seguro”, afirmó Miriam García, directora de políticas climáticas del World Resources Institute Brazil (WRI), una organización dedicada a la investigación de soluciones climáticas.

Señaló que, según estimaciones recientes, el mundo tendría que reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en unas 31 gigatoneladas para 2030 a fin de mantener el calentamiento global dentro del límite de 1,5 °C. Sin embargo, incluso teniendo en cuenta las NDC actualizadas y otros compromisos ya anunciados, la reducción prevista no supera las 2 gigatoneladas.

La conferencia también se centrará en la adaptación a los fenómenos climáticos extremos, una transición energética justa y la aplicación de la Hoja de Ruta de Bakú-Belém, un documento que describe el camino para alcanzar 1,3 billones de dólares en financiación climática anual para 2035, un objetivo acordado en la COP29 en Bakú, la capital de Azerbaiyán.

Paralelamente a las negociaciones oficiales, el gobierno brasileño se ha comprometido con una amplia “Agenda de Acción”, con más de 350 eventos en los que participan gobiernos locales, empresas, investigadores y representantes de la sociedad civil.

Sin embargo, el enfoque de esta agenda ha despertado opiniones divergentes, según Karla Maass, asesora de incidencia política de la Red de Acción Climática de América Latina (CAN-LA), la división regional de la coalición mundial CAN, que agrupa a más de 1.900 organizaciones medioambientales. “Algunos creen que es el escenario donde se desarrolla la política y la economía reales, pero otros lo consideran una cortina de humo para desviar la atención de las negociaciones oficiales”, declaró a Dialogue Earth.

Para Maass, los procesos de negociación formales y paralelos “pueden ser complementarios, pero la Agenda de Acción no puede acaparar toda la atención”.

Fortalecimiento del multilateralismo

Además de los impasses técnicos, la COP30 se celebra en un contexto geopolítico “muy delicado”, según García, de WRI Brasil. Afirmó que la creciente falta de confianza entre los países —ya identificada por los líderes mundiales como uno de los principales obstáculos para las negociaciones sobre el clima— ha debilitado las alianzas y reducido la voluntad de cooperar. El regreso a la presidencia de Estados Unidos de Donald Trump, que ya ha impulsado recortes en los programas internacionales de clima y asistencia del país, junto con la reorientación de los recursos gubernamentales hacia cuestiones militares y de seguridad en medio de las guerras en Ucrania y Gaza, ha exacerbado el declive mundial de la financiación climática.

Ante las tensiones geopolíticas que podrían desviar la atención de los debates, los líderes de la COP30 en Brasil, como la directora ejecutiva de la cumbre, Ana Toni, han tratado de reafirmar su compromiso con el multilateralismo. Esta también es la opinión de García, quien lo describió como la única forma posible de abordar la crisis climática. “No hay otro espacio en el que los países más vulnerables puedan expresar sus demandas”, añadió.

Tras tres ediciones de la cumbre en países cuyos regímenes se consideran autoritarios, hay grandes expectativas de que la COP30 marque el regreso de una fuerte participación de la sociedad civil, así como el primer plano de las demandas y ambiciones del Sur Global.

Sin embargo, esta esperanza se ha visto empañada por los exorbitantes precios del alojamiento en la ciudad anfitriona, Belém, que han limitado la presencia de representantes de movimientos sociales y países más pobres. Incluso con el aumentodel apoyo financiero de la ONU, el problema persiste: a finales de octubre, 49 delegaciones seguían sin saber dónde se alojarían durante la conferencia, mientras que más de 130 ya tenían garantizado su alojamiento.

Ante esta situación, el Observatorio del Clima, una de las organizaciones brasileñas que más de cerca ha seguido las conferencias de la ONU sobre el clima, ha advertido que esta podría convertirse en la “COP menos inclusiva de la historia”.

“Sin las delegaciones de los países en desarrollo, se pondrá en duda la legitimidad de las decisiones”, afirmó Stela Herschmann, experta en política climática del Observatorio del Clima.

Incluso entre las delegaciones que han logrado confirmar su asistencia, la tendencia ha sido reducir el tamaño de los equipos, incluso en el caso de la propia ONU y Brasil. Esta limitación, según Herschmann, puede afectar al ritmo y la calidad de las negociaciones.

