Crisis climática

Sequía extrema, incendios y desilusión: el vino, el aceite y la ganadería cierran el verano más difícil para el agro español

Cristina G. Bolinches

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“Está siendo un verano complicado porque ha sido una ola de calor tras otra. La primera, en junio, llegó muy pronto e hizo mucho daño, porque quemó gran parte de la uva”. Joaquín Vizcaíno, viticultor de Albacete no pone paños calientes a los complicados meses estivales que está viviendo el campo. “Con más de 35 grados, las plantas entran en letargo y no generan más producción. Se cierran y se protegen”, explica el también responsable del sector vitivinícola de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (Coag). “Y para la maduración de la uva es importante el contraste térmico, que las temperaturas bajen de noche por debajo de grados”, resume. Una diferencia de grados diurnos y nocturnos que no ha sido la tónica dominante en gran parte de este estío.

El de Vizcaíno no es un caso aislado. En las últimas semanas se han sucedido los avisos por parte de diferentes organizaciones agrarias y ganaderas. Por un lado, cosechas que se desploman. Por otro, vendimias que se adelantan como consecuencia de las altas temperaturas. Y, al mismo tiempo, costes de las materias primas disparados e incendios que golpean dejando tierras yermas que obligan a buscar nuevos pastos para el ganado. En algunos casos, incluso, se están sacrificando vacas lecheras porque es más rentable su venta que mantenerlas para seguir produciendo. 

“No recuerdo un verano como este”

Los problemas del sector ganadero los resume Charo Izquierdo, que cuenta con una cabaña de 160 vacas en Cantabria, la mitad de ellas, de ordeño. “Tengo 64 años y jamás, ni con mis padres, ni trabajando sola, recuerdo un verano como este. Está siendo muy complicado. Las vacas lo están pasando francamente mal, no solo ha bajado la producción de leche, tampoco se han quedado preñadas”, asume. “Por 2003 también vivimos un verano cálido, pero no fue como este. Este año, en la alta montaña, no ha caído ni una gota”.

“No es solo que hayan sido unos meses difíciles. Esta situación nos afecta mucho económicamente. Se van a retrasar los partos y vamos a tener que comprar más forraje para guardarlo para el invierno porque nos están diciendo que va a escasear la comida”, reconoce Redondo. “Normalmente lo traemos de Zaragoza o de Castilla, pero puede haber un momento en que no haya. Tampoco sabemos si hay agricultores que se están guardando el forraje para especular”, lamenta la ganadera cántabra. En su caso, de momento, aguanta. “No creo que pueda estar dos veranos así. Nos vamos a hipotecar para dar de comer a las vacas, pero si un verano así se repite, no resisten. Yo soy humana y me meto en casa, pero las vacas… es que no querían comer, si les hemos puesto aspersores para que fueran a comer casi obligadas”.

Y si no son rentables, hay vacas que se sacrifican. Las organizaciones agrarias reconocen que se llevan al matadero porque es una vía para obtener liquidez y mantener las explotaciones. Los últimos datos, del mes de junio, indican que la producción de leche en España se está recortando a un ritmo del 2,7%. Al mismo tiempo, en mayo, el número de cabezas de bovino que llegaron a los mataderos se incrementó en un 10%; y faltan por conocer los datos del verano, que son los meses donde más se reduce la producción de leche.

La desilusión tras los incendios

Septiembre se inicia con un respiro de las temperaturas, pero con tormentas y granizadas históricas. Estas llegan después de los mayores incendios en años, no solo en Levante, también en zonas tradicionalmente agrícolas y ganaderas, como Zamora. “A mí no me afectaron directamente, pero estoy muy cerca. La sequía, los incendios, la gente está muy desilusionada porque ve que está todo quemado y arrasado. Es muy triste”, explica el agricultor Álvaro Díaz. “Vemos que no todos los ganaderos encuentran adónde ir. Están yendo a pueblos a 25 kilómetros, pero no es fácil, porque allí ya hay ganado”. A eso se suma, indica, que no todo el mundo puede donar paja “porque para el secano ha sido un año muy malo”. 

