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Veinte años de Campaña: la estrategia que cambió el curso de la lucha por el aborto legal

23 de mayo de 2025 23:59 h

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Una mesita en la vereda. Un grupo de mujeres que junta firmas para que se legalice el aborto.  Están frente al Congreso de la Nación, en la ciudad de Buenos Aires; pero también en Córdoba en la Plaza San Martín; en Rosario, frente al Monumento a la Bandera; en Mendoza, en La Plata y en cada vez más provincias y ciudades de todo el país. Están en plena campaña. Acaban de parir una organización que luchará y conseguirá la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, conseguirá importantes avances en derechos sexuales y reproductivos, hasta nuestros días. Corre el año 2005 y ha nacido la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. 

A punto de cumplirse veinte años de su lanzamiento, protagonistas de aquellos días -y que hoy continúan en las luchas feministas- comparten diferentes impresiones y una convicción común que sigue vigente. Una de las pioneras es la médica y psicoanalista feminista Martha Rosenberg. Para ella “la Campaña encarnó la voluntad de reunir de manera democrática, federal, participativa y plural todos los movimientos que nos precedieron”. Cita un hito previo: el Encuentro Nacional de Mujeres de 2003, en Rosario. “Allí tuvo lugar una gran asamblea feminista organizada por Dora (Coledesky) y otras compañeras, que venían trabajando juntas en las asambleas populares que nacieron al calor de las luchas del 2001”, recuerda. Esa construcción derivó en una plenaria que se hizo en Córdoba el 14 de mayo de 2005. “Ahí se dio una operación de confluencia, una constitución orgánica  -con todo lo orgánica que pudo ser la Campaña-, que discutió sus objetivos y sus lemas”. Dos semanas después se fijó la fecha oficial de nacimiento. 

Ni (tan) feministas ni (tan) a favor

Otra de la pioneras, la abogada laboralista Nina Brugo, sonríe acordándose de una anécdota del año 2003, con Dora Coledesky: “Estábamos  en el Encuentro de Rosario, en la fila para entrar al comedor, y se me acerca Dora -a quien yo no conocía- para pedirme que firme por el derecho al aborto. ‘De ninguna manera’, le contesté. Dije: ‘No tengo problema con las mujeres que abortan, siempre las voy a acompañar, pero es un asunto individual, privado’”. Ese mismo día Brugo participó de una asamblea inmensa en el salón de actos de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Rosario. La actividad no sólo la emocionó, la convenció. Buscó a Dora y le dijo “vení, dónde hay que firmar”. Después se puso el pañuelo verde y ya no se lo sacó nunca más.

Una de las comisiones de trabajo en los Encuentros de Mujeres estaba dedicada a debatir “anticoncepción y aborto” y no había un pronunciamiento explícito a favor de la legalización. Pero cuando la preocupación creció y las compañeras que venían trabajando el tema propusieron una comisión exclusiva para debatir sobre aborto, quienes estaban en contra se presentaban y obstaculizaban el debate. Con argumentos conservadores, morales o religiosos, intentaban obstruir los acuerdos y devolver el problema, una preocupación concreta de las mujeres, al silencio o al susurro clandestino.

Pero la militancia y la creatividad feminista cambiaron la estrategia: “Llevamos a Rosario la propuesta de una comisión de Estrategias para el derecho al aborto. De este modo, allí nos reunimos todas las que queríamos el derecho y lo que se discutió no fue ‘aborto sí/aborto no’ sino cómo nos organizábamos para conseguir el derecho a decidir”, recuerda Martha Rosenmberg. Algo así como “si no estás de acuerdo, esta no es tu comisión”, agregan otras.

En la marcha final, la movilización que cierra todos los Encuentros, más de 10.000 mujeres marcharon cantando y portando carteles a favor del aborto. Y allí apareció por primera vez el famoso pañuelo verde. La fundadora de Católicas por el Derecho a Decidir Marta Alanís trajo una bolsa con unos cientos y los repartieron. Jamás pensaron que estaba naciendo un símbolo mundial. 

