Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
SOY GORDA (ESEGÉ)

Feministas de las nuevas derechas criollas

Victoria Villarruel y Lilia Lemoine, en épocas de campaña electoral

0

Las mayorcitas crecieron en una época en la que el feminismo era mala palabra y hoy lo rechazan por considerarlo “de las zurdas”. Repudian conceptos como sororidad y colectivismo, porque piensan que expulsan a las mujeres del liberalismo, aunque son solidarias entre sí y se reúnen, funcionan en conjunto. Están en contra de la participación del estado en políticas públicas para las mujeres, aunque se diferencian de los cuadros más conservadores de sus espacios, como Agustín Laje.

En el flamante libro de editorial Siglo Veintiuno, Sin padre, sin marido y sin estado, las investigadoras Melina Vázquez y Carolina Spataro reunieron de primera mano los testimonios de quienes forman parte de Mujeres Liberales Argentinas, Mujeres por la Patria, Pibas Libertarias, Las Pibas Progresan y Ladies of Liberty Alliance (LOLA), grupos políticos con fronteras móviles y porosas que forman parte de la centroderecha y la derecha argentina.

Estas organizaciones están integradas por damas y damiselas, de entre 20 y 60 años, que luchan para tener un lugar propio dentro de las férreas filas del liberalismo criollo, lo que incluye su participación en cursos de defensa personal y educación financiera.

Para ellas, el feminismo “nació liberal”, con la Revolución Francesa. En sus charlas, sus posteos y en las banderas que llevan a las marchas, sí, van a las marchas, resaltan que “la izquierda nos robó las consignas” y reversionan el lema “Hagamos la Argentina grande de nuevo”, que adapta el “Make America Great Again” popularizado durante la primera campaña presidencial de Donald Trump, allá en el Norte del continente.

Eso sí, la categoría “derecha” no les cabe para autodefinirse. Quieren construir un cuarto suyo a lo Virginia Woolf, están a favor del mercado y de la reducción de los organismos oficiales, sobre todos aquellos destinados a promover los derechos de su género. Pero en las filas liberal-libertarias las acusan de “marxistas culturales”.

Estas son algunas de las otras ideas que comparten:

Nadie monopoliza la representación femenina.

Hombres y mujeres son complementarios, no confrontan entre sí.

Rechazo a la violencia y a la victimización.

Las mujeres se empoderan y emancipan gracias al libre mercado.

También coinciden en su gorilismo. El antiperonismo y antiprogresismo las atraviesa visceralmente. Valoran el mérito, en realidad la meritocracia, y critican a aquellas mujeres de LLA con visibilidad pública “por ser sexies o físicamente atractivas”, y allí incluyen a Lilia Lemoine, María Celeste Talerico y Victoria Villarruel.

Algunas de las consignas que llevaron a las marchas del 8M son “Libre portación de armas para defendernos solas”, “El Estado opresor es un violador y ”Menos Estado, más mercado“.

Saben que su participación en las calles es vista como una provocación, aunque no todas están en contra del aborto ni usaron los pañuelos celestes. Unas pocas ocupan posiciones en los poderes Legislativo y en el Ejecutivo, o tienen alguna responsabilidad partidaria o en fundaciones.

“Pudimos construir una relación respetuosa a través de un diálogo que, como en todo trabajo de campo, implica negociaciones y acuerdos”, dicen las autoras del libro sobre la relación que establecieron con estas “militantes”.

Ellas detestan aquel concepto, y están del otro lado del ring de Vázquez y Spataro. “Nunca nadie nos había mirado. Existimos”, afirman luego de dar su testimonio.

“Mi mamá quería sostener el modelo tradicional en el que los hombres podrían hacer lo que querían y las mujeres estaban sometidas al designio familiar. Yo quería ser libre”, dice una de las entrevistadas.

“Estuve casada veinticinco años con un diplomático, siempre dedicada a mi casa. Mientras yo cuidaba a mis hijos, a mis suegros enfermos y las propiedades familiares, mi marido estaba de joda en una embajada, de putas”, cuenta otra.

En su check-list no figuran reivindicaciones tales como la ESI, la diversidad sexual, el trabajo sexual o la trata. De este modo, no hay una ontología feminista única, sino “un ir y venir entre matices que traza un mapa provisorio de posiciones en torno al aborto, la educación sexual y la agenda LGBTQ+”.

Algunas participan en las marchas del “niño por nacer”, otras están a favor de la interrupción voluntaria del embarazo. No tienen un pensamiento homogéneo. La mayoría coincide en que ninguna mujer debe ir presa por abortar, incluso han acompañado a chicas que padecieron la práctica en la clandestinidad. Es que no tienen respuestas automáticas para todo.

Una de sus ideólogas, María Blanco, las explica así en Afrodita desenmascarada: Los libertarios estamos divididos. Por un lado están quienes consideran que la defensa de la vida es sagrada y forma parte del trípode de valores que nos sustentan: vida, propiedad, cumplimiento de los contratos. Por otro lado, están los libertarios que creen que la propiedad privada empieza por el propio cuerpo y que una célula fecundada no es un niño, y que, por lo tanto, es la propietaria quien está legitimada para decidir.

La asunción de Javier Milei las colocó en una encrucijada. Mientras el presidente dejaba deslizar la idea de volver atrás con la ley verde, mujeres libertarias expresaron que no era ese el momento de ocuparse del tema o, incluso, se pronunciaron a favor. “Ya lo hicimos, ya está”,dijo una que, sin embargo, luego asoció la normativa con “la izquierda”.

Distintos son los perfiles y diferentes las generaciones. Señoras que vienen de la élite, mujeres de 30 a 60 marcadas por el Ni una menos, pibas de 20 (“las más picantes”, señalan las investigadoras) que fueron interpeladas por el discurso de La Libertad Avanza. Decidieron participar en organizaciones conservadoras porque “en el liberalismo faltan minas”.

Vázquez es posdoctora en Investigación en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, doctora y magíster en Investigación en Ciencias Sociales. Spataro es doctora en Ciencias Socialesy magíster en Comunicación y Cultura. En vez de aplicarles el feministómetro a las feministas de derecha, intentaron comprender su activismo. Vale la pena acercarse a las ideas y las bios de estas mujeres con las que convivimos a diario.

Etiquetas
stats