Lecturas

Pausa 2

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Introducción

Este libro avanza por la senda abierta por Pausa, su antecesor, aunque procura llegar más lejos. Aquel se publicó durante la primera semana de octubre de 2020; ahora, un año después, este libro aspira a avanzar más lejos, abordando algunas de las preguntas urgentes y relevantes.

Vivimos una realidad distinta a la de 2019, pero también a la de 2020. No hemos vuelto a la «vieja normalidad», aunque tampoco seguimos entrampados en la neblina que nos rodeó durante los meses de cuarentena estricta. ¿Será esta, pues, nuestra «nueva normalidad»?

Contamos hoy con vacunas contra el Covid-19 que de a poco nos abren a la esperanza. Tendremos que recibir dos o más dosis —la ciencia lo dirá— y los tapabocas siguen siendo parte de nuestra vida cotidiana, al igual que los saludos peculiares, los velorios mínimos y la escasez de abrazos, pero en términos generales podemos decir que estamos mejor que hace doce meses. Volvimos a salir de nuestras casas, la mayoría de los chicos retornó a las aulas presenciales, amplios sectores de la economía comienzan a traccionar, dejamos atrás el segundo invierno de la pandemia y nos ilusionamos con que, ¡al fin!, la tormenta empiece a quedar atrás.

Esos signos de esperanza no ocultan, sin embargo, los múltiples desafíos que afrontaremos durante los próximos meses y años. ¿Qué ocurrirá con la variante Delta? ¿Cómo reintegraremos a las aulas a los estudiantes que abandonaron el sistema educativo? ¿Qué ocurrirá con el mercado laboral y el teletrabajo? ¿Cómo asistiremos a los hombres y mujeres que perdieron sus empleos, quedaron por debajo del umbral de pobreza o padecen severas secuelas físicas o psicológicas, víctimas del Covid-19 o del encierro forzoso? ¿Cómo reactivaremos la economía? ¿Cuál será el impacto en nuestras vidas de las tecnologías a las que abrimos las puertas de nuestras casas? ¿Qué ocurrirá con todos los derechos, libertades y garantías que cedimos durante estos tiempos de pandemia? ¿Pueden los antivacunas afectar la resolución de la pandemia?

Estas preguntas y muchísimas más carecen de una única y certera respuesta. Aquello que puede resultar adecuado para un determinado país, en un determinado contexto, puede no serlo para ese mismo país en otro contexto histórico y social, ni para un país vecino. En rigor, pueden no tener la misma respuesta en provincias o, incluso, ciudades contiguas.

Ese es uno de los motivos por lo que este libro reúne 25 entrevistas a figuras tan disímiles. La variedad y diversidad de miradas pueden ofrecernos una perspectiva más amplia y abarcadora, formando acaso un mosaico que resulte enriquecedor. Por eso incluye a mujeres y hombres de edades muy dispares, provenientes de naciones de Europa, América del Norte, Medio Oriente, América Latina y Asia, con estudios, experiencias, recorridos y puntos de vista muy variados.

Valgan un puñado de ejemplos como muestra: Greta Thunberg es una estudiante adolescente, mientras que Alain Touraine y Jane Goodall son nonagenarios con doctorados; algunos como, Ángeles Mastretta, cuentan cómo lidian con su miedo a morir, mientras que André Comte-Sponville plantea, orillando los setenta años, que le preocupa más el futuro de sus hijos y de sus nietos que el devenir de su propia salud. Y la visión de una de las cabezas más lúcidas sobre los desafíos de la salud global, el chino Yanzhong Huang, es muy, muy diferente a la de Tawakkol Karman, la yemenita considerada la «Madre de la Revolución» en Medio Oriente, hoy exiliada y ganadora del Premio Nobel de la Paz.

Sobra decir, claro, que todos los entrevistados son figuras globales, con especialidades diversas, reconocidos alrededor del mundo por motivos muy distintos. Hay sociólogos, activistas, emprendedores, periodistas, escritores, sociólogos, educadores, primatólogos, psicólogos, abogados, neurocientistas, politólogos, ex jefes de Estado, chefs, historiadores y filósofos, entre otros.

