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Triunfo demócrata

Zohran Mamdani conquista la alcaldía de Nueva York y marca un camino ante Trump desde la izquierda en EEUU

Zohran Mamdani celebra la victoria en la fiesta de seguimiento de resultados electorales en el Brooklyn Paramount el 4 de noviembre de 2025 en Brooklyn, Nueva York.

Andrés Gil

Nueva York —

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Zohran Mamdani será el nuevo alcalde de Nueva York a partir del 1 de enero. Será el primer alcalde musulmán de la ciudad, el más joven en 100 años –tiene 34– y el segundo perteneciente al DSA –Socialistas Democráticos de América–, después de David Dinkins (1990-1993). Pero Mamdani, sobre todo, hace historia con el triunfo en la ciudad de Nueva York, la más importante de EEUU y uno de los iconos del capitalismo occidental, porque ahora, a diferencia de hace tres décadas, el DSA es un actor político relevante en el ecosistema del Partido Demócrata: gana primarias e imprime un impulso de programa y narrativa de izquierdas a un transatlántico que quedó muy tocado y deprimido tras la victoria de Donald Trump contra Kamala Harris hace exactamente un año. “La esperanza vive”, ha dicho Mamdani este martes por la noche ante sus seguidores, en el Paramount Theatre de Brooklyn: “Si bien emitimos nuestros votos individualmente, elegimos la esperanza juntos. Esperanza sobre la tiranía. Esperanza sobre el poder del dinero y las ideas mezquinas. Esperanza sobre la desesperación. Ganamos porque los neoyorquinos se permitieron tener la esperanza de que lo imposible pudiera hacerse realidad. Y ganamos porque insistimos en que la política ya no sería algo que nos imponen. Ahora es algo que hacemos”.

Y esa parálisis, esa duda existencial sobre cómo responder a un presidente cuya agenda ultra achica los espacios democráticos, coloniza la justicia, tiene dominado el legislativo, persigue a sus oponentes y amenaza a las cadenas de televisión con quitarles la licencia si le critican, tiene ahora una alternativa de éxito diferente a lo ensayado hasta el momento por el Partido Demócrata y que se tradujo en sendas derrotas ante Trump en 2016 y 2024. Un camino diferente también en un asunto muy sensible en una ciudad como Nueva York, con tanta diversidad étnica, y es la solidaridad con el pueblo palestino y la condena del genocidio y el Apartheid israelí, que ha servido como coartada al establishment demócrata y al trumpismo para ridiculizarlo como simpatizante incluso de un hipotético nuevo 11-S.

A pesar de eso, con más del 90% escrutado, Mamdani logra un 50,4 % de los votos, seguido por Cuomo (41,6%) y Sliwa (7,1%). Mamdani, el socialismo democrático abanderado por el senador por Vermont Bernie Sanders como un llanero solitario de lado a lado del país, ese socialismo democrático que convirtió en un hecho político relevante la entrada a la Cámara de Representantes de figuras como Alexandria Ocasio-Cortez y Rashida Tlaib, ha demostrado en esta campaña que es capaz de articular un movimiento político y social con una organización de unas 16,.000 personas en Nueva York con más de 100.000 voluntarios movilizados por el candidato, haciendo turnos desde las 9.00 de la mañana a las 9.00 de la noche para tocar hasta tres millones de puertas pidiendo el voto para Zohran Mamdani.

Un socialismo estadounidense que hinca sus raíces, como el europeo, en el siglo XIX y principios del XX. Y hasta ese momento originario ha echado la mirada atrás Mamdani en su discurso para celebrar la victoria electoral en el Paramount Theatre de Brooklyn ante cientos de seguidores felices. Mamdani se ha acordado del cinco veces candidato presidencial socialista Eugene V. Debs: “Puede que el sol se haya puesto sobre nuestra ciudad esta noche, pero como dijo Eugene Debs: 'Puedo ver el amanecer de un día mejor para la humanidad'. Desde que tenemos memoria, los trabajadores de Nueva York han escuchado de los ricos y los influyentes que el poder no les pertenece. Dedos magullados de levantar cajas en el almacén, palmas callosas por el manillar de las bicicletas de reparto, nudillos con cicatrices de quemaduras en la cocina. Estas no son manos a las que se les ha permitido ostentar el poder. Y, sin embargo, en los últimos 12 meses, se han atrevido a aspirar a algo más grande. Esta noche, contra todo pronóstico, lo hemos logrado. El futuro está en nuestras manos”.

“Nueva York esta noche nos han dado un mandato para el cambio”, ha dicho Mamdani: “Un mandato para una nueva política, un mandato para una ciudad asequible y un mandato para un gobierno que cumpla con creces esa promesa. Gracias a la próxima generación de neoyorquinos que se niegan a aceptar que la promesa de un futuro mejor fuera una reliquia del pasado”.

Y todo esto en un contexto de agresividad diaria de Donald Trump y toda su Administración, insultando al candidato, pero también en una campaña en la que Cuomo, en vez de asumir su derrota en las primarias, puso en marcha una candidatura paralela sin siquiera una desautorización formal por la dirección del Parido Demócrata, entre otras cosas porque ha estado apoyada por importantes donantes que le han dado hasta 40 millones de dólares, mientras que la campaña de Mamdani se ha financiado con aportaciones individuales, no de grandes donantes. Una campaña, además, en la que no ha tenido problemas en agitar miedos, la islamofobia, asociando al candidato con la delincuencia.