Dice Marta Rosenberg: “La lucha por el derecho al aborto fue una lucha contra el silencio”. No se publicaba nada, recuerda, y si la palabra “aborto” aparecía era únicamente para criminalizar.  Entre las que trabajaron por hacer público el tema se destaca la periodista Mariana Carbajal. “Convertimos el aborto en un tema sobre el que había que informar, haciéndonos eco del activismo mucho antes de que la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto se conformara como colectivo político transversal y transformador”, escribió Mariana en un reconto de Página 12 donde comenzó a publicar sobre la temática desde 1991. 

No nació de un repollo

En el año 2005, tras los debates y acuerdos en los Encuentros Nacionales, unas 70 mujeres se reunieron en Córdoba para dar a luz a la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. “Esa que se toca la nariz soy yo” dice Alejandra Domínguez, referente histórica de la Campaña, frente a una foto descolorida de la plenaria que se hizo en Córdoba. Recuerda ese 14 de mayo frío y húmedo en el local de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado Córdoba) de la calle Entre Ríos: “Había mujeres que venían de distintos lugares del país y de diferentes trayectorias y organizaciones de la sociedad civil. Ese día definieron el nombre completo de la Campaña Nacional por el aborto legal, seguro y gratuito, el lema: Educación sexual para decidir, Anticonceptivos para no abortar, Aborto legal para no morir. 

También la fecha oficial del lanzamiento. Alejandra insiste en que la historia empezó antes: cita encuentros, asambleas, viajes. “Me parece importante describir el proceso, porque las construcciones colectivas claramente son procesos. Y no lo digo como un discurrir teórico, es una precisión, porque fuimos decidiendo entre todas, con avances y con retrocesos, acuerdos y desacuerdos, con errores y aciertos”, marca la flamante decana de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Y se le quiebra la voz. 

La fecha elegida para el lanzamiento oficial de la Campaña Nacional por el Aborto legal, seguro y gratuito fue el 28 de mayo de 2005, de tal manera de hacerla coincidir con el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, instituido mucho tiempo atrás.

Ahí comenzó una nueva etapa de trabajo: “Nosotras llevábamos las mesitas y las planillas a la calle y nos poníamos en la Legislatura, en la Plaza San Martín, en distintas esquinas de la ciudad. Íbamos los jueves, los viernes, en algunas fechas claves de las efemérides feministas y así juntamos firmas por un año”, recuerda Alejandra Domínguez. “Era re difícil en ese momento: muchas personas nos trataban mal, otras pasaban en silencio y algunas firmaban. Poco a poco fuimos rompiendo ese silencio y festejamos cada firma como un triunfo”. Era un trabajo duro pero que se disfrutaba. “Decíamos estamos en campaña hasta que lo logremos; pueden ser años y de hecho fue más largo de lo que pensábamos, pero lo logramos”, manifiesta orgullosa.

Grandes acuerdos para grandes batallas

Estela Díaz, actual ministra de las Mujeres de la provincia de Buenos Aires, también estuvo entre las primeras militantes que se sumaron a la Campaña. “Necesitábamos sacar el tema de la clandestinidad. Para legalizar el aborto había que dar el debate y construir masa crítica. Y eso requería transversalidad política y social, además de un debate federal”, recuerda.  

Marca como un gran acierto político haber comprendido que no iba a conseguirse con organizaciones pequeñas. Ella venía del sindicalismo, era secretaria de Igualdad de Género de la CTA (Central de Trabajadores de la Argentina), y sintió la responsabilidad de articular: “En diversos congresos de la CTA habíamos definido lo que en ese momento nombrábamos como la ‘despenalización’ del aborto y el acceso a la salud sexual y reproductiva, y desde esas definiciones se planteó la participación en la Campaña. Participamos de la recolección de firmas, de los primeros proyectos, y procuramos la inclusión de las organizaciones que integran la CTA, sindicatos y movimientos sociales”. No fue un proceso sencillo. 

“Ya como ministra pude verificar que hasta en las localidades más pequeñas de la provincia de Buenos Aires llegó la Campaña, el pañuelo verde, la movilización en las plazas, en los centros de estudiantes y se produjo ese enorme cambio social por el derecho a la autonomía y a la decisión y al mismo tiempo la responsabilidad de la sociedad para garantizar ese derecho”, concluye.