Algunos, como Karman, fueron galardonados con el Premio Nobel; otros, con los máximos reconocimientos en sus campos respectivos, además de cosechar doctorados honoris causa. Algunos escribieron libros que fueron bestsellers mundiales; otros cargan con historias de vida excepcionales. Varios se dedicaron a los claustros universitarios; otros, al trabajo en el terreno. Algunos pasaron toda su adultez en el sector privado; otros acumulan experiencia al más alto nivel en el sector público. Varios emigraron por decisión propia; otros debieron exiliarse. Algunos pasaron la pandemia sin mayores sobresaltos; la mayoría afrontó períodos de cuarentena, y no pocos se contagiaron con el virus de Covid-19.

Mi premisa central fue escucharlos, interviniendo lo indispensable. Preferí que avanzaran por donde los llevaran sus ilusiones, inquietudes y preocupaciones, ya fueran personales, económicas, políticas, educativas, sociales, sanitarias o más propias de las relaciones internacionales.

Comprobará el lector que en todas las entrevistas se repiten ciertas preguntas. Eso no respondió a la desidia o a la falta de preparación, sino al interés deliberado de comparar qué responderían personas tan distintas ante los mismos interrogantes. Resultó, creo, valioso.

Del mismo modo, la última sección de cada entrevista se centró en las recomendaciones que ofreció cada figura para estos tiempos tan singulares. Creo que sus respuestas abren puertas inesperadas para conocer sus sugerencias sobre libros, películas, series de televisión, música, o emprender nuevas actividades.

Confío, pues, que esta segunda serie de entrevistas ofrezca a sus lectores otra oportunidad para aprender y reflexionar sobre lo que vivimos y lo que se avecina. Si me permiten una infidencia, les cuento que las viví como si fueran clases particulares con algunas de las mentes más brillantes del mundo. Me ilusiona que sientan lo mismo.

(...)

Fareed Zakaria

Nacido en 1964, en Mumbai, India, estudió en la Universidad de Yale, para luego desarrollar su doctorado en la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard.

A los 28 años asumió la dirección de la revista Foreign Affairs, luego fue columnista de la revista Newsweek, editor general de la revista Time y en la actualidad es columnista de The Washington Post y conductor de un programa en la cadena CNN.

Ex profesor de la Universidad de Columbia, ganó múltiples premios —entre ellos, el Peabody— y títulos académicos honoríficos, fue nombrado uno de los diez pensadores globales más importantes de la última década por la revista Foreign Policy.

Autor de múltiples libros que se han traducido a más de treinta idiomas, el más reciente es Diez lecciones para un mundo post-pandémico.

«Mestizo»

La entrevista terminó, pero seguimos conversando.

—Por favor, envíame la entrevista en cuanto la publiques —dice.

—Sí, claro.

—Haré que la traduzcan [al inglés], aunque mi hijo, que está en la Universidad, habla español con fluidez.

—¿Aprendió en el colegio?

—Sí, pero también viajó a la Argentina, y después a Santiago [de Chile]. Trabajó para un restaurante por tres meses.

—Así que sabe de asados.

—[Ríe.] ¡Oh, sí, sí, sí! Trabajó en un restaurante de Santiago que quizá lo conozcas. Se llama «Mestizo».

—Sí, es conocido.

—Bueno, trabajó ahí por tres meses. Así que ahora, cada vez que habla en español, todos creen que es chileno, ¿sabes?, por ese acento ligero y gracioso que tienen los chilenos. [Risas.]

—Gracias por su tiempo, Fareed.

—Fue un placer.

«Necesitamos recuperar el realismo de Franklin Roosevelt, de Harry Truman, de los constructores de la Comunidad Europea»

Los países grandes pueden sostenerse y prosperar por su cuenta —o al menos tienen más herramientas para intentarlo—‌. El problema lo tienen los países medianos, como la Argentina, dice Fareed Zakaria, uno de los analistas internacionales más prestigiosos y reconocidos de las últimas décadas. Porque son esas naciones las que dependen muchísimo del contexto. Necesitan tomar deuda en los mercados internacionales, deben exportar y tienen que generar divisas. Y eso, ahora, será todo un desafío.

