Pese al fenómeno Milei, las acciones argentinas se mantienen en la D

Por más que el presidente Javier Milei ironice con que es un “fenómeno barrial” cada vez que el establishment global hable de él, las acciones argentinas siguen en lo que sería la división D del fútbol. Por más que el multimillonario más grande del mundo, Elon Musk, haya querido imitar, sin suerte, su motosierra en Estados Unidos o a que el gobierno de Israel ataque Irán bajo el eslogan de “¡viva la libertad, carajo!”, todavía las empresas argentinas no ofrecen seguridad paa invertir a los grandes operadores financieros del planeta. Por eso es que hoy Morgan Stanley Capital International (MSCI), empresa que elabora índices bursátiles y herramientas de análisis de riesgo y rendimiento, mantuvo a la Argentina como “standalone market” (mercado independiente), la cuarta y última categoría de su clasificación, a la que cayó en 2021 y que significa que es una plaza de acciones de limitada accesibilidad —claro, el cepo sólo se liberó para personas, no para compañías—, poca integración con el entorno internacional y alta inestabilidad política o económica.
En la bolsa porteña se habían ilusionado con el ascenso de “mercado independiente” a “emergente” o “de frontera” cuando en abril se levantaron los controles cambiarios a los individuos. Era pasar del estrato de Bosnia y Herzegovina, Jamaica o Palestina a la B, donde juega China, India, Brasil, México o Sudáfrica, o al menos a la C, donde están Nigeria, Vietnam, Kazajistán o Rumania. Los emergentes no son “desarrollados”, pero los operadores financieros suponen que van en vías de lograrlo.
Los de frontera son más chicos, con menos liquidez, más riesgo, con potencial de crecimiento, pero volátiles y sin mayor presencial internacional. Estas clasificaciones orientan a inversores globales a invertir en mercados más o menos seguros. Quedar en el peor peldaño imposibilita a recibir recursos de aquellos más conservadores que suelen movilizar las mayores masas de dinero, como los fondos de pensiones de los habitantes de naciones ricas.
“La eliminación del cepo cambiario abre la puerta a que en la próxima reunión del MSCI la Argentina sea recategorizada como mercado emergente”, opinaba en abril Ignacio Sniechowski, jefe de investigación del grupo Invertir en Bolsa (IEB). La semana pasada IEB, al igual que otras sociedades bursátiles, reiteró en un informe que “palpitaba” un ascenso a mercado “de frontera” para que en 2026 se llegue a “emergente”. Pero el viernes ya anticipó IEB que la Argentina no ascendería: “Una buena noticia sería quedar 'under review' (bajo revisión) para una reclasificación en 2026. Fondos podrían anticiparse e incrementar posiciones”. El grupo de Juan Ignacio Abuchdid nunca pierde la esperanza, igual que sus colegas.
“¿Es positivo quedar 'under revision'? Sí, pero no habilita los US$2.000 millones a 3.000 millones que implica pasar a emergente. Para eso habrá que esperar y tal vez el año próximo se tenga alguna novedad de clasificación”, responden en IEB. Finalmente, tampoco quedó la Argentina en revisión. Es decir, la pelea por el ascenso a la C quedará para 2026 y la de emergente, para 2027, en coincidencia con la elección presidencial. Las acciones argentinas tienen más camino para subir que Ferro.
“Era lo esperado, igualmente no iba a ser inmediato, quedará para 2026 con suerte”, opina un analista de otra sociedad bursátil, que explica las razones: “Esperarán a las elecciones de octubre, ver que el cepo se levante del todo el año que viene”. O sea, para el mercado financiero global, interesado en las reformas liberalizadoras de Milei, no está claro que la población convalide en las urnas un Congreso que las apruebe y tampoco se interesa por invertir en un mercado del que no podrá sacar la plata. Eso sólo está habilitado para los capitales especulativos, las golondrinas, pero no para los inversores reales que hunden capital. Por ahora son más las noticias de empresas extranjeras que se van de las que vienen.
AR/JJD
0