El orfebre argentino de origen español Juan Carlos Pallarols, hijo, nieto y bisnieto de célebres plateros, inició la construcción del 'cáliz de la paz', con la fundición de balas disparadas en la guerra, para entregárselo al papa León XIV. Un gesto que espera sirva para “unir a la humanidad”.
En su casa-taller de San Telmo, uno de los barrios míticos de Buenos Aires, Pallarols congrega a sus allegados y familiares para convertirlos en testigos del inicio de una nueva obra de arte.
Entre copas de vino, saludos, abrazos, reliquias, sarcófagos, cuadros de artistas consagrados y un piano de cola, Pallarols, de 82 años, enciende el fuego, coloca un pequeño crisol en el horno y reparte a sus invitados pedazos de metal, que corresponden a pétalos de rosas hechos con balas fundidas.
Los congregados, uno a uno, pasan ante el horno, arrojan el metal y convierten el taller en un lugar de peregrinación.
Antes, habían cincelado a mano la base del cáliz, pues el objetivo es que el copón llegue al Vaticano impregnado por el trabajo y el espíritu de muchas personas. “Unir a la humanidad”, dice el artista.
En su taller, abarrotado de herramientas, viejas mesas de madera noble y un horno que funde oro, plata y bronce, el orfebre hace otro anuncio durante una entrevista con EFE: el cáliz de León XIV, además de balas, va a llevar restos de relicarios que él mismo hizo con sus manos para el primer santo argentino, Héctor Valdivieso.
“Yo hice los relicarios para las parroquias de las 24 provincias (argentinas) y algunos para España, porque a él lo mataron en Asturias, y de todo ese material me quedaron varios pedazos de bronce”, afirma.
También cuenta que antes de llevar el cáliz a Roma, Pallarols lo paseará por las provincias argentinas y viajará con él a Chiclayo, la ciudad del norte de Perú donde León XIV fue obispo.
Milei le devolvió el bastón de mando
Hay dos tipos de obras de arte que a Juan Carlos Pallarols le dieron fama mundial: las rosas de la paz, hechas con balas fundidas de conflictos actuales y del pasado, como Malvinas, Guerra Civil española o Segunda Guerra Mundial, y los bastones de mando que elaboró para los presidentes de Argentina.
Su primer bastón lo confeccionó para Juan Domingo Perón, en 1973, y luego lo hizo para todos los presidentes posteriores a la dictadura: desde Raúl Alfonsín (1983-1989) a Javier Milei, quien lo rechazó en 2023 porque no había esculpido en plata las cabezas de sus tres perros.
Sobre esta excentricidad, Pallarols recuerda: “Me lo devolvió porque yo no quise hacerle unos perritos en la empuñadura. En un emblema patrio no podés poner ni perritos ni el retrato de mi madre, ni de nadie. Cada emblema tiene una forma de construcción y diseño. Y me lo devolvió con una carta. Le hicieron después otro bastón de mando con los perritos”.
“Lo tengo ahí, en mi colección de bastones. Tengo los bastones que yo he recuperado porque los he comprado, algunos me los han dado los familiares de los presidentes que los usaron”, agrega sin rencor, pero con orgullo, mientras muestra a EFE esas obras de arte en metal precioso y madera.
Sobre el bastón de Milei, agrega: “No sé qué voy a hacer porque no es mío, yo lo cobré cuando lo entregué, o sea, es propiedad de la Presidencia. Creo que es muy imprudente lo que hizo el presidente al devolverlo, no es correcto”.
Ni Dalí ni Johnny Deep, con la gente desconocida
Por el taller de Pallarols desfilaron celebridades de Hollywood, príncipes árabes y reinas europeas, multimillonarios de todo el mundo y gente común. Las puertas de esta casa-museo siempre están abiertas para artistas que tocan el piano o el acordeón, o cantan tango, milonga o malagueña.
“Sí, a muchos famosos, pero cuando me quiero acordar se borra de mi memoria”, responde cuando EFE le pregunta qué personas conocidas le encargaron obras y lo visitaron en San Telmo.
Piensa un poco y, tras presumir de amistad con Joan Manuel Serrat, indica: “Johnny Deep estuvo acá y me encargó el busto de una actriz austriaca, que además era científica e inventó un sistema de comunicaciones en la Segunda Guerra Mundial”.
Hedy Lamarr fue la artífice de la comunicación inalámbrica de largo alcance y Deep encargó su busto a Pallarols para luego pedir a las autoridades austriacas que lo luzcan en una plaza pública. Al actor estadounidense le parece que a Lamarr no se le ha homenajeado como merece.
El artista prosigue: “Dalí me había pedido un mate, con su bigote hecho en oro, grande, pero se murió cuando yo lo estaba haciendo”.
Pese a haber conocido a muchas personas importantes a lo lago de su vida, Pallarols confiesa que “los trabajos más bonitos no son para gente famosa, son para aquellos que sienten la platería, el festejo, que entienden lo que es plasmar algo para toda la vida. Lo hacen con más honestidad, sin exhibicionismo y, por lo tanto, es más bonito y más auténtico”.
Con esa autenticidad, el famoso orfebre de San Telmo viajará a Roma a entregar su cáliz de la paz al papa León XIV.
Por Esther Rebollo, para la agencia EFE.
IG