«La Argentina tiene que entender qué está pasando en el mundo, tiene que abrirse paso», urge Zakaria desde Nueva York. «Tiene que entender qué está pasando con el otro 99 por ciento de la humanidad. ¿Cuáles son las oportunidades, cuáles son los desafíos?», argumenta.

Crítico preciso de los confinamientos y defensor a ultranza de la cooperación internacional, el autor del flamante libro Diez lecciones para un mundo post-pandémico —ya un bestseller internacional— no vislumbra un horizonte sencillo en el corto y mediano plazo. «No habrá un repunte económico agudo y fácil», anticipa, en un contexto de creciente desigualdad social. Por eso, insiste, será clave apelar al idealismo de los realistas.

«Necesitamos más instituciones internacionales, no menos», razona. Porque «esta pandemia es más global que cualquier evento que hayamos experimentado antes», dice. Y para eso, «necesitamos recuperar el realismo de Franklin Roosevelt, de Harry Truman, de los constructores de la Comunidad Europea». 

(...)

Michel Desmurget

Nacido en 1965, en Lyon, desarrolló estudios de grado en Psicología Cognitiva y Neurociencias Integradoras, para luego doctorarse en Neurociencia.

Emigró a Estados Unidos donde investigó durante años en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), Emory University y la Universidad de California en San Francisco.

En 2011 retornó a Francia, donde asumió como director de investigaciones en el prestigioso Instituto Nacional de la Salud y de la

Investigación Médica (Inserm).

Autor de decenas de trabajos académicos y de varios libros para el gran público —entre ellos, TV Lobotomía, su última obra es La fábrica de cretinos digitales, reconocida con el prestigioso premio Femina de las letras francesas. 

«Hijos»

Michel Desmurget habla sobre el impacto del consumo digital en el desarrollo cognitivo y emocional de los chicos y no puedo evitar desconcentrarme. Pienso en mis hijos, que pasaron la cuarentena encerrados en nuestra casa, utilizando teléfonos y laptops de manera intensiva y prolongada.

Pensar en ellos me lleva a plantearle una pregunta doble y muy directa a Desmurget, que captó al vuelo por qué la planteo. ¿Cuál es su mensaje para los millenials? ¿Y para sus padres?

Esa misma noche, comento la entrevista mientras cenamos y los invito a reducir la cantidad de horas que pasan frente a las pantallas por cuestiones recreativas. Pero resulta arduo. En tiempos de cuarentenas, de encierros forzosos, es una de las pocas vías que tienen para comunicarse e interactuar con sus pares. ¿Qué hacer, pues?

«El consumo digital exacerbado devora metódicamente todo lo emocional y lo cognitivo de nuestra humanidad»

El título de su libro impacta. Más aún, viniendo de quien viene. Porque el autor de La fábrica de cretinos digitales, Michel Desmurget, no es un polemista. Es uno de los neurocientíficos más prestigiosos de Francia y en su currículum registra escalas en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la Universidad de California en San Francisco.

Él mismo se encarga, además, de cargar las tintas. «A diferencia de muchos pseudo “expertos” que circulan por los medios, yo no tengo ningún conflicto de intereses ni sometimiento industrial alguno», explica el director de investigaciones del Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica (Inserm) francés.

Y fiel a sus antecedentes, dedicó cinco años de trabajo a estudiar, investigar y escribir sobre el impacto de la televisión, los videojuegos, las redes sociales y las herramientas móviles en nuestros cerebros y, en particular, los de nuestros hijos mientras crecen.

El saldo de esos cincos años de investigación no puede ser más preocupante. «Los “nativos digitales” son los primeros niños con un coeficiente intelectual más bajo que sus padres», planteó Desmurget a la BBC, afirmación que ahora ahonda: «Estas herramientas dañan el cerebro, deterioran el sueño, interfieren con el lenguaje y el éxito académico, perjudican la concentración, aumentan el riesgo de obesidad y mucho más», remarca.

¿Suena tremendista? Pues sus conclusiones son aún más duras. «El consumo digital exacerbado devora metódicamente todo lo emocional y lo cognitivo de nuestra humanidad», destaca. «Cuanto antes se exponen los niños a las pantallas, peores son los impactos.»