Desde 1813 hasta hoy todos los argentinos cantan el Himno Nacional. A menudo ese canto es tan solo en murmullo mecánico de alguna rutina escolar, alguna obligación cívica, alguna fecha patria. A veces se ensancha hasta hacerse proclama de un nacionalismo guerrero, y también surge en boca de grupos políticos, que subrayan así su pertenencia a la Nación. Y, por supuesto, se canta en eventos deportivos. Algunos cantarán el himno buscando fundirse en la comunidad, otros para aplacar el poder del Estado.
Más allá de las diferencias en su uso e interpretaciones, lo cierto es que Argentina lleva la marca de este grito sagrado creado por orden del gobierno “para inflamar el espíritu público”. El 22 de julio de 1812, el Primer Triunvirato le sugirió al Cabildo de Buenos Aires la composición de una marcha de la patria para ser interpretada al principio de las funciones teatrales y en las escuelas al finalizar diariamente las clases, debiendo el público escucharla de pie y descubierto. Al año siguiente, la Asamblea General Constituyente del Año XIII le encargó a Vicente López y Planes la letra del himno y a Blas Parera, la composición de una nueva música. El 11 de mayo de 1813 se aprobó como Marcha Patriótica.
La tradición afirma que la canción fue interpretada por primera vez en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, quien habría entonado los primeros acordes, aun cuando ella no dejara escrito alguno que hiciese mención a ese suceso.
La letra original era marcadamente independentista y antiespañola de acuerdo al espíritu de la época. Tiempo después, la Asamblea del año XIII pide un “arreglo” en la letra con la idea de conservar un acercamiento político con diplomáticos españoles.
En 1860 Juan Pedro Esnaola realizó algunos cambios a la música, basándose en anotaciones manuscritas del compositor, creando una versión orquestada más rica desde lo armónico. Su versión original dura 20 minutos. En 1900, se reglamentó por decreto del Poder Ejecutivo utilizar una versión reducida de la marcha para actos oficiales y públicos. En 1924, se abrevió a entre 3 minutos 30 segundos y 3 minutos 53 segundos.
Tiempo después, gracias al hallazgo de una partitura en el Museo Histórico Nacional, atribuida a Blas Parera, se introdujeron arreglos a la versión de Esnaola y esta se estrenó al público en el Teatro Colón el 25 de mayo de 1927, recibiendo críticas.
Por decreto del entonces presidente, Marcelo T. de Alvear, se aconsejó hacer una versión más parecida a la de Juan Pedro Esnaola. Por decreto 10.302, del 24 de abril de 1944, la marcha fue aprobada como himno. Su versión vigente corresponde a la transcripción realizada por Luis Lareta que se ajusta a lo acordado el 25 de septiembre de 1928 por el Poder Ejecutivo Nacional.
Así, el Himno Nacional –como arma, escudo, invocación, estímulo, coartada o incluso simple lugar común– atraviesa toda la historia argentina.
Un hito en la historia del Himno ocurrió en 1990 con la versión de Charly García. El músico hizo una versión distinta a la tradicional. Eso provocó una polémica y una demanda en la justicia por ultraje a un símbolo patrio.
En la versión de Charly, el texto es el mismo; y si bien el tempo tampoco varía, la música sufre ligeras modificaciones. Las principales innovaciones son melódicas; también hay cambios en la instrumentación, la dinámica y la textura vocal.
Sin embargo, en 1990, una persona presentó una demanda por ultraje a un símbolo patrio, lo que llevó al músico a un juicio. El juez desestimó la demanda, considerando que no había delito. Y en el año 2000, la Justicia autorizó la difusión de la versión de Charly en las radios.
Esta controversia –que estuvo en la agenda pública por mucho tiempo y generó acalorados debates– marcó un antes y un después en la forma en que se percibe el Himno Nacional Argentino. Y una prueba de ello, es cómo se entona hoy en las canchas de fútbol y eventos deportivos, con un fervor que dista mucho del acto escolar o el protocolar.
Himno Nacional Argentino
¡Oid mortales el grito sagrado
libertad, libertad, libertad!
oid el ruido de rotas cadenas
ved el trono a la noble igualdad.
Ya a su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud,
y los libres del mundo responden
¡Al gran Pueblo Argentino salud!
Sean eternos los laureles,
que supimos conseguir,
coronados de gloria vivamos,
o juremos con gloria morir.
MP