Hubo un tiempo en que el crecimiento de la empresa farmacéutica Novo Nordisk parecía no tener límite. La compañía danesa fue la primera en descubrir que sus medicamentos para la diabetes también podían servir como una solución milagrosa en forma de inyecciones para perder peso, lo que revolucionó a la industria farmacéutica. Gracias a las ventas de los medicamentos Ozempic y Wegobi, la cuenta de resultados de Novo Nordisk creció de tal forma que se convirtió en la empresa europea más valiosa en bolsa, logrando en 2024 unos beneficios de 13.538 millones de euros.
Pero lo que hasta ahora había sido una gran historia de éxito, está a punto de transformarse en un relato de auge y caída empresarial. En el último año, los inversores han perdido la confianza en la compañía, lo que ha provocado que su valor en bolsa se haya desplomado un 70% desde junio de 2024. La pérdida de valor equivale a 430.000 millones.
Esta crisis se ha agudizado aún más desde el pasado 30 de julio, cuando las acciones de la empresa cayeron en picado un 23%. En un día negro para Novo Nordisk, coincidieron el anuncio de una rebaja en los pronósticos de crecimiento para este año y el nombramiento de su nuevo consejero delegado, el austríaco Mike Doustdar, quien tendrá que redirigir el rumbo del gigante farmacéutico.
A todo esto, Novo Nordisk ha seguido presentando esta semana unos beneficios millonarios: 7.436 millones en el primer semestre de 2025. El problema es que la empresa esperaba ganar aún más. Lo que no supo predecir la farmacéutica fue el avance de sus competidores norteamericanos, que en los últimos meses han sacado al mercado fármacos para perder peso similares e incluso más eficaces y económicos. Esto ha provocado que las predicciones de crecimiento de ventas para 2025 hayan pasado de una horquilla entre el 16% y el 24% a un pronóstico mucho más reducido, de entre el 8% y el 14%, lo que le ha costado su caída en bolsa.
El ‘boom’ de Ozempic
La pérdida de valor de Novo Nordisk ha dejado a todos tan atónitos como lo hizo su crecimiento en los últimos años. El punto de inflexión fue 2018, cuando sacó al mercado norteamericano su fármaco Ozempic y le siguió la comercialización de Wegovy en 2021. Desde entonces, el 60% de las ventas de Novo Nordisk se han concentrado en EEUU, donde hay 100 millones de personas con problemas de obesidad que no reciben ningún tipo de tratamiento, lo que significaba un mercado potencial enorme para la farmacéutica nórdica.
De hecho, las inyecciones de Ozempic y Wegoby han alcanzado tales niveles de popularidad que, según el New York Times, su uso solamente puede ser comparable al impacto que tuvieron los implantes de Botox o a las pastillas de Viagra. En redes sociales, especialmente en TikTok, se han viralizado “retos” para perder peso que han popularizado aún más los medicamentos de Novo Nordisk, y centenares de celebridades han admitido haber perdido peso gracias a sus inyecciones (entre ellos Elon Musk y Oprah Winfrey).
Con ese éxito a sus espaldas, el anterior CEO de la empresa, el discreto Lars Fruergaard Jørgensen, fue nombrado como persona del año en el 2023 por su impacto empresarial y científico por Financial Times.
Pocos reflejos
Sin embargo, la empresa ha tenido pocos reflejos, y tal vez también algo de complacencia, en no ver venir el éxito de su competencia. Los problemas empezaron cuando los exitosos Ozempic y Wegoby sufrieron problemas de suministro el año pasado, lo que dio alas a los competidores. El principal rival de Novo Nordisk, otro peso pesado de la industria farmacéutica, la norteamericana Eli Lilly, ha hecho una gran apuesta con su medicamento Mounjaro, prescrito para tratar la diabetes y que también ayuda a perder peso.
Pero más allá de haber perdido cuota de mercado, Novo Nordisk se enfrenta a otro reto: las copias más baratas de Ozempic y Wegoby que han hecho otras farmacéuticas. De momento, la empresa danesa se encuentra inmersa en una batalla legal con más de 130 demandas abiertas en 40 estados de los EEUU para tratar de prohibir las copias de sus productos, lo que ha provocado que sus ventas este año no hayan sido tan altas como se esperaban.
Con todo, la empresa también ha tenido que hacer frente a las presiones del presidente estadounidense, Donald Trump, más allá de la amenaza de los aranceles a los medicamentos producidos en el extranjero. En una carta dirigida a los directivos de Novo Nordisk y a otras 17 empresas farmacéuticas, Trump exigió que los medicamentos de la compañía se redujeran “al precio internacional más bajo” y dio un plazo de 60 días para cumplirlo. Esto provocó caídas generalizadas en bolsa en el sector farmacéutico durante el pasado 1 de agosto, lo que hundió un poco más el valor y las perspectivas de Novo Nordisk.
Miedo al efecto arrastre
Frente al desplome en la bolsa de Novo Nordisk, en Dinamarca algunos expertos alertan del peligro de que la crisis de la farmacéutica arrastre al resto de la economía del país nórdico.
Desde el año 2022, Dinamarca ha tenido un crecimiento del PIB superior al de los países de su entorno (Suecia, Alemania y Países Bajos) y a la mediana de los países de la UE, gracias a la contribución de Novo Nordisk. Según datos del gobierno, sin el crecimiento del sector farmacéutico, la economía del país hubiera tenido un crecimiento negativo y no del 3,5% como en 2024.
Es tal el impacto de Novo Nordisk, que en 2023 la empresa pagó el 15% del total del impuesto de sociedades recaudado en el país. Con estos argumentos, el jefe económico del Danske Bank, Las Olsen, admitía esta semana: “Un menor crecimiento de Novo significa un menor crecimiento del PIB de Dinamarca, es así de simple”.