Recta final de cara a la elección porteña

Tan Biónica, bailes y amarillos “puros”: el PRO cerró la campaña con una postal nostálgica de reafirmación partidaria

Amarillo en los pilusos, amarillo en las banderas, amarillo en las pantallas, amarillo en las remeras, amarillo en los inflables de cotillón. El PRO cerró la campaña, la más difícil de los últimos 20 años, en un clímax de reafirmación partidaria. Tan Biónica musicalizó el cierre, Mauricio Macri bailó y Silvia Lospennato, la elegida para ser el rostro de la lucha por la supervivencia del PRO, habló de “una energía amarilla que quema como el sol”. Una postal nostálgica y reivindicativa, 100% PRO, que buscó ahuyentar fantasmas y reafirmar, a 72 horas de la elección, que el PRO todavía estaba vivito y coleando. 

Los alrededores del club 17 de agosto, ubicado en Villa Pueyrredón, comenzaron a coparse de militantes desde temprano. Las inmediaciones eran un caos: los comuneros del PRO habían hecho su trabajo y decenas de personas, en su mayoría mujeres, hacían cola para ingresar al club en donde se realizaría el acto de cierre de campaña. El macrismo había organizado, en la recta final de cara al 18M, una gran puesta en escena para exhibir el poderío amarillo en la Ciudad, y la gente había comenzado a quedarse afuera. “20 años de magia”, mascullaba, irritada, una pareja sesentona a la que acababan de bochar en el ingreso. 

Adentro, el calor recibía a los militantes como un cachetazo. El acto se había organizado alrededor de un cuadrilátero, y la dirigencia surfeaba entre la militancia, que rogaba selfies, abrazos y algún intercambio chistoso. Cristian Ritondo, el equilibrista que negocia para cerrar un acuerdo con La Libertad Avanza en Provincia de Buenos Aires mientras Macri se tirotea con Javier Milei en los medios, era uno de los más requeridos. “¿Viste? Te dije que iba a venir”, le susurraba una mujer a su marido, previo a pedirle sacarse una foto.

El acto se celebraba en el momento de mayor tensión en la relación del PRO con La Libertad Avanza, y la dirigencia amarilla lo demostró, una y otra vez. “Hay algunos que quedaron en el camino pensando solo en ellos. Pero nos afianzamos en la campaña. Los porteños nos dicen que no hay lugar para el egoísmo ni para los proyectos individuales. Nosotros venimos a frenar a los que quieren destruir al PRO”, comenzó, a modo de maestro de ceremonias, Hernán Lombardi. El acto de cierre de campaña parecía un acto de guerra. 

“El PRO está unido, el PRO está de pie otra vez. Y sé que la interna del 23’ fue muy dañina, que los dos candidatos se dejaron corromper por el ego y la ambición desmedida. Pero los dos ya no están, ya se fueron”, arengó Mauricio Macri, que fue uno de los primeros en tomar la palabra, luego de ingresar al cuadrilátero bailando al ritmo de Gilda. El club, húmedo y asfixiante, irrumpió en aplausos y chiflidos frente al dardo del líder del PRO contra sus dos ex candidatos presidenciales, Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta.

Esta es la lista de los jóvenes que no tienen precio y por eso están acá”, insistió, arremetiendo ahora con el resto de la dirigencia amarilla que se había pasado a las fuerzas del cielo. Ritondo, uno de los más íntimos dirigentes PRO de Santiago Caputo, aplaudía, incómodo. 

Macri hacía equilibrio: golpeaba al Gobierno, pero aclaraba que el PRO continuaría “ayudando al ordenamiento del país”. Una danza que se terminó por descolocar, sin embargo, cuando la militancia empezó a corear “Mauricio presidente”. El ex presidente los cortó de lleno, pero la dirigencia aplaudió y coreó a su vez, entre risas.

100% PRO

Mauricio era “el gato más querido de la ciudad”. Jorge Macri, el jefe de Gobierno porteño, era “black Macri” o el “Macri negro”. Silvia Lospennato era “la mejor candidata de todas”. Las presentaciones de los protagonistas eran jocosas y alegres: el PRO celebraba una fiesta para los que se habían quedado, los que no habían abandonado el barco. 

“Un PRO claro, diáfano”, lo nombró Jorge Macri, en un momento. Era una celebración de los puros, y, entre ellos, ninguna fue tan celebrada como Gabriela Michetti. La ex vicepresidenta de Macri, desaparecida de la escena política desde que abandonó la Casa Rosada, reaparecía, ahora, en el cierre de campaña en una señal de vuelta a los orígenes del PRO. “Gaby, Gaby”, cantaban los militantes, y ella mandaba besos.

“Acá es el PRO, el verdadero PRO, el único PRO. El que no especula y no se va”, arengó Macri (Jorge), quien solo cuatro meses antes, en ese mismo club, había lanzado la campaña porteña a modo de mensaje a Karina Milei de que, finalmente, no habría acuerdo con LLA en CABA.

“Nos quisieron dividir y atacaron al PRO. Esta campaña fue todos contra el PRO y el PRO está acá, está de pie y nadie lo pudo quebrar”, celebró María Eugenia Vidal, la jefa de campaña y, a su vez, quien fuera la primera opción de Macri para encabezar la lista antes de que le pidiese, finalmente, a Lospennato. En un discurso enérgico y sintético, Vidal alertó contra los que estaban “confundiendo” la elección y llamó a votar al PRO, al verdadero PRO.

“Este domingo es amarillo, es PRO y es con Silvia Lospennato. Si bancaste siempre al PRO, convencé a tu familiar que todavía no sabe a quién votar, a tu vecino, a la mami del chat. Quedan 72 horas para llamar uno por uno”, predicó, antes de agregar: “Nunca fue tan fácil elegir. Ella solita solita, con su honestidad, su perseverancia, nos conmovió a todos. Solita frente al poder de los corruptos dijo ‘ficha limpia sí’”, afirmó, presentando a una sonriente Lospennato. 

La Ciudad no es terreno de batalla de una guerra entre políticos. La Ciudad es donde vivimos, donde crecen nuestros hijos. Nosotros no vamos a ser rehenes de las ambiciones políticas de nadie. No somos un trofeo para exigir”, graficó la candidata amarilla, en medio de los aplausos. 

Al igual que Vidal y Macri antes, Lospennato alertó sobre los que querían “confundir” la elección, una preocupación constante en el comando de campaña del PRO que observa mucha fuga de votos anikirchneristas -históricos del PRO- hacia la lista de Larreta y de Adorni.  “Esta es una elección local, ni Macri ni Cristina ni Milei se van a bajar de los carteles para tomar decisiones en la Legislatura”, advirtió, y cerró: “Eso lo vamos a definir o Santoro su lista kirchnerista o Adorni y su lista fantasma o Lospennato y la lista del PRO”.

Lospennato cerró su discurso y empezó a sonar el hit histórico del PRO. “Que noche mágica ciudad de Buenos Aires”, cantaba Tan Biónica desde los parlantes, mientras, en el centro del escenario, Macri bailaba agitando los brazos y Laura Alonso y Vidal saltaban, extasiadas. 

Parecía una postal de un cierre de campaña del PRO de 2012. La música, el baile, el amarillo, los cantos, las figuras: una liturgia nostálgica al servicio de una explosión de orgullo identitario. Afuera, mientras tanto, las personas que no habían logrado ingresar habían comenzado a abandonar con tiempo las inmediaciones del club. “Te piden que vengas y encima te maltratan. Por eso pierden después las elecciones”, murmuró una mujer joven con su madre, mientras hacía tiempo para cruzar la calle.

MC/JJD

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