Guillermo Vilas cumple 70 años, el hombre que cambió la historia del tenis en Argentina

elDiarioAR

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Ni bien se menciona la palabra tenis en Argentina lo primero que fluye en el inconsciente popular es el nombre de Guillermo Vilas. Las causas para que eso suceda no solo residen en los logros que alcanzó como deportista, sino que también es parte de una construcción que “Willy” se cargó a sus hombros a través de la entrega y el esfuerzo por superarse ante los constantes desafíos que supo que se iban a venir cuando decidió no seguir los deseos familiares por la academia --abandonó la carrera de Abogacía-- y volcarse de lleno a su pasión por la raqueta.

“Alguna vez sostuvimos que nuestra aspiración en el tenis era que su mensaje y sus valores trascendieran los resultados deportivos. Entiendo que el tenis desarrolla un sentido de responsabilidad, es una actividad donde debemos aprender a convivir con las victorias, pero también con las frustraciones. El legado de Vilas como tenista también nos llega desde allí”, señaló Daniel Orsanic, capitán del equipo nacional que conquistó la Copa Davis, en el prólogo del libro “Guillermo Vilas. El número 1″ que escribió Luis Vinker.

Los números de Willy, que hoy cumple 70 años, impresionan: ganó 62 torneos de ATP, 4 de los cuales fueron Grand Slam: triunfó en el Torneo de Roland Garros 1977, en el Abierto de Estados Unidos 1977, el Abierto de Australia 1978, y el Abierto de Australia 1979, además del Masters 1974 (hoy ATP World Tour Finals) y seis Grand Prix Championship (actualmente Masters 1000): Dos Masters de Montecarlo (1976 y 1982), dos Masters de Canadá (1974 y 1976), un Masters de Hamburgo (1978) y un Masters de Roma (1980).

Además, fue tres veces finalista de Roland Garros y una vez del Abierto de Australia.

Catalogado como el número 1 y campeón mundial de 1977 por el entonces prestigioso ranking anual de “World Tennis”, también finalizó como Nº1 del Grand Prix Tennis Circuit organizado por la FIT (predecesor de la actual ATP Tour) en 1974, 1975 y 1977.

Creador de la “gran Willy”, un golpe que consiste en darle a la pelota por entre las piernas y de espaldas a la red, Vilas bajó un deporte de elite a las masas, lo puso en el mismo nivel de atracción que el fútbol y le abrió las puertas al exterior a los tenistas argentinos. Además invitó a millones de aficionados a practicarlo tan solo por placer y proliferaron los complejos de canchas de tenis, crecieron los centros de enseñanza municipales y privados y la industria agigantó la venta de artículos para su desarrollo. En los barrios se empezó a ver gente con muñequeras y vinchas en el pelo, y se acrecentó un implícito homenaje al impulsor de este nuevo pasatiempo que venía con reputación de “deporte blanco” y pertenencia aristocrática.

Pese a todas las glorias, el tenista permanece a la espera de un acto de justicia por parte del ranking de la Asociación de Tenis Profesional y que se lo reconozca como el número 1 de 1975.

“A Guillermo le corresponde el N° 1”, dijo Eduardo Puppo, periodista especializado y responsable de la titánica tarea de investigar los rankings de la ATP entre 1973 y 1978 y visibilizar que las estadísticas lo favorecen. “Tuvimos que conseguir más de 23 mil resultados, los bonus, los promedios. Para eso me ayudaron mi señora, que es igual de obsesiva que yo para la investigación, y un matemático rumano que ella contactó. Entre los tres fuimos armando tres estudios de rankings que demuestran el resultado positivo para Vilas”, contó el periodista tras la salida del documental “Vilas: Serás lo que debas ser o no serás nada”, que estrenó Netflix en 2020.

“Guillermo significa mucho para mí. Cuando recién empezaba a jugar escuchaba su nombre constantemente, todos quisimos seguir sus pasos”, supo decir Gabriela Sabatini.

Willy proyectó su figura de ídolo popular más allá de su relación con el tenis. Amante de la música y la poesía, escribió dos libros: “Ciento veinticinco” (1974) y “Cosecha de cuatro” (1981), con prólogo de Luis Alberto Spinetta -- un diario íntimo- y trabó una gran amistad con el autor de Muchacha ojos de papel.

Al músico de la calle Arribeños, lo acercó a la discográfica CBS y su colaboración fue una pata importante en Only love can sustain, el disco en inglés que el Flaco grabó en Estados Unidos en 1979.

“El jazz-rock iba a full en ese momento y se habían hecho varios cross-over, que es cuando un artista de otro palo se metía en otra manera de hacer las cosas. En esa época, en California estaban grabando todo el tiempo. Era una época especial que se daba para hacer algo nuevo”, explicó el tenista en 2012, sobre aquella experiencia que lo vinculó de cerca con la creación de canciones.

Vilas siempre buscó la veta artística y transformó su vida a través del tenis. Sus cuadros, los que hoy todavía se observan con meticulosidad, son las hazañas deportivas que alcanzó en épocas donde la tecnología era solo la trama de un cuento de Ray Bradbury.

Su manejo de la raqueta, sus golpes y el esfuerzo de un físico que aprendió a transitar la existencia desde ese tango que dice que primero hay que saber sufrir, son el legado de una historia que lo posicionan al lado de los humanos, demasiado humanos: Diego Maradona, Lionel Messi, Carlos Monzón y Juan Manuel Fangio.

Con información de NA

IG