soy gorda (esegé)

¿De quién es la cuestión del peso?

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“De pequeño yo estaba gordo, tenía pluma, era empollón y bastante torpe, mi familia no era tradicional y mi madre estaba visiblemente enferma. Todo aquello que hace que el resto tenga pánico si no eres como ellos; pero si aparentas ser feliz, entonces estás cuestionando su propia felicidad”, dice el escritor e influencer compostelano Roy Galán.

Peso, altura, sexualidad, etnias, colores deseos, algunos ejemplos de la diversidad humane. En la variedad está el gusto y eso da mucho gusto, aunque algunes le temen y suelen inquietarse y rechazar en otres lo que no soportan de sí. Si tienen alguna clase de poder se adueñan de las palabras, de las imágenes, se erigen en propietarios de una única verdad. Dan cátedra, recetan, sonríen desde las pantallas. O condenan desde alguna tribuna.

Residente en Canarias, Galán es un conocido activista de la comunidad lgbt+, que no intenta convencer a sus interlocutores ni desde la victimización ni desde la furia. Su modo es amable, dulce y poético. Al menos, así se lo ve y se lo escucha en sus videos, así viaja a la infancia, cuando todo es descubrimiento y une mira y se mira de manera inaugural, en las palabras y los gestos que les otres tienen con nosotres:

Espejo, espejito: ¿Qué es lo más hermoso de este reino?

Ser y estar. Eso es lo más hermoso

Galán recuerda de un modo diáfano lo que sentía con relación a los demás:

De pequeño yo tuve un refugio, un poder, el saber que aquellos que querían herirme estaban equivocados.

Y ahora cuando siento miedo.

Porque todos tenemos miedo a que no nos quieran.

Regreso a ese niño.

Regreso a esa casa en la que éramos cuatro personitas creciendo.

Regreso al regalo abierto y al zumo.

Me giro

Y digo.

Abrázame.

Este fragmento me recuerda al de un texto del austríaco Peter Handke, Nobel de Literatura, sobre ese momento de la educación sentimental en el que gestos y palabras dejan huellas en apariencia indelebles. Me refiero a los primeros años de vida, cuando los deseos no tienen límites y aparece la cultura con sus normas para recordarnos los peligros y los cuidados que se deben tener. Un período en que todo lo que recibimos es alimento para la mente, el cuerpo y el alma. Ingesta y amenaza. Depende… Todo depende... De según cómo se mire… todo depende.

las moras le caían en la mano como sólo caen las moras

y así es todavía,

las nueces frescas le ponían áspera

la lengua

y así es todavía,

en cada montaña

tenía el deseo de una montaña más alta

y en cada ciudad

el deseo de una ciudad aún mayor

y así es todavía,

en la copa de un árbol agarraba

emocionado las cerezas

como aún lo sigue haciendo,

tenía miedo de cualquier extraño

y aún lo tiene todavía,

esperaba la primera nieve

y así la espera todavía.

Cuando el niño era niño

tiró un palo como lanza contra un árbol,

y hoy vibra todavía.

Una encuesta reciente entre 8 mil mujeres residentes en la Argentina reveló que a más del 67 por ciento le sugirieron bajar unos kilos, entre los cinco y los 17 años, y que el 97 por ciento del total hizo dieta, en algún momento de su vida. Régimen regimentado. Regimiento de personas adiestradas, cortadas por la misma tijera (¿Las increíbles aventuras del Señor Tijeras, de Sui Generis?). El estudio lo realizó la ONG #hermanasoltalapanza, liderado por Lala Pasquinelli, quien arrancó en la escena pública desarmando y haciendo collage, junto a otras mujeres activistas, con las imágenes de las figuras femeninas de las revistas.  La campaña se llamó Mujeres que no fueron tapa y estuvo abierta a todas las que quisieron participar, sin discriminaciones.

Las respuestas al sondeo son la consecuencia de una práctica muy instalada: se elogian o defenestran los cuerpos ajenos, como si fueran materia opinable para cualquiera, derecho y propiedad de hombres y mujeres patriarcales, padres y madres, poderosos e impunes amparados por un sistema que no respeta las distinciones más elementales de forma, color, origen, lengua y que aspira a un modelo único, más manipulable, gobernable.

Fue lo que pasó con Moria Casán y con la bebé de Isabel Macedo. La fama, parece, se cobró su precio. Cualquiera cree que puede maltratar a otre ser humane, sea una artista, une menor de edad, une representante de algún pueblo originario, y muchos etcétera.

Frases como ¡Qué gorda! es sinónimo de ¡Qué fea!, ¡Qué vieja! equivale a No estás autorizada a ponerte lo que quieras, ¡Osito cariñosito! Es igual a Sos un pesado, sos un obeso. A mí/ tú/ vos/ elle/ nosotres/ vosotres/ elles ¿quién nos preguntó? Let It Be.

Esas frases que lastimaron al árbol, al pájaro, al humane, como remata el poema de Handke, vibran todavía.

Algo así ocurrió con la periodista y presentadora de la tele estadounidense Keely Shaye Smith, segundo gran amor de Pierce Brosnan. Ella es una bellísima mujer cuyo cuerpo cambió luego de sus dos embarazos. Subió de peso, y la industria de la comunicación y del entretenimiento la criticó por su “falta de medida”.

“La tristeza acaba convirtiéndose en una parte indeleble de tu psique”, dijo el famoso intérprete irlandés, quien perdió a su primera esposa y a una de sus hijas por cáncer de ovarios. La pareja Keely-Pierce sueña desde el comienzo con un mundo diferente, donde todas las personas reciban miradas afectuosas, de aceptación y ternura, de empatía y cuidado, más allá de sus orígenes, sus figuras, sus enfermedades, su cartel. La animadora Smith (59 años) y Brosnan, ex agente 007 (de 68), no sólo son estrellas rutilantes en los espacios mediáticos. También trabajan en diversas causas que procuran una vida mejor en nuestro planeta, una vida inclusiva, donde convivan (sean y estén) todos los cuerpos. Como decía el poema: Ser y estar. Eso es lo más hermoso.

LH