La creación de una Superliga por el dinero del fútbol provoca una guerra deportiva, económica y política en Europa

Diego Larrouy

elDiario.es —

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A finales de los años setenta del siglo XIX, un albañil de Glasgow, Fergus Suter, se convirtió en el primer jugador de fútbol que cobró por dedicarse a ello. Su fichaje por el Darwen y, posteriormente, por el Blackburn Rovers, rompía con las normas hasta la fecha, que prohibían el profesionalismo, limitando la práctica del deporte para las clases altas, mientras que los obreros, con largas jornadas de trabajo y mucho menos tiempo libre quedaban, de facto, excluidos. Tras Suter, no sin problemas, el fútbol pasó a convertirse con el paso de las décadas en un deporte de masas que atrajo a las clases obreras de toda Europa.

150 años después, un grupo de grandes y ricos clubes europeos (no todos) ha dado un golpe sobre la mesa al presentar un acuerdo para la creación de la Superliga europea. Se trata de un formato de competición en la que los 15 grandes equipos tendrían una plaza fija y habría invitaciones para otros cinco. Pero se trata de mucho más que ello puesto que supone romper, de facto, con las estructuras actuales del fútbol europeo y mundial, debido a que sería una competición gestionada íntegramente por estos equipos al margen de las federaciones nacionales, europeas (UEFA) y mundial (FIFA), quienes ya han expresado su rechazo.

La lista de clubes firmantes contiene al Real Madrid, Fútbol Club Barcelona y Atlético de Madrid, en España; Arsenal, Chelsea, Manchester United, Manchester City, Liverpool y Tottenham, en Reino Unido; y Inter, Milán y Juventus, en Italia. Estos doce equipos son los firmantes de esta iniciativa con la que buscan desvincularse de la Champions League, actual competición de clubes europeos a la que se accede mediante méritos en las ligas nacionales. Estos participantes, y otros tres, se convertirían en miembros fijos de esta competición. Son, por otro lado, doce de los clubes con mayores ingresos y presupuestos de Europa, quedando fuera otros grandes nombres como Bayern de Munich o Paris Saint Germain, quienes han evitado posicionarse a favor de esta competición. Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, es el primer presidente de esta competición.

La guerra viene de lejos, pero se ha precipitado con el desplome de ingresos de los clubes a causa de la pandemia y los estadios cerrados al público. Hasta ahora, los ingresos del fútbol se ven canalizados por millones de euros de ingresos anuales por televisión y patrocinio a los clubes más ricos del mundo que complementan sus ingresos nacionales con pagos multimillonarios en la Liga de Campeones. Mayores cuando más lejos se llega en la competición. Este formato beneficia, en algunas ligas más que en otras, a los clubes pequeños, que reciben mayores ingresos por participar en competiciones con los grandes clubes del mundo.

Ahora, la Champions se verá sin sus grandes equipos, protagonistas en muchos casos de las finales de los últimos años. Los equipos 'separatistas', como lo han dado a llamar algunos medios, gestionarán ahora íntegramente los ingresos de esta nueva competición que se beneficiará de unir a los grandes jugadores del mundo en una competición anual. Y las estimaciones que se han hecho hasta ahora dan buena cuenta del ingente volumen de ingresos que buscan asegurarse estos equipos y que, en último término afectaría a la clase media y baja de las ligas nacionales que, en este caso, se verían perjudicados. “Los pagos de solidaridad serán mayores que los actualmente generados por el sistema europeo de competición y se prevé que superen los 10 000 millones de euros a lo largo del periodo de compromiso de los clubes”, explican los creadores de la Superliga en un comunicado. Solo de primeras por comenzar esta competición serán 3.500 millones.

Según informa el Financial Times, los clubes fundadores recibirán entre 100 y 350 millones de euros cada uno por unirse a la competición, contando con poder seguir participando en las competiciones nacionales, algo que todavía no estaría claro. Con unos ingresos previstos de 4.000 millones de euros para la competición a través de las ventas de medios y patrocinios, los clubes recibirían un pago fijo de 264 millones al año. Según han destacado distintos medios, el gigante financiero JPMorgan, sería el encargado de financiar con deuda este proyecto. No hay fechas para el inicio de esta competición, únicamente que lo hará “lo antes posible”. Una vez arrancada, los clubes impulsores buscarán hacer lo mismo en el fútbol femenino.

El descontento de los grandes clubes con el actual formato de competición viene de lejos y la UEFA había intentado en los últimos meses crear un nuevo modelo de Champions League que, entre otras cuestiones, garantizara más partidos y, por tanto, más ingresos a los equipos participantes. En los últimos meses se ha mantenido un diálogo intenso con los órganos de gobierno sobre el futuro formato de las competiciones europeas. “Los Clubes Fundadores creen que las soluciones propuestas por los reguladores no resuelven las cuestiones fundamentales, que son tanto la necesidad de ofrecer partidos de más calidad, como obtener recursos financieros adicionales para todo el mundo del fútbol”, apuntaba el comunicado de esta docena de equipos.

