ANÁLISIS

Victoria del centroizquierda en Italia: cuatro claves para entender los resultados de las elecciones municipales

Roma —

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Italia ha optado por abandonar los experimentos políticos en el primer test electoral importante después de la pandemia y con Mario Draghi como primer ministro. La segunda vuelta de unas elecciones municipales en las que estaban llamados a votar un cuarto de los italianos, incluidos los de las cinco principales ciudades del país –Roma, Milán, Nápoles, Bolonia y Turín–, ha dejado pocas sorpresas y ha encumbrado a candidatos tradicionales y poco amantes de las aventuras.

El ballottaggio, la segunda vuelta de los comicios locales, ha confirmado la victoria de candidatos de la centroizquierda del Partido Demócrata (PD) en Roma y Turín, después de los triunfos en las otras tres localidades en la primera vuelta.

Pese a que las ciudades donde se votaba suelen ser bastiones de la izquierda, los resultados certificaron el retorno a opciones moderadas.

El naufragio del M5S

En Roma y Turín, Roberto Gualtieri y Stefano Lo Russo sustituirán, respectivamente, a Virgina Raggi y Chiara Appendino, dos alcaldesas del Movimiento 5 Estrellas (MS) que representaron el rupturismo cuando se hicieron con el poder hace cinco años.

Además de perder el poder en estas dos importantes ciudades, las elecciones han supuesto un naufragio para los grillini –nombre que reciben a los integrantes del M5S–, desorientados y enredados en luchas intestinas desde que Giuseppe Conte dimitiera como primer ministro para dejar paso a Draghi. Por el momento, Conte no está dando con la tecla y las municipales corroboran que el partido va a la baja, como anuncian los sondeos desde hace meses.

Fuentes del actual equipo de Conte dicen a elDiario.es que el ex primer ministro tiene la percepción de que la marca cinquestelle le resta a la hora de lograr sus futuras aspiraciones políticas y que hubiera sido mejor impulsar un nuevo partido con él como figura principal. En verano, Conte y Beppe Grillo, fundador y líder espiritual de la formación, se enzarzaron en una discusión por el liderazgo del partido que casi termina en ruptura. “En esta campaña, la gente que se acercaba a Conte lo elogiaba más por haber sido el primer ministro durante los momentos más duros de la pandemia que por ser el actual líder del partido”, dicen estas mismas fuentes.

Derrota, con peros, de la ultraderecha

La derecha y la ultraderecha son las otras grandes derrotadas de estos comicios, especialmente el líder de la Liga Matteo Salvini, que cada vez tiene más dificultades para controlar a su partido, aunque por el momento nadie pone en cuestión su liderazgo por la falta de perfiles alternativos.

Sin embargo, el carácter local de los comicios, la altísima abstención y los pésimos candidatos –desconocidos o mediáticos sin experiencia política- escogidos por la alianza de partidos de derechas que forman la Liga, Fratelli d' Italia y Forza Italia obliga a añadir un asterisco a esta derrota. 

La derecha sigue siendo la favorita para unas futuras elecciones generales y la líder de Fratelli d' Italia, Georgia Meloni, parece estar rentabilizando el hecho de ser el único partido que se opone al Gobierno tecnócrata de unidad nacional de Draghi. La estrategia de Salvini de intentar estar en el Gobierno y la oposición a la vez no está sirviendo para evitar que Meloni acorte distancias en los sondeos. Si a la Liga y a Fratelli d'Italia les separaban ocho puntos a principios de año, las encuestas reflejan ahora un empate técnico con alrededor del 20% en intención de voto, con el partido de Meloni en ascenso.

Tanto Salvini como Meloni se niegan a reconocer que la derrota en las cinco principales ciudades les obliga a reflexionar, pero parece claro que los italianos les han dado un toque de atención sobre el escaso apetito actual por las estridencias y extremismos.

La estrategia del PD

El PD, el gran vencedor, ha basado su estrategia en intentar ser el partido político que más se identifica con Draghi, que cuenta con un apoyo amplio entre los italianos, aunque el expresidente del Banco Central Europeo a veces no se lo ha puesto fácil.

Bajo el mando del ex primer ministro Enrico Letta, el Partido Demócrata parece haber encontrado el sosiego que le está haciendo recuperar terreno entre los electores después de años viéndose desconcertados por otras opciones en la órbita de la izquierda, como el M5S. Fuentes del PD dicen que el buen momento de su partido se puede explicar como parte de la “ola socialdemócrata” que consideran que está recorriendo Europa, pero también puede deberse a que “la pandemia ha hecho que la gente abandone los populismos” y vuelva a opciones más experimentadas y previsibles.

¿Y Draghi?

El primer ministro Mario Draghi también podría representar ese perfil de gobernante más discreto y profesional. En estas elecciones no hay ninguna señal de desgaste de su Ejecutivo y, por lo tanto, se entiende que sale reforzado. El enigmático Draghi se ha visto obligado a reducir el intenso ritmo de reformas y cambios que ha seguido desde su llegada al Gobierno porque los partidos no estaban por la labor y confía en retomar el buen camino para asegurar los fondos europeos.

La próxima gran cita para la política italiana será la elección en el Parlamento del presidente de la República el próximo febrero que también condiciona el grado de cooperación de los partidos con el primer ministro. La partida será difícil de leer y no se descarta que el propio Draghi sea el elegido para ocupar ese puesto. En Italia, se especula en que, si fuera el caso, Draghi lo aprovecharía para dar un nuevo rol al cargo, menos institucional y más ejecutivo. Los primeros ministros en Italia suelen durar un año y medio y se queman con facilidad, mientras que los presidentes tienen un mandato de siete años. Y Draghi parece que quiere evitar quemarse a toda costa.