Nuestra pariente más famosa, la Australopithecus afarensis Lucy, no estuvo sola en la actual Etiopía, sino que convivió geográfica y temporalmente con una especie aún más antigua, cuyos pies tenían un pulgar oponible que le facilitaba trepar a los árboles, más parecidos a los de un gorila que a los de un humano.
Es la principal conclusión del trabajo publicado este miércoles por el equipo del investigador Yohannes Haile-Selassie en la revista Nature, quienes resuelven un antiguo misterio y ofrecen nuevas perspectivas sobre el estilo de vida de los antiguos homínidos que vivieron en África oriental hace entre 3 y 4 millones de años. Al tiempo que nos revelan que la bipedestación (la marcha sobre dos piernas) se abrió camino a lo largo de la evolución humana de formas muy diversas.
Un pie para una teoría
Los hallazgos se basan en un fragmento de pie de 3,4 millones de años desenterrado por el equipo de Haile-Selassie en Etiopía en 2009 y al que los especialistas bautizaron como pie de Burtele. Los científicos sabían que coincidía en antigüedad con los Australopithecus afarensis, aunque tenía una anatomía distinta y no sabían a qué especie pertenecía. Unos años después, en 2015, el equipo anunció la identificación de una nueva especie, Australopithecus deyiremeda, a partir de fósiles encontrados cerca del pie y aunque han defendido durante años su relación, no podían establecer el vínculo.
Lo que anuncian Haile-Selassie y los suyos en esta ocasión es el descubrimiento de nuevos fósiles de homínidos, que datan de hace entre 3,47 y 3,33 millones de años en la misma región, que les permiten asignar el pie fósil a esta especie. Estas nuevas piezas incluyen fragmentos de pelvis, cráneo y una mandíbula con 12 dientes, que pueden asignarse a A. deyiremeda y que se encontraron en la misma sección estratigráfica del suelo que el pie de Burtele.
El hallazgo de especímenes como el pie de Burtele indica que existían muchas maneras de caminar sobre dos piernas en el suelo; no existía una única forma hasta tiempos posteriores
Este pie es más primitivo que los de la especie de Lucy, ya que conserva un pulgar oponible, importante para trepar, lo que no impedía a A. deyiremeda caminar sobre dos piernas. Otra especie que vivió un millón de años antes Ardipithecus ramidus, cuya representante más conocida se llama Ardi, presentaba características similares.
“Esto significa que la bipedestación en estos primeros ancestros humanos se manifestaba de diversas maneras”, destaca Haile-Selassie. “El hallazgo de especímenes como el pie de Burtele indica que existían muchas maneras de caminar sobre dos piernas en el suelo; no existía una única forma hasta tiempos posteriores”.
Diferentes dietas
La forma de los dientes, junto con las características previamente descritas de los huesos, también sugieren que A. deyiremeda era más primitivo que A. afarensis. Y un detalle que los autores les parece particularmente relevante: el análisis de los isótopos del esmalte dental indica que esta especie comía hojas, frutas y nueces de árboles, arbustos o hierbas, una dieta menos diversa que la de Lucy.
“Me sorprendió que la señal isotópica del carbono fuera tan clara”, asegura Naomi Levin, profesora de la Universidad de Michigan y coautora del estudio. Ella y su equipo tomaron muestras de ocho de los 25 dientes encontrados en las localidades de Burtele para su análisis. “Los datos isotópicos muestran claramente que A. deyiremeda no accedía a la misma gama de recursos que A. afarensis”, señala Levin.
Debate entre los expertos
El paleoantropólogo español José María Bermúdez de Castro cree que el resultado es muy interesante y que habrá debate entre los expertos. “En la actualidad, se han descrito hasta siete especies del género Australopithecus, que vivieron en África hace entre cuatro y dos millones de años”, explica a elDiario.es. “El tiempo y el espacio son considerables y existen muchas evidencias para sostener toda esta variabilidad. Sin embargo, este estudio concluye que dos de estas especies vivieron en el mismo lugar y en la misma época: A. afarensis y A. deyiremeda”.
Pienso que en un futuro próximo, con más hallazgos, será necesaria una revisión a fondo para asegurar que se trata de especies distintas
Para el especialista, aunque las localidades donde se encontraron estos fósiles y los de Lucy estén prácticamente en la misma zona (separadas por apenas 30 kilómetros), es posible que no todos los expertos en Australopithecus estén de acuerdo en aceptar esa convivencia. “Pienso que en un futuro próximo, con más hallazgos, será necesaria una revisión a fondo para asegurar que se trata de especies distintas”, comenta.
“Necesitamos mas fósiles”
Leslea J. Hlusko, paleoantropóloga del Centro Nacional de Evolución Humana (CENIEH) experta en dentición y australopitecos, discrepa de las conclusiones de Haile-Selassie. “Si el dedo del pie de este espécimen fuera divergente, eso lo haría bastante diferente del pie del Australopithecus afarensis”, apunta.“El dilema radica en la dificultad de interpretar de forma concluyente el ángulo del pulgar desde la base del pie utilizando únicamente el metatarsiano. Se necesita el hueso con el que se articula: la cuña cuneiforme. Y aún no se conoce ninguna en el pie Burtele. Por lo tanto, esta interpretación de una diferencia en la locomoción con A. afarensis ha sido incierta”.
En cuanto a la posible coexistencia de las especies, Hlusko recuerda que se puede llegar caminando en menos de un día desde los sitios donde se encontraron fósiles de Ardipithecus ramidus, que vivió hace 4,4 millones de años, Australopithecus anamensis, hace 4 millones de años, y Australopithecus afarensis, entre 3,7 y 3 millones de años. “Todos estos taxones vivieron en la misma región geográfica pero en sucesión”, asegura. “Muchos expertos en mi disciplina, incluida yo, interpretamos estos taxones como puntos temporales de un linaje en evolución, no como evidencia real de múltiples especies viviendo juntas”.
Taxonómicamente, siempre se puede dividir un linaje en evolución en tantos segmentos como se desee, pero no hay evidencia de que estos sean animales distintos
El grupo de investigación de Hlusko cree que la especie A. deyiremeda no está bien identificada y dicen haber demostrado que se absorbe fácilmente dentro de la variación específica de A. afarensis. “Taxonómicamente, siempre se puede dividir un linaje en evolución en tantos segmentos como se desee”, subraya la experta. “Sin embargo, biológicamente, no hay evidencia de que estos sean animales distintos”.
En conclusión, Hlusko cree que sería extraordinario tener dos simios de apariencia casi idéntica viviendo uno junto al otro sin cruzarse. “Nunca vemos esto en los primates actuales, por lo que soy sumamente escéptica ante todas estas interpretaciones de la extrema diversidad biológica”, asevera. “Este nuevo artículo de 2025, desde mi perspectiva, actualiza el uso de la terminología taxonómica por parte de los autores, pero no nos aporta ninguna nueva perspectiva sobre la biología de nuestros ancestros hace 3,5 millones de años. Para ello, aún necesitamos más fósiles”.