“Si siguen rompiendo las pelotas no cuenten más conmigo”. Cristian Ritondo le mandó el mensaje a Gabriel Bornoroni, el jefe de la bancada libertaria, poco después de que la primera camada de diputados bullrichistas rompieran con el PRO para sumarse a las fuerzas del cielo. Dos semanas después, Bornoroni y Martín Menem le robaron tres diputados más. Ritondo está furioso y busca venganza: el equilibrista del PRO se siente traicionado por La Libertad Avanza y apuesta, ahora, a recuperar terreno de la mano de sus ex aliados.
La foto de Verónica Razzinni sonriendo con Patricia Bullrich y Martín Menem fue la gota que rebalsó el vaso. La diputada santafesina se había reunido con Ritondo para volver al bloque hace apenas unas semanas: se había ido del PRO en abril por una discusión local por el cierre de listas en Santa Fe y, meses después, le escribió al jefe de bloque para pedirle de volver. Llamó, incluso, a Mauricio Macri para que habilitara su regreso. Días después, anunció su pase a LLA. “Tenés menos palabra que los bullrichistas que se fueron antes”, le mandó a decir el ex presidente cuando se enteró.
El PRO es un hervidero. En el último mes, luego de haber ido como aliados en las elecciones nacionales, Menem y Bullrich se dedicaron a traficar diputados del PRO a las filas de LLA. En la Cámara de Diputados, el riojano se hizo con 11 diputados amarillos -la mayoría cercanos a Bullrich- y dejó al PRO al borde de la extinción. Ritondo, que supo presidir uno de los bloques más grandes de la Cámara baja, tendrá solo 13 diputados propios que liderar a partir de diciembre.
“Son garcas y no cumplen lo que dicen”, murmuran, furiosos, en las filas del partido. Quienes conocen a Ritondo, que es quien convenció a Macri de cerrar un acuerdo electoral con LLA en Provincia de Buenos Aires, aseguran que el jefe del PRO se siente “traicionado”. E insisten en que la confianza con el Gobierno se rompió. “Si vienen y nos roban los diputados, ¿qué confianza podemos tener en que nos cumplan con cualquier cosa que digan? ¿Qué confianza podemos tener que nos den lugares en las comisiones?”, se pregunta, irritado, un dirigente del riñón de Ritondo.
El PRO se encuentra en su momento de mayor debilidad. Sin proyecto de poder nacional propio, paranoico ante la perspectiva de convertirse en la UCR -es decir, con poder territorial local pero sin cuadros nacionales-, el partido que fundó Macri hace 20 años se debate por su propia supervivencia. Algunos, por lo bajo, ya comienzan a hablar de la posibilidad de abandonar el sello para construir algo nuevo, libre del apellido Macri y de la obediencia debida a Javier Milei del último par de años.
Otros, en cambio, insisten en resistir desde el sello. Reafirmar la “identidad” del partido y “rehacer al PRO” con miras a 2027. Tensar con LLA, mostrar las diferencias, pero no romper. Sino apostar a resolver la disputa de poder con PASO locales en cada provincia. En este grupo se encuentra Ritondo y todos aquellos acuerdistas que, sin terminar de pintarse de violeta (como los bullrichitas), apostaron a fusionarse con LLA.
Es el mismo sector que, por estas horas, analiza cómo hacer para mantener su cuota de poder propio en el Congreso.
¿Vuelve Juntos por el Cambio?
“Quiero que el Gobierno empiece a sentir que, por más que ganó las elecciones, no puede llevarnos a todos por delante”, afirma uno de los armadores que está trabajando en un gran interbloque, una suerte de Juntos por el Cambio 2.0, que se convierta en el fiel de la balanza de la Cámara de Diputados.
En silencio, Ritondo viene conversando con las radicales Karina Banfi y Pamela Verasay para conformar un interbloque. La UCR también quedó reducida a su mínima expresión, no solo por el mal resultado electoral y el pacman de Menem, sino por la propia dinámica de la interna radical y el interés de varios díscolos en fortalecer el armado de Provincias Unidas por sobre la UCR. Un problema que no es desconocido para el PRO, que también perdió a una diputada, la santafesina Gisela Scaglia, a manos del interbloque que está impulsando Maximiliano Pullaro.
El objetivo es cerrar un acuerdo político temporal, aunque sea de 90 días, para hacerse con la mayor cantidad de lugares en las comisiones. Pero no solo con la UCR. Ritondo, así como el larretista Álvaro González -que volvió a funcionar como operador todoterreno del PRO desde que se fueron los bullrichistas del bloque y acordó con Ritondo que podría tener libertad de acción-, tienden los tentáculos hacia todos los bloques.
Uno de los principales interlocutores es Oscar Zago (MID), que negocia, junto a Eduardo Falcone, para cerrar una alianza con el PRO y las ex libertarias enemistadas con Menem, Marcela Pagano y Lourdes Arrieta. Ambos, Ritondo y Zago, conversan a su vez con Miguel Ángel Pichetto y Nicolás Massot. El objetivo es también sumarlos a los dos ex cambiemitas -Massot fue, incluso, jefe del bloque PRO durante el gobierno de Macri- después de años de distanciamiento.
El interbloque, calculan sus armadores, podría tener más de 30 diputados propios. Es decir, convertirse en la tercera fuerza de la Cámara de Diputados y, así, en el voto bisagra para el quórum en las sesiones. Ya sea para cerrar acuerdos con el oficialismo o el peronismo, los dos grandes polos que disputan la primera minoría en el recinto.
El objetivo principal del interbloque, sin embargo, será tener volumen para conseguir sillas en las comisiones. Los diferentes bloques -PRO, MID, UCR, Massot- quieren autonomía de la lapicera de Menem, quien promete lugares a cambio de votos, pero la mayoría desconfía. Muchos, incluso, están conversando con otros bloques opositores para quitarle a Menem la facultad de armar las comisiones: ninguno se anima a no ratificarlo como presidente de la Cámara de Diputados, pero más de uno busca cobrarse su venganza por los malos tratos del pasado.
El miércoles, cuando se lleve a cabo la sesión preparatoria, el interbloque tendrá su prueba de fuego. Más de uno se ilusiona con que, si la mesa de trabajo política funciona, el interbloque podría continuar existiendo después de las sesiones extraordinarias. “Nos une el espanto. Lo que tenemos que hacer es transformar el espanto en confianza”, señala uno de los armadores.
MCM/CRM