“Hubo un momento en que parecía que éramos más famosos en España que en Argentina”, dice Santiago “Motorizado” desde el living de una casa en el barrio madrileño de Lavapiés. Este martes presentó algunas canciones de su flamante disco, El Retorno (2025), en la sala Casa Brava de la capital española. Las invitaciones se agotaron en apenas un par de horas.
No sorprende: desde que en 2010 tocaron por primera vez en el festival Primavera Sound, Él Mató a un Policía Motorizado —y el propio Santiago— no han dejado de girar por toda la península. Bandas icónicas del indie español, como Los Planetas, los celebraron públicamente en cada oportunidad.
Quince años después de aquel debut, el próximo 26 de noviembre, la banda tendrá su fecha más convocante en Europa: un concierto en el Movistar Arena de Madrid, con capacidad para más de 15.000 personas.
Ahora, mientras disfruta de unos días de descanso —en los que viajó a Manchester para ver a Oasis junto a Dillom y otros amigos—, Santiago se toma un rato para hablar con nosotros sobre sus nuevas canciones, el clima político y cultural actual, y los dilemas que la tecnología impone sobre la música y la vida cotidiana.
–¿De qué se trata el nuevo disco El Retorno? ¿Cómo surge y cómo lo estás viviendo ahora que ya estás tocando algunas canciones en vivo?
–Bien, contento. Siempre estoy diciendo que es mi primer disco solitario, y después me pelean en Twitter (actual X) porque yo ya saqué otro disco que eran las bandas sonoras (para la serie Okupas y la película La muerte no existe y el amor tampoco), pero la verdad es que estas siempre fueron o iban a ser las canciones de mi primer disco. Además, son mis primeras canciones porque sí, en pos de complementar una narrativa. Algo que me gusta, además, es que las canciones más viejas encajan bien con este momento.
– ¿Cuál sería este “momento”?
–Hay una canción que es una de las más viejas, se llama “Google Maps”, que en su momento se llamó “Google Earth”, aunque el concepto de la canción es el mismo: alguien que torpemente busca un amor en Google Maps. Y siento que encaja bien con este momento. Seguimos usando Google Maps, seguimos muy pendientes de los teléfonos celulares, buscando algo, buscando una solución, buscando un amor en Instagram o que ChatGPT nos solucione la existencia.
–Hablas de la existencia, algo que se repite en letras y comunicaciones de El Mató.. Recuerdo una entrevista a Dave Grohl en la que hablaba de su trayectoria como músico y su incansable búsqueda de un sentido a la existencia... ¿Es algo retórico o es algo a lo que le das vuelta?
–Es algo que está en mi cabeza y que también está un poco en juego en estos días..., esto de los teléfonos móviles, esta comodidad que nos muestran, que nos ofrece la tecnología, pero también nos aleja de la experiencia; la experiencia como eso que le da sentido a la existencia. No puedo negar las virtudes de tener toda la discografía de la historia de la música en mi mano, pero esta especie de milagro arrastra como una maldición, que es alejarnos de la experiencia, alejarnos de la aventura de ir a buscar esa canción, que puede ser un tesoro, que nos podía defraudar, o que nos podía cambiar la vida...
–Pensaba en las baladas del disco, que tienen un sello propio, y se me ocurrió describirlas como “baladas motorizadas”.
–(Ríe) Me gusta. Sí, hay algo que marca un poco la estética, la forma de las cosas que hago. Justo estos días discutíamos sobre algo parecido. Fuimos a ver a Oasis, y al final del show tocaron Wonderwall y Don’t Look Back in Anger, y los chicos decían “termina muy tranquilo, con baladas”. Y no sé si son baladas del todo. Y El Mató tiene para mí un poco de eso, canciones que están en un punto intermedio, canciones que te invitan a saltar o a bailar, pero que todavía no están en ese pulso punk, digamos, están ahí. Y lo mismo con las baladas.
– Camino de piedras, por otra parte, tiene una estética western tipo el inicio de la película Django, sin cadenas, de Tarantino. No solo a nivel musical, sino también audiovisual.
–Elegimos esa canción para el principio del disco porque sentíamos que de alguna manera era como una invitación a mostrar algo diferente, salirse un poco del universo de El Mató. Al principio era una cosa muy básica, los acordes, la voz, un poco inspirados también por el contexto, estábamos grabando en Sonic Ranch, en medio del desierto de Texas, donde son todos medio cowboys, y, la verdad es que me gustaba eso.
–Hace unos días presentaste algunas canciones en un bar de aquí de Madrid, y viendo el público, pensé algo que ya advertí varios años atrás... la enorme conexión que hay entre El Mató y vos con el público de España.
–Sí, la verdad. La primera vez que tocamos acá fue en 2010 en un Primavera Sound. Era otra época de la comunicación, no teníamos mucha idea de nada y éramos full independientes. Pero aquel concierto fue especial, generó como algo, por lo menos en el boca en boca que se generó ahí. Después tuvimos suerte con el show... pasaron cosas extrañas. Primero fuimos invitados para cubrir una banda de Brasil que no se presentó. Después, el día que tocamos, se rompió el sonido del escenario grande que estaba al lado nuestro, y mucha de la gente vino a nuestro escenario. Por ejemplo, “Jota” (Juan Rodríguez Cervilla), de Los Planetas, que siempre que podía hablaba bien de nosotros o decía que éramos su banda favorita de Argentina. Toda esa combinación de cosas hizo que entráramos en el mundillo del indie español, que en ese momento estaba muy en boga. De pronto se dio algo raro, parecía que éramos más famosos en España que en Argentina.
