La canasta de los más pobres se encareció hasta 8 puntos más que la de los ricos en el último año

La importancia que tiene la categoría de alimentos dentro de la canasta de consumos de las personas de menores recursos hace que un dato que se sospecha igual para todos los hogares argentinos, no lo sea. La inflación golpea de una forma a los más ricos, con gastos más diversos y mayor incidencia de servicios, y de otra a los pobres, a los que el ingreso se les va casi íntegramente en el plato que ponen sobre la mesa. 

Si se compara el aumento de la canasta básica y el de la “canasta de ejecutivos” que elabora la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (Ucema) se advierte que entre junio de 2020 y junio de 2021 los consumos elementales se encarecieron hasta 8 puntos porcentuales más. 

La Canasta Básica Alimentaria, que está compuesta por los productos mínimos que necesita una familia para comer y que marca la línea de la indigencia, aumentó 57,6% en 2020 y alcanzó en junio un valor de $28.414 para una familia tipo de cuatro integrantes. La Canasta Básica Total, que incluye algunos otros bienes y servicios como ropa, transporte o comunicaciones y traza el límite de la pobreza, creció 51,8% y se ubicó en $66.488 en el mes que cierra el primer semestre de 2021. En ambos casos, crecieron por encima del promedio general de la inflación, que entre junio de 2020 y junio de 2021 fue 50,2%. 

Estos valores muestran que dos salarios mínimos, que partir de junio se ubican en $25.572, no alcanzan para mantener una familia de cuatro integrantes a salvo de la pobreza. Incluso si se considerara el valor que alcanzará en septiembre ($29.160), cuando se termine de aplicar el aumento de 35% negociado este año, dos salarios mínimos no serían suficientes para cubrir las necesidades mínimas que hoy tiene un hogar. 

En el extremo opuesto, la Canasta del Profesional Ejecutivo que mide mensualmente Ucema en base a los consumos del 3% de los hogares de más altos ingresos aumentó en el año 49,5%, 0,7 puntos por debajo de la inflación general. Si se compara con la canasta básica total hay una diferencia de 2,3 puntos y si el cotejo se hace con la canasta básica alimentaria, esa brecha escala a 8,1 puntos

La canasta que mide Ucema toma como referencia al grupo familiar de un profesional ejecutivo que vive en zonas residenciales del Gran Buenos Aires o en la ciudad de Buenos Aires, cuyo nivel mensual de gasto llegó a $422.721 en junio. Como insumo para los cálculos, toma los datos de inflación medidos por el Gobierno de la Ciudad. 

La diferencia entre la suba de la canasta ejecutiva y las básicas fue mayor en los 12 meses de 2020; de 4,5 puntos con la canasta total y de 11 con la alimentaria. Para Alejandro Rodríguez, director del Departamento de Economía de Ucema, el achicamiento de la brecha se explica por una desaceleración de la suba de alimentos (que a fin de 2020 se disparó muy por encima del promedio general) y, a la vez, una mayor recomposición de los precios en servicios de salud y educación privada, que tienen gran peso en la canasta ejecutiva. 

Además, Rodríguez consideró que la aceleración de la dinámica inflacionaria tiende a limar los matices. “Las diferencias que puede haber entre los índices por cambios en precios relativos son menores frente a una inflación de 40/50% como la que tenemos”, apuntó. En 2020 la inflación cerró en 36,1%, mientras que para este año el mercado estima un dato acumulado en el orden del 47%. 

Bienes versus servicios

La inflación general fue de 50,2% en los últimos 12 meses, pero la de los alimentos y bebidas sin alcohol escaló a 53,2%, con saltos excepcionales en productos básicos en la dieta de los argentinos como la carne. También las prendas de vestir y calzado aumentaron por encima del promedio, 65%. En cambio, otras categorías como servicios de educación, recreación y cultura y comunicación estuvieron por debajo. A grandes rasgos, la gran diferencia en los precios estuvo durante 2021 entre los bienes, que se encarecieron 57%, y los servicios, que subieron apenas el 35,5%, contenidos por la pandemia y la depresión de los salarios, que representan gran parte de su costo.

En la canasta básica total del Indec los alimentos representan el 38,4% del total y los gastos en transporte y telecomunicaciones son los segundos más importantes (13,6%), seguidos por los gastos de vivienda (11,2%). Dentro de los consumos de los hogares más ricos, la categoría alimentos y bebidas tiene una importancia mucho menor: se lleva el 20,5% del total, casi lo mismo que transporte y comunicaciones (20,2%). El gasto en esparcimiento acumula más que el doble que en la canasta básica total, y también tienen una importancia mayor el equipamiento y mantenimiento del hogar, vivienda, atención médica y salud y educación. 

DFC