“Los equipos pequeños tienen que dividirse en diferentes salas, lo que sobrecarga a los negociadores. Como resultado, las ambiciones tienden a disminuir”, explicó.

Estados Unidos fuera y la ambición de China en foco

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2025 provocó una nueva retirada del Acuerdo de París por parte de Estados Unidos, el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo. “Además de los efectos sobre el objetivo global de reducción de emisiones, esta salida también tiene un impacto en la financiación climática mundial”, afirmó García. Sin embargo, señaló que el país nunca ha cumplido plenamente sus compromisos financieros y añadió que los gobiernos estatales y municipales del país podrían intentar llenar el vacío dejado por la administración federal.

Con la retirada, las NDC presentadas por Estados Unidos en 2024 ya no son válidas. En cuanto a los demás actores clave en el ámbito climático, la Unión Europea recién presentó sus planes y China ha anunciado unos objetivos que, en general, se consideran por debajo de las expectativas.

En un discurso pronunciado en la Asamblea General de la ONU en septiembre, el líder chino Xi Jinping anunció que el país tiene la intención de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero entre un 7% y un 10% para 2035, tomando como referencia el pico registrado en los últimos años.

Los expertos consideraron que este compromiso era vago e insuficiente, sobre todo teniendo en cuenta que China representa alrededor de un tercio de las emisiones mundiales. Sin embargo, Beijing tiene un historial de superar sus objetivos, a veces cautelosos.

Además, con la retirada del liderazgo climático de Estados Unidos y la Unión Europea, crece la presión para que China tome la iniciativa en la agenda climática mundial. A pesar de sus modestos objetivos, el país es considerado el único con suficiente peso político y capacidad tecnológica para desempeñar este papel.

Beijing ha rechazado a menudo la idea de posicionarse explícitamente como líder climático. Según Niklas Weins, profesor del departamento de estudios internacionales de la Universidad Xi’an Jiaotong-Liverpool, China no considera estratégico asumir el papel de “líder único” en cuestiones internacionales, incluido el medioambiente.

“Estados Unidos suele ocupar esta posición, y los chinos comprenden el peso que conlleva esta imagen. Por lo tanto, en el ámbito ambiental, lo que el país desea es un liderazgo distribuido con una cooperación Sur-Sur reforzada”, explicó Weins a Dialogue Earth.

El Sur Global en el punto de mira

Los expertos también abogan por un papel más activo de las economías emergentes en la transición ecológica. Según García, el liderazgo de países de ingresos medios como China, Indonesia, Sudáfrica y Brasil es esencial para hacer posible una economía global con bajas emisiones de carbono.

“Producen aproximadamente la mitad de las emisiones mundiales, un porcentaje que probablemente aumentará. Si no logran reducir estas emisiones y adaptarse a los inminentes impactos climáticos, toda la transición ecológica estará en peligro”, afirmó. 

Al mismo tiempo, muchos consideran que la transición climática mundial está abriendo una oportunidad de desarrollo única para los países del Sur Global, especialmente en América Latina. “Estos países aún tienen una gran oportunidad para ampliar sus mercados [energéticos] y dar a sus poblaciones acceso a energía que ya proviene de fuentes renovables”, afirmó Herschmann. “Es una oportunidad para aprovechar este momento de transformación y corregir las desigualdades e injusticias estructurales”.

Para Corrêa do Lago, América Latina tiene ante sí la oportunidad de asumir un liderazgo sin precedentes en la búsqueda de la justicia climática. Marcada históricamente por posiciones fragmentadas en la agenda climática, la región ha buscado una mayor coordinación en los foros multilaterales, con el objetivo de llegar a la COP30 con una agenda más unificada e influyente.

Tanto Herschmann como Maass comentaron que reforzar la posición del Sur Global en el debate será esencial, pero insuficiente sin la participación de las grandes potencias. “Estamos asistiendo a un fortalecimiento del Sur Global, pero líderes como Estados Unidos y la Unión Europea deben seguir comprometidos y fijar objetivos ambiciosos. Al fin y al cabo, son históricamente responsables del cambio climático”, afirmó Herschmann.

La COP30 tendrá lugar en Belém, Brasil, del 10 al 21 de noviembre. 

Este artículo fue publicado originalmente en Dialogue Earth