Una pareja de españoles treintañeros camina alegremente por Palermo Soho. Están de vacaciones y se detienen en la esquina de Uriarte a esperar que pase el tránsito. A lo lejos, sobre la calle Guatemala, observan un grupo de personas reunidas y el sonido de bombos. No le dan importancia y retoman la caminata, despreocupados, cargando bolsos y valijas. Pero al llegar al hotel Selina, en el número 4931, donde tenían una reserva, se enteran de que el edificio ha sido tomado por sus trabajadores.
Son una pareja más entre muchas personas que esperaban alojarse y fueron estafadas tras el sorpresivo cierre de esta sucursal de la cadena internacional. “Estamos de vacaciones y teníamos la reserva hecha. Nadie nos avisó lo que estaba pasando”, comentó Noel, mientras Vanesa intentaba desde su celular conseguir otro lugar para hospedarse.
Unos 30 trabajadores de la empresa Selina —rebautizada recientemente como Socialtel— tomaron el edificio ubicado en el corazón de Palermo Soho y se declararon en asamblea permanente ante el cierre inesperado, la falta de pago de sueldos, la desaparición de los responsables y la sospecha de una estafa empresarial.
Socialtel es una cadena internacional con destinos en diferentes lugares de Latinoamerica, como Brasil, Colombia y Nicaragüa y también una locación en Tailandia. En Argentina, tenía sucursales en Córdoba y Bariloche. Según los sitios de reserva de hoteles, su puntuacion promediaba arriba de los 8 puntos sobre un total de 10.
“Las cuentas están vaciadas, nos sacaron las computadoras, no podemos entrar a las oficinas y nadie nos informa nada. Todos desaparecieron de un momento a otro. Estamos en la nada misma”, denunció Claudia Ochoa, empleada del sector administrativo quien también alerta sobre deudas con proveedores y falta de aportes previsionales.
El pasado lunes 5 de mayo, los empleados se presentaron como cada día a su lugar de trabajo. A las nueve de la mañana, una reunión gerencial anunció el cierre de todas las sucursales en Córdoba y Buenos Aires. En ese mismo momento, comenzaron a desalojar a huéspedes que ya habían pagado habitaciones con tarifas que oscilaban entre los 50 mil y 200 mil pesos la noche. Los trabajadores intentaron reubicarlos por sus propios medios.
“Estaban todos muy molestos porque los estafaron. Eran unas 20 personas que ya estaban alojadas y quedaron en la calle. Fue una locura”, agregó Ochoa.
Como Noel y Vanesa, durante toda la semana siguieron llegando huéspedes con reservas ya pagadas.
“Hubo grupos que pagaron 8 mil dólares para la semana siguiente. Unos españoles depositaron 10 mil dólares para mitad de año. Y hay muchos más casos”, contó Florencia González, ex trabajadora del área comercial. “También había convenios con universidades, colegios de Ushuaia, kinesiólogos de Córdoba y turistas extranjeros”.
La marca Selina, que llegó a tener 163 propiedades en 25 países, una valuación de 1.200 millones de dólares y una propuesta dirigida a nómades digitales (coworking + turismo), entró en crisis financiera en 2023, cuando incumplió el pago de un préstamo de 50 millones al Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La empresa fue adquirida por el grupo singapurense Collective Hospitality, que la rebautizó como Socialtel, pero mantuvo el esquema de vaciamiento.
“La empresa venía demorándose en los pagos. Teníamos la impresión de que iba a haber despidos, pero nunca imaginamos que sería de esta forma”, dijo Ochoa.
Los trabajadores denuncian un mecanismo de estafa que consistiría en una expansión agresiva, una fuerte inversión en marketing digital, promesas de comunidad, fuga de fondos y abandono. Según advierten, el cambio de nombre sería una maniobra para esquivar juicios y limpiar la imagen.
Este medio intentó comunicarse con dos de los cuatro dueños del edificio, pero no obtuvo respuesta. Los empleados también denuncian la desaparición de Pedro Dolanyi (representante legal del grupo), Juan Manuel Bautista (gerente general en Argentina) y Carlos González (responsable de Recursos Humanos), quienes habrían dejado de responder mensajes y se habrían llevado toda la documentación del hotel.
“El lunes, cuando hablamos con Dolanyi, nos dijo que no había plata. Pero es mentira. Le exigimos que hablara con Gary Murray, dueño de la cadena, y nos repitió lo mismo”, explicó Marcelo Medina, del sindicato de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos (UTHGRA). “Por su parte, los propietarios del edificio dicen que también les deben el alquiler. Es todo muy raro”.
“Si van a despedir a los compañeros, que manden los telegramas como corresponde, así iniciamos acciones legales. Lo único que dicen es que no hay plata. Pero tienen que dar alguna solución. Por ahora no hay certeza de nada”, insistió el gremialista y pidió que “aparezca Pedro Dolanyi, que vive cerca, que dé la cara porque dejaron a 30 familias en la calle”.
Desde el lunes, los trabajadores, junto al sindicato que los respalda, permanecen en el hotel. Al principio dormían en el hall, pero este miércoles pudieron acceder a algunas habitaciones. También cuentan que les cortaron el wifi y los ascensores.
Federico Cabrera, de 29 años, fue auditor nocturno y recepcionista durante tres años. “La recepción facturaba unos 3 mil dólares por turno. El hotel venía funcionando bien, igual que el restorán. Es demasiado grande para tener pérdidas. Es un verso que no hay dinero”, dijo, y agregó: “Nos prometían que nos iban a pagar todo, hacíamos doble y triple turno, pero nos estafaron”.
Ángel Albornoz, de 35, era chef del restorán desde hacía un año y medio. “Tengo una hija de 12 años y pago alquiler. No puedo estar un día sin ingresos porque me vengo abajo. Nos estamos turnando en la toma para salir a buscar trabajo”, contó.
Yamila Romero, de 30, era mucama desde hacía 10 meses. Es madre de dos chicos de 8 y 13 años y también paga alquiler. “Estuve meses luchando para que me cambien la categoría. No nos quieren indemnizar. Por eso estamos acá, en la asamblea. Estoy muy mal. No tengo familia en Buenos Aires y este era mi único sustento. Es desesperante”, lamentó.