La derivada que más golpea a Díaz tras los incendios de la Sierra de la Culebra y de Tábara tiene que ver con los animales que han logrado sobrevivir y ahora tienen que buscar alimento en otras zonas. “Ciervos, jabalíes y corzos han bajado a esta zona y están arrasando cultivos de regadío. Se lo hemos explicado a la Junta [de Castilla y León] y nos dicen que no tienen constancia de daños, pero si les hemos enseñado fotografías”. Añade, además, que la falta de agua deriva en que no tenga garantizado el riego para la próxima campaña. “Como no empiece a llover, no va a ver quien aguante”, sentencia. 

En el caso de los ganaderos y agricultores de la zona de Tábara, sus protestas ya se han traducido en manifestaciones en las que reclaman que, al menos, se agilicen las compensaciones a los afectados por los incendios.  

Una tormenta perfecta

El impacto de las llamas es obvio pero hay otros, como el del aumento de los costes de producción, de la electricidad y de la energía, que combinados con la sequía derivan en un cóctel explosivo. Así le ocurre a los productores de aceite de oliva. “Esto es una tormenta perfecta”, resume Juan Luis Ávila, olivarero jienense. “La sequía es un detonante, en la cuenca del Guadalquivir no deberíamos estar en esta situación. El problema es que se ha despilfarrado mucha agua. Si se hubiese hecho bien, aún con sequía, no tendríamos una cosecha tan baja”. De momento, se trata de previsiones pero estas indican que puede ser un 60% más baja. 

Y los precios no crecen igual para todos. “El aceite de oliva en origen ha subido 30 céntimos el kilo; a los consumidores les ha subido 1,30 euros. A río revuelto, ganancia de pescadores”, critica Ávila. Yo tengo una explotación de 45 hectáreas de olivar. Mi coste energético se ha incrementado en unos 12.000 euros respecto a hace un año. A eso le sumas los fitosanitarios, el abono y el gasóleo, que están al doble. Y a eso le añades que voy a tener una cosecha un 40% inferior. Esto es como si a un trabajador del régimen general le dicen que en lugar de un mes tiene que trabajar dos para ganar lo mismo“, resume.

El problema de los costes viene de lejos. No es un tema de este verano, sino que es una de las principales consecuencias de la guerra en Ucrania, que ha provocado un terremoto en los precios de la energía, en los cereales y en los fitosanitarios. Eso afecta, también, a sectores que, a priori, no han vivido un verano tan complicado, como el de los cítricos. “Venimos de una campaña citrícola que fue un desastre, con precios ruinosos”, indica el agricultor valenciano Ricardo Bayo. Su campaña aún no ha arrancado, lo hará en las próximas semanas con las primeras variedades de clementinas pero, de entrada, tampoco hay optimismo. 

“Está siendo un verano difícil por los costes de la energía. A las comunidades de regantes, la electricidad [que se usa para el bombeo] se nos ha duplicado. De 16 céntimos el metro cúbico hemos pasado a 32 céntimos. En nuestra comunidad, menos mal que había fondos, y hemos podido gastar 150.000 euros. Hemos alquilado grupos electrógenos, de diésel, porque eso era más barato que la electricidad para bombear en horario valle”. En ese 'suma y sigue' de problemas para cubrir gastos también están otros segmentos, como el arroz o la producción de miel, donde es muy difícil que salgan los números.

Solo en herbáceos, COAG calcula que la caída de producción ronda el 25%. En segmentos ligados a la industria, como el tomate, la reducción de la superficie plantada este año alcanza el 30%. Esta semana, la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) ha cuantificado en un 50% la reducción de la producción de almendra, solo en Granada, la principal provincia productora de Andalucía. 

Reunión la próxima semana

Esta concatenación de problemas ha derivado en una nueva reunión de la mesa de la sequía, que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha convocado para este lunes 5 de septiembre.

En esa mesa estarán tanto representantes del ministerio encabezado por Luis Planas, como de Transición Ecológica y Reto Demográfico. También, comunidades autónomas, organizaciones profesionales agrarias, cooperativas agroalimentarias y comunidades de regantes.

El objetivo de esa mesa es evaluar la incidencia de la sequía en el sector agrario, ver cómo está golpeando a cultivos y ganado. De la anterior reunión, en marzo, ya derivaron medidas, que hoy el sector ve como insuficientes. Entre ellas, el aplazamiento de cuotas de la Seguridad Social o la reducción del número mínimo de jornadas reales cotizadas para acceder al subsidio por desempleo o a la renta agraria a favor de trabajadores eventuales agrarios que residen en Andalucía y Extremadura.