–¿Cambió la escena española en estos últimos diez años? Pregunto, sobre todo, por todo el éxito de la música urbana en España.
–Evidentemente esto de la música urbana que se puso en el centro de la atención en todas partes del mundo, no esquivó España. Pero, a la vez, apareció esta banda que es Carolina Durante, que es muy famosa, que son unos pibitos jóvenes que hacen una especie de protopunk y están totalmente a contramano de esto (de la música urbana), sobre todo haciendo hincapié en que son una nueva generación, y que su público es gente joven. Me gusta pensar que va por ahí, pero bueno, hay de todo y hay muchas cosas todo el tiempo a la vez.
–El escritor Juan José Becerra tiene un libro fantástico que se llama El amor, una suerte de historia narrada en el futuro en la que se da cuenta de un fenómeno ya extinguido... el amor. Pienso en ese libro y en tus canciones, muchas de ellas dedicadas al amor, ¿sigue vivo el amor o está en extinción?
–Estos últimos años se habla mucho del amor romántico como un lugar malo. Yo la verdad que pongo en discusión que eso sea malo, pero creo que en este momento puntual, donde está un poco de moda la crueldad, en redes sociales sobre todo, creo que florece un poco la idea del amor, del cariño y la empatía como una cosa media obligada para contrarrestar todo eso.
–Sobre estos tiempos que vivimos, quería preguntarte por el contexto político, cultural, social que te inspiró aquellas canciones de los primeros discos y el contexto de estos días...
–Creo que muchas de aquellas canciones estén atravesadas un poco por la esperanza y estas canciones más nuevas, sobre todo las de Super Terror (2023), están escritas con bronca. Hablo un poco del mundo, un poco de Argentina, un poco encriptado, no tan literal, pero sí siento que vivimos en un mundo de locura total, ¿no? Se mezcla el haber salido campeón del mundo con tener un presidente que está totalmente enloquecido, lo digo con respeto, o no, pero vivimos en esta cosa, esta especie de distopía. Por momentos nos causa gracia también, un poco como mecanismo para atravesar esta dura realidad. Y por momentos, el horror. El horror de ver a los que peor están, los que más sufren. Ojalá que la respuesta sea un poco más de amor, pero siento que estamos yendo a otro lugar…
–Sé que sos muy cinéfilo. Una de las canciones de El Retorno, de hecho, se llama Amor en el cine, y quería preguntarte qué película elegirías para describir este momento del mundo en que vivimos.
–Se me viene mucho a la cabeza la película Idiocracia (2006). Es una comedia que con el tiempo empieza a ser cada vez menos comedia porque plantea un futuro donde la gente se vuelve cada vez más estúpida, donde los estúpidos empiezan a reproducirse y las personas inteligentes dejan de reproducirse. El personaje principal, que es Luke Wilson, queda atrapado en una cápsula del tiempo y aparece mil años después cuando el mundo está dominado por la estupidez total. Mucho de ese humor y un futuro distópico y delirante empieza a replicarse; la figura del presidente de Estados Unidos de ese momento, que es un personaje muy gracioso, una exageración, va siempre con una ametralladora. Bueno, es como verlo ahora a Milei con la motosierra, entregándosela a Elon Musk… La película es muy buena, pero ahora está perdiendo gracia porque aquellos gags se están volviendo dramáticamente reales.
–¿Cómo analizás el impacto de la tecnología en la música desde aquellos primeros streaming de comienzos del 2000, que permitían a alguien en otro país escuchar un show en vivo, a lo que sucede en la actualidad?
–Es difícil. La verdad que nosotros como banda, yo como músico, fuimos beneficiados por un montón de situaciones que tienen que ver con la tecnología. Somos una banda independiente. Lo que más le cuesta a una banda independiente es darse a conocer, y las redes sociales, las plataformas, obviamente lo hicieron mucho más fácil. Pero como te decía antes, estas cosas milagrosas arrastran una maldición. Y esa maldición pone en perspectiva todo. Ahora estoy valorando mucho cosas que hice toda mi vida y ahora las valoro el doble porque me doy cuenta que las hago igual que siempre, pero sin el teléfono celular, como ir al cine o ir a jugar al fútbol. Y es lo mismo con la experiencia de la música, hay algo que pasa en el mundo real, cuando nos salimos de los teléfonos. Ahora me encanta salir de viaje, tocar, ver lo que pasa en el show. Ojalá en el futuro nos libremos del celular, de querer filmar todo el tiempo esos recuerdos que nunca vamos a ver.
–Pasaron veinte años del primer disco de El Mató un policía motorizado, y pasaron muchas cosas muy lindas a nivel trayectoria de la banda. ¿Cuáles son los incentivos para continuar? ¿Con qué se renueva el deseo, las ganas?
–El ciclo es siempre un poco hacer canciones nuevas y salir a tocarlas. Las canciones como la excusa para irse de aventura por el mundo. Y eso todavía me pone contento porque, a pesar del tiempo, incluso con las dificultades, ahora muchos tienen hijos, está muy vivo el espíritu de salir a por la aventura. El Retorno, en algún punto, es también una excusa para salir a tocar.
AF/MG