El palacio y la calle en el mismo sentido

La presentación en el Congreso de la Nación del primer proyecto de ley para la legalización del aborto fue en 2007 y la hizo una delegación de la Campaña. En la calle, las compañeras que vinieron de diferentes lugares del país protagonizaron una gran movilización, alegre y colorida. “Eran cientos de miles de firmas -recuerda Alejandra Domínguez- desde Córdoba salió un flete con cuatro cajas repletas de planillas firmadas”. 

Pronto aprenderían que también necesitaban ampliar las alianzas en el Congreso de los diputados, que no bastaba con el apoyo de dos o tres. Julia Martino, otra compañera histórica de la Campaña y actual presidenta de Incidencia Feminista, recuerda que un año después de haber presentado ese proyecto en forma particular se resolvió presentar uno nuevo, esta vez con firmas de diputados y diputadas. “Y lo pensamos con firmas de diferentes bloques, porque teníamos claro que había que sumar a todas las personas que estuvieran de acuerdo, de todas las fuerzas políticas”, recuerda. Así, un grupo de compañeras caminaron los pasillos del Congreso durante días; tomaron incontables cafés; hablaron durante horas; organizaron reuniones y por primera vez se logró presentar un proyecto con 21 firmas, en el 2008. Y así siguieron insistiendo hasta la octava vez, 10 años después de aquella primera presentación, pero esta vez con 72 firmas. Ese fue el proyecto que por primera vez logró su camino hasta el recinto en 2018. Y aunque fue rechazado en el Senado, el debate que suscitó fue clave en el consenso social que llevó finalmente a la aprobación en 2020. 

20 años ¿no es nada?

Marta Alanís, la fundadora de Católicas por el Derecho a Decidir y militante de la Campaña desde el inicio, tiene cierta renuencia a hablar del pasado. Con un tono amable y pausado, afirma que prefiere hablar del presente. “Tengo una profunda preocupación por los tiempos que corren; recuerdo con emoción y me enorgullezco de todas las compañeras y de todo lo que hicimos para lograr la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en 2020. Pero la actualidad urge”, explica.  Por eso está “cada vez más involucrada en la defensa del estado de derecho y en la defensa de nuestros derechos”. 

Dice que reivindica el trabajo de la Campaña más allá de la obtención de la ley. Pero ahora, piensa, “estamos en otra etapa”: “Apuesto todo a la construcción de un frente antifascista que le ponga fin a estas medidas antipopulares de este gobierno que odia, que reprime, que entrega”. De la Campaña se lleva la experiencia de que la salida no sólo es colectiva sino también organizada. 

GW / MA

Una mesita en la vereda. Un grupo de mujeres que junta firmas para que se legalice el aborto.  Están frente al Congreso de la Nación, en la ciudad de Buenos Aires; pero también en Córdoba en la Plaza San Martín; en Rosario, frente al Monumento a la Bandera; en Mendoza, en La Plata y en cada vez más provincias y ciudades de todo el país. Están en plena campaña. Acaban de parir una organización que luchará y conseguirá la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, conseguirá importantes avances en derechos sexuales y reproductivos, hasta nuestros días. Corre el año 2005 y ha nacido la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. 

A punto de cumplirse veinte años de su lanzamiento, protagonistas de aquellos días -y que hoy continúan en las luchas feministas- comparten diferentes impresiones y una convicción común que sigue vigente. Una de las pioneras es la médica y psicoanalista feminista Martha Rosenberg. Para ella “la Campaña encarnó la voluntad de reunir de manera democrática, federal, participativa y plural todos los movimientos que nos precedieron”. Cita un hito previo: el Encuentro Nacional de Mujeres de 2003, en Rosario. “Allí tuvo lugar una gran asamblea feminista organizada por Dora (Coledesky) y otras compañeras, que venían trabajando juntas en las asambleas populares que nacieron al calor de las luchas del 2001”, recuerda. Esa construcción derivó en una plenaria que se hizo en Córdoba el 14 de mayo de 2005. “Ahí se dio una operación de confluencia, una constitución orgánica  -con todo lo orgánica que pudo ser la Campaña-, que discutió sus objetivos y sus lemas”. Dos semanas después se fijó la fecha oficial de nacimiento.