14 de julio de 2025 10:49 h

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Astillas de una estructura de madera volando por el aire. Fuego. Humo. Al fondo –invisibles– la Gendarmería y el Congreso. Detrás de la cámara, Pablo Grillo ya está herido por el impacto en su cráneo de un proyectil de gas lacrimógeno que disparó el cabo Héctor Guerrero.

La última postal que capturó la cámara del fotorreportero de 35 años el 12 de marzo pasado, cuando las fuerzas de Patricia Bullrich reprimieron con ferocidad una marcha de los jubilados, revela los instantes previos a la caída al suelo, inconsciente, de Grillo, luego de que el cartucho del gendarme haya atravesado –en línea recta– una estructura de madera prendida fuego. Allí se había apostado el joven fotógrafo para registrar una toma poética, rebelde, de denuncia, sobre la represión. Una toma anterior muestra, al fondo, a la Gendarmería y la cúpula del Congreso.

Las imágenes fueron publicadas por la especialista Cora Gamarnik (@coragamarnik en X), quien además es familiar de Grillo. “En esa milésima de segundo que capta la cámara la granada de gas lacrimógeno ya impactó sobre su cabeza y rompió su cráneo. Pablo quedó tendido en el asfalto. La granada rompió la cámara al rozarla y esa leve desviación que produjo le salvó la vida”, contó en sus redes sociales.

La toma fue parte del informe del Mapa de la Policía que días después de la represión permitió armar una secuencia exhaustiva de la represión de las fuerzas federales. Una imagen lateral, tomada por otro reportero gráfico, permitió dar con la identidad del cabo Guerrero, quien aún cumple funciones en la Gendarmería.

“Sabemos quien le disparó, sabemos quien era el jefe del que disparó, sabemos quién dio la orden. Sabemos que Bullrich y Milei son responsables. Y sobre todo sabemos que tarde o temprano será justicia”, escribió Gamarnik.

A cuatro meses del hecho, la familia de Grillo refuerza su pedido de justicia y exige principalmente que el cabo Guerrero sea citado a indagatoria. “No entendemos por qué todavía no lo llamaron a indagar”, cuestionó Fabian Grillo en declaraciones a Página/12. La investigación interna de Gendarmería fue cerrada apenas una semana después del hecho y sin sanciones disciplinarias.

La causa está a cargo de la jueza María Servini y el fiscal Eduardo Taiano, que como última medida conocida hicieron un allanamiento a la Gendarmería para secuestrar el arma utilizada por Guerrero y varios cartuchos de gas sin usar. El agente de la Gendarmería no disparó hacia arriba, en un ángulo de 45 grados hacia el cielo, como indica el protocolo, sino que apuntó en un ángulo llano, directo hacia los manifestantes.

Grillo está actualmente en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca y su recuperación es favorable, a la espera de una prótesis en su cabeza. “Él va bien, sigue con el tratamiento, hace todo para recuperarse. Hay un tema que es fundamental que es la colocación de la prótesis, que si todo marcha va a ocurrir de acá a un mes, en el Hospital Ramos Mejía”, agregó su padre.

El último recuerdo de Pablo Grillo es que estuvo en la marcha de los jubilados y de la situación de represión que había cuando le dispararon en las inmediaciones del Congreso. Pero no tiene memoria sobre el momento en sí en que fue atacado. Queda, ahora, la última toma que capturó su cámara como testigo del balazo que recibió por parte de la Gendarmería.

MC