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Política económica

Las tres planchas: salario, empleo y dólar, la otra fórmula para bajar la inflación

Pasillos vacíos en los supermercados.

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El presidente Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, hablan de tres anclas para bajar la inflación al 1,5% mensual, el menor nivel en cinco años: la motosierra fiscal, aún a costa de podar servicios sociales esenciales o cuestiones que hacen a la productividad, como la infraestructura, la educación superior o la ciencia; el cierre de la canilla de la emisión monetaria y la estabilidad cambiaria. También podrían referirse a las tres planchas: el salario, dado que el Gobierno presiona al sector privado para que la paritaria sea del 1% mensual e impone el congelamiento a los empleados públicos; el empleo, que cayó en marzo -último mes medido- en 9.000 puestos de trabajo, de los cuales 7.300 fueron de empresas privadas, 800 del ajuste estatal y 900 de personal de casas particulares; y el dólar, que se mantiene a raya a fuerza de tomar deuda, esta semana US$2.000 millones de bancos y otros 1.000 del mercado.

La plancha sobre sueldos y trabajo alisa, a su vez, el consumo masivo. Sólo crece el del tercio más rico de la sociedad. Por algo, en el inicio del año caen las ventas de supermercados y suben las inmuebles, autos, motos, yates, electrodomésticos y viajes al exterior, impulsados por la estabilización macroeconómica, la reducción de la inflación, pero también por el blanqueo de capitales, la apertura de la importación, la sobrevaluación del peso y la liberalización del cepo cambiario, según el testimonio de los brokers de estos diversos sectores.

Si el dólar no sube, tampoco el precio de los insumos dolarizados, como las materias primas agrícolas, energéticas y minerales, ni de los importados. Claro que, al haber inflación, aunque baja, también se encarecen los bienes y servicios producidos en la Argentina, lo que al final del día los desplaza del mercado interno y externo y eso se traduce en desempleo.

Hernán Letcher, del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), atribuye la pancha cambiaria a la desregulación de inversiones de no residentes -ya no rigen más los controles contra los capitales golondrina, ahora pueden entrar y salir de un día para el otro, lo que puede provocar inestabilidad-, intervenciones en el dólar futuro -una herramienta que en su momento se había judicializado en la era kirchnerista-, advertencias de Milei para que el campo liquide la actual cosecha de soja y maíz antes de volver a subirles las retenciones el mes próximo, una suba de tasa de interés y el consiguiente incentivo al carry trade, lo que vulgarmente se llaman bicicleta financiera (apostar a rendimientos en pesos para multiplicar los dólares).

Haroldo Montagu, de la consultora Vectorial, advierte que el préstamo repo -siglas en inglés de “acuerdo de recompra”- de los bancos se pactó a una tasa apenas menor a otro crédito similar de principios de año. Esta semana se consiguió 8,25%. Antes, 8,8%. “En el medio, conseguiste dólares del Fondo (Monetario Internacional), el Bonte (bono que se suscribe en dólares y paga altas tasas en pesos), liberaste parcialmente el cepo, pero aun así no te creen los de afuera...”, alerta Montagu sobre la credibilidad del tipo de cambio.

Pedro Gaite, de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE), no cree que el dólar barato se base sobre todo en el endeudamiento del Gobierno. Lo atribuye a la fuerte liquidación del agro, la fuerte toma de deuda de las empresas privadas -por US$3.500 millones en mayo- y el 'carry trade' del comercio exterior -postergación del pago de importadores, que apuestan a la renta en pesos antes de abonar-.

“El no repunte del consumo se mantiene como la principal estrategia del Gobierno para moderar precios”, opina Letcher. Y esto obedece a un salario que pierde contra la inflación y a un empleo en retroceso. Las noticias de las últimas semanas lo confirman. En uno de los sectores más dinámicos del país, Vaca Muerta, el sindicato petrolero aceptó el aumento salarial del 1% mensual. También se anunciaron despidos masivos en el hospital Posadas, Telefé, la fabricante de pañales Kimberly-Clark o la feria La Salada.

La actividad económica creció en marzo 5,6% interanual, pero cayó 1,8% respecto a febrero. Letcher reconoce que hay una recuperación en forma de V, pero aclara que es un rebote respecto del piso de 2024, mientras que la industria, la construcción, el empleo y los salarios dibujan una L, es decir, cayeron el año pasado y no mejoraron desde entonces. El comercio presenta una leve reactivación de determinados rubros, mientras que la economía se expande de la mano de sectores que no crean trabajo de forma masiva como las finanzas, la energía y la minería.

“La actividad rebota desde subsuelos del primer semestre de 2024 y veremos en la segunda mitad del 2025, con más pesos que dólares -después de la cosecha de soja y maíz- hasta dónde crece la economía, apuntalada en unos pocos sectores con inserción externa y poca vinculación hacia adentro”, observa Montagu, de Vectorial. Recuerda que los sueldos no se recuperaron respecto de 2023 y mucho menos los ingresos, que incluyen todo el universo del trabajo, por cuenta propia o en relación de dependencia.

“No me queda tan claro que la actividad esté en ascenso”, coincide Melisa Sala, de la consultora LCG. “Viene mostrando un comportamiento errático, con subas y bajas, y sobre todo muy heterogéneo. En marzo cayó 1,8% mensual y arrasó con el crecimiento de enero y febrero. Quedó 0,5% debajo de diciembre. Seguramente el dato de abril implique una recuperación y el de mayo también, pero aun así no parece un crecimiento robusto. Las tasas interanuales arriba del 5% se explican más que nada por la baja base de comparación que implican los primeros meses de 2024. El rebote de finales del año pasado dejó más de 4 puntos de crecimiento para este año y ensucian la medición interanual. A nivel sectorial los sectores intensivos en mano de obra siguen afectados: comercio no termina de despegar; la industria muestra un crecimiento débil y la construcción se sostiene en baja”, analiza Sala.

“En conclusión, sin presiones del lado de la demanda porque la actividad se mantiene reprimida, con apertura de importaciones para disciplinar eventuales correcciones de márgenes, con una puja distributiva que no logra convalidar aumentos por paritarias por encima del 2% y con expectativas de devaluación ancladas, por el momento, es entendible que la inflación converja a la baja”, agrega la analista de LCG. En el último informe de la consultora se pronostica: “Para adelante entendemos que la inflación seguirá descendiendo al compás de la prudencia fiscal. Este descenso podría interrumpirse transitoriamente en la medida que el mercado considere que el tipo de cambio debería estar en un nivel más alto producto del deterioro del comercio exterior por el mayor ímpetu de las importaciones. Pero no creemos que será el fin del mundo, en tanto se mantenga la idea de que el cambio a un régimen macroeconómico más prudente continuará”.

“Pocos acuerdos paritarios lograron superar la inflación, generando un patrón que se repite en los últimos meses de forma sistemática, a pesar de la gran heterogeneidad al interior de los sectores registrados”, señala el último reporte del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO), que dirige Andrés Asiain. “El nivel de actividad mantiene una fuerte recuperación respecto a los deprimidos niveles del año pasado, pero desacelerándose, en marzo muestra una baja mensual, junto al estancamiento de la recuperación salarial. El Gobierno parece apostