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Entre ministros y legisladores

La jura de Adorni: el vocero que se convirtió en jefe de Gabinete y consolida el poder de Karina

Javier Milei y Manuel Adorni durante el juramento del exvocero como jefe de Gabinete.
5 de noviembre de 2025 13:55 h

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A las doce en punto, las puertas del Salón Blanco se cerraron y el murmullo se apagó. Los funcionarios ya estaban en sus lugares, los fotógrafos acomodaban los trípodes y el aire tenía esa mezcla de calor y expectativa que suele preceder a los actos oficiales. Unos minutos después apareció Karina Milei, con su habitual paso rápido y gesto de control. Saludó con la cabeza a algunos ministros, se sentó en la primera fila y esperó. Los últimos en entrar fueron Javier Milei y el flamante jefe de Gabinete Manuel Adorni, cuando todos los invitados ya estaban acomodados.

Antes de que empezara la ceremonia, hubo una escena que llamó la atención. Eduardo “Lule” Menem se acercó al asesor Santiago Caputo, lo saludó con una palmada y se quedó charlando unos minutos. Karina lo vio desde su asiento, se levantó y fue directo hacia él. Lo abrazó y, al notar los lentes oscuros, lanzó una ironía: “¿Qué hacés? ¿Mucho sol?”. Caputo sonrió, incómodo, y se los quitó enseguida. El comentario, más punzante que amable, arrancó algunas miradas cómplices entre los presentes.

"¿Qué hacés? ¿Mucho sol?", bromeó Karina Milei al verlo a Santiago Caputo con lentes en pleno Salón Blanco.

A las 12.07, el Presidente caminó hacia el estrado. Saludó apenas y escuchó la lectura del decreto. “¡Adorni! ¡Adorni!”, arengaban los presentes. No hubo discursos, solo gestos de euforia y el instante en que el vocero presidencial se transformó en jefe de Gabinete. La comunicación —núcleo del mileísmo— se institucionalizaba en el cargo más político del gabinete.

Entre los invitados estaban desde los padres del Presidente hasta el titular de la Sociedad Rural Nicolás Pino, pasando por Nik, el dibujante y fervoroso seguidor libertario que no se perdió la foto. También asistió casi todo el gabinete y varios legisladores de La Libertad Avanza, como Sergio “Tronco” Figliulo y Lilia Lemoine, que venían de participar de la reunión previa con Milei.

Santiago Caputo en la jura de Manuel Adorni como jefe de Gabinete.

Los aplausos, cuando llegaron, fueron intensos. Al finalizar la jura, Adorni saludó al Presidente mientras en los márgenes del salón los funcionarios empezaban a moverse. Martín Menem y el ministro Federico Sturzenegger se quedaron varios minutos bajo el busto de Manuel Belgrano, hablando en voz baja. Cerca de la salida, los padres de Milei conversaban con Nik y con Pino, mientras los fotógrafos cazaban los últimos gestos.

Antes de retirarse, el Presidente se acercó a Santiago Caputo. Hablaron unos segundos y se abrazaron largo, en silencio. Luego intercambiaron algunas palabras. Un gesto que pareció marcar el cierre del acto y la continuidad de una alianza que, pese a las tensiones internas inocultables, quizás siga intacta. ¿O fue apenas una forma de contenerlo?

Martín Menem y Federico Sturzenegger.

La jura de Adorni consolida el dominio de Karina Milei en la estructura del gobierno. En menos de una semana, la secretaria general colocó a dos de sus figuras de confianza en los cargos clave y desplazó a los intermediarios que actuaban de filtro entre el Presidente y el gabinete.

En los hechos, Adorni reemplaza a un jefe de Gabinete con peso político, como lo fue Guillermo Francos, y se convierte en el nuevo coordinador del Ejecutivo. Su vínculo directo con Karina y su ascendencia sobre el resto de los ministros lo ubican en una posición inédita: un vocero con firma.

Javier Milei y Manuel Adorni.

La designación también tiene un costado ideológico: es el triunfo del mileísmo puro sobre la fase gerencial. Adorni representa esa idea de que el gobierno se comunica mientras gobierna, y que la palabra no acompaña a la acción: la reemplaza. En su entorno aseguran que ya empezó a rediseñar la estructura de comunicación del Ejecutivo y a coordinar los proyectos legislativos que el Gobierno planea enviar en diciembre.

El vocero llegó al gabinete con la legitimidad de la exposición: desde su atril construyó autoridad, no tanto por lo que dijo, sino porque nunca dejó que otro lo dijera por él. A partir de hoy, esa autoridad tiene firma y despacho propio. Se transformó en ministro, pero el mensaje sigue siendo el mismo.

PL / NB

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