Precisamente esa diferencia tiene mucho que ver con el tipo de ejes que ha introducido Mamdani en esta campaña. Cada partido, demócrata o republicano, tiene sus propios multimillonarios que aportan mucho dinero a candidatos para ganar campañas y, después, ver recompensada esa cuantiosa aportación.

Y Mamdani ha cambiado la narrativa, porque se ha dirigido, precisamente, a esos superricos que financian a perfiles como Cuomo, pero que también financiaron a Kamala Harris o Hillary Clinton, como financian a Nancy Pelosi o los líderes demócratas en el Senado y la Cámara de Representantes, Chuck Schumer y Hakeem Jeffries. Y lo que establece su programa es, justamente “tax the rich”; es decir, una fiscalidad progresiva para llevar a cabo un programa que haga más asequible la ciudad.

“Los multimillonarios han intentado convencer a quienes ganan 30 dólares la hora de que sus enemigos son quienes ganan 20. Quieren que nos peleemos entre nosotros para distraernos de la tarea de reformar un sistema que lleva mucho tiempo roto. Nos negamos a que sigan dictando las reglas del juego. Juntos daremos paso a una generación de cambio. Y si abrazamos este valiente nuevo rumbo, en lugar de huir de él, podemos responder a la oligarquía y al autoritarismo con la fuerza que temen, no con la complacencia que ansían. Después de todo, si alguien puede mostrarle a una nación traicionada por Donald Trump cómo derrotarlo, es la ciudad que lo vio nacer. Y si hay alguna manera de aterrorizar a un déspota, es desmantelando las mismas condiciones que le permitieron acumular poder. Así no solo detendremos a Trump, sino también al próximo”.

Y ha añadido: “Donald Trump, ya que sé que me estás viendo, tengo tres palabras para ti. Sube el volumen. Exigiremos responsabilidades a los malos caseros, porque los Donald Trump de nuestra ciudad se han acostumbrado demasiado a abusar de sus inquilinos. Acabaremos con la cultura de corrupción que ha permitido a multimillonarios como Trump evadir impuestos y aprovecharse de las exenciones fiscales”.

En efecto, sus principales ejes de campaña han sido contener el precio del alquiler de las viviendas de familias vulnerables; hacer gratuitos los autobuses; poner en marcha economatos públicos para hacer más barata la cesta de la compra y establecer la gratuidad de la educación infantil.

Es decir, Mamdani ha intentado ofrecer un proyecto de ciudad asequible más allá de apelar al miedo a la ultraderecha, y con ello ha interpelado a resortes a los que también recurrió Donald Trump en su victoria de noviembre de 2024. En aquellas elecciones, Trump se presentó como el candidato de las personas trabajadoras que no llegaban a fin de mes, que no tenían para hacer la compra ni pagar el alquiler o llenar el depósito de gasolina.

“Pero Trump mintió y no cumplió”, ha dicho Mamdani. Es más, las elecciones se han producido después de más de un mes de cierre del gobierno en el que la Administración Trump ha sido incapaz de no dejar caer un programa de ayuda para alimentos que beneficia a uno de cada ocho estadounidenses mientras sí tiene dinero para acumular soldados cerca de Venezuela, hundir supuestas narcolanchas en el Caribe y el Pacífico Oriental asesinando a más de 60 personas extrajudicialmente o para demoler la mitad de la Casa Blanca para construir un salón de gala y rehacer el baño de Lincoln del edificio.

Y, todo ello, mientras celebra una fiesta a lo Gran Gatsby en su mansión de Mar-a-Lago la noche de Halloween.

A partir de ahora, el Partido Demócrata tendrá que decidir que rumbo toma de aquí a las elecciones legislativas de enero de 2026, donde se disputarán los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 35 de los 100 del Senado. Pero no sólo será una decisión que dependa de sus dirigentes, también será una decisión que estará en manos de su base política, porque la familia más progresista de ese entorno político y el DSA en concreto salen reforzados de estas elecciones y querrán replicar el modelo de Mamdani allá donde puedan disputar distritos con candidatos propios o negociando programas políticos a cambio de su apoyo.

“Apoyaremos a los sindicatos y ampliaremos la protección laboral porque sabemos, al igual que Donald Trump, que cuando los trabajadores tienen derechos inquebrantables, los empresarios que intentan extorsionarlos se vuelven insignificantes”, ha dicho Mamdani en su discurso este martes por la noche: “Nueva York seguirá siendo una ciudad de inmigrantes, una ciudad construida por inmigrantes, impulsada por inmigrantes. Y a partir de esta noche, liderada por un inmigrante. Así que escúcheme, presidente Trump: para llegar a cualquiera de nosotros, tendrá que pasar por todos nosotros. Un gran neoyorquino [Mario Cuomo, padre de Andrew Cuomo] dijo una vez que si bien se hace campaña con poesía, se gobierna con prosa. Si eso ha de ser cierto, que la prosa que escribamos siga rimando. Y construyamos una ciudad brillante para todos. Debemos trazar un nuevo camino, tan audaz como el que ya hemos recorrido. Después de todo, la opinión generalizada les diría que estoy lejos de ser el candidato perfecto. Soy joven, independientemente de mi género; soy musulmán; soy socialista democrático. Y lo más grave de todo es que me niego a disculparme por nada de esto. Sin embargo, si esta noche nos enseña algo, es que los convencionalismos nos han frenado. Nos hemos rendido ante el altar de la cautela y hemos pagado un precio muy alto. Demasiados trabajadores no se reconocen en nuestro partido [el demócrata], y demasiados entre nosotros se han volcado a la derecha en busca de respuestas sobre por qué se les ha dejado atrás”.

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