Las federaciones cargan contra el anuncio

El formato ha generado un fuerte debate en las últimas horas, después de que los fundadores de la Superliga oficializasen este domingo el rumor que venía creciendo en los últimos años. Y el rechazo llega desde dentro y desde fuera del deporte.

En lo que se refiere a lo meramente deportivo, aunque en este caso nada lo es exclusivamente, la FIFA, la UEFA, la Federación Española, La Liga, la Federación Inglesa, la Premier League, la Federación Italiana y la Serie A emitieron un comunicado conjunto este mismo domingo rechazando de plano este modelo de competición. “Seguiremos unidos en nuestros esfuerzos para detener este cínico proyecto, un proyecto que se fundamenta en el interés propio de unos pocos clubes en un momento en el que la sociedad necesita más que nunca la solidaridad”, señalaba el comunicado.

Los firmantes de este comunicado, cabe recordar, son los organizadores no solo de las competiciones europeas (Champions League y Europa League) sino también de las competiciones nacionales y del fútbol de selecciones (Eurocopa, Liga de Naciones o Mundial) y son, por tanto, los gestores de los ingresos televisivos y de patrocinios de estos campeonatos. Es por ello que, con el objetivo de hacer frente a un proyecto que les vaciaría de ese poder en favor de los clubes más ricos, han lanzado una advertencia: “Como ya habían anunciado la FIFA y las seis confederaciones, los clubes en cuestión no podrán jugar en ninguna otra competición a nivel nacional, europeo o mundial, y sus jugadores podrían verse privados de la oportunidad de representar a sus selecciones nacionales”.

Es decir, según este comunicado, los clubes quedarían fuera de las ligas nacionales y los jugadores no podrían participar en sus respectivos nacionales. Los mundiales o eurocopas se verían sin las grandes estrellas que juegan en los equipos de la Superliga: Messi, Cristiano Ronaldo, Luis Suárez, Griezmann o Sergio Ramos, entre muchos otros, quedarían excluidos de estas competiciones. Aunque esto, en último extremo, estaría por ver, ya que los patrocinadores pueden llegar a tener mucho poder en el mundo del fútbol y podrían presionar para que no fuera así.

Polémica más allá del fútbol

Pero las críticas han llegado también desde fuera del mundo del fútbol. Los Gobiernos de Reino Unido, el país que tiene más representantes en el nuevo formato competitivo, o Francia, donde su principal club se ha mantenido al margen, han rechazado públicamente la creación de esta Superliga y han respaldado la oposición que están llevando a cabo la UEFA y la FIFA. El presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, ha asegurado que un formato de este tipo acaba con el “principio del mérito deportivo”. Dirigentes como el presidente Húngaro, Viktor Orban, o el ex primer ministro italiano Enrico Letta, se han mostrado también en contra de esta competición. En España todavía no se han producido posicionamientos por parte del Gobierno.

Las asociaciones de clubes de fútbol, de aficionados y de futbolistas a nivel europeo también han mostrado su preocupación por este modelo de fútbol. “Nos oponemos firmemente”, expresó en un comunicado la ECA, que representa a más de 246 clubes de toda Europa y de cuya dirección dimitió recientemente el presidente de la Juventus, que se ha unido a la Superliga. En los mismos términos se ha posicionado la FSE, una organización que engloba a las hinchadas de equipos de todos los niveles en Europa. “Es un esquema impopular, ilegítimo y peligroso a la vista de una amplia mayoría de los fans”, apunta en un comunicado. La Asociación de Futbolistas Profesionales ingleses (PFA) también ha criticado en un comunicado un modelo de competición que va en detrimento de las competiciones nacionales y de la profesionalización del fútbol más allá de los primeros niveles.

El anuncio de la creación de la Superliga ha llegado, incluso a las Bolsas. Algunos de los grandes clubes del mundo cotizan en los mercados de sus países. Así, los títulos de la Juventus de Turín subían más de un 10% tras las primeras horas de cotización tras el anuncio de que iba a impulsar esta nueva competición. Falta por conocerse cómo afectará al Manchester United, otro de los clubes de la Superliga que cotiza en Bolsa, aunque en su caso en Nueva York, mercado que todavía no ha abierto. Otros equipos europeos que no participan en el torneo, pero podrían llegar a hacerlo, como el Ajax, también subía en torno a un 2%, mientras que el Borussia Dormund se revalorizaba casi un 3%.

El tema de la Superliga está lejos de solucionarse y en los próximos meses se mostrará una discusión continua entre las partes que, incluso, podría llegar a los tribunales, tal y como han expresado las federaciones europeas y mundiales. “Consideraremos todas las medidas a nuestro alcance, a todos los niveles, tanto judiciales como deportivos, para evitar que esto suceda. El fútbol se basa en las competiciones abiertas y el mérito deportivo; no puede ser de otra manera”, señalaban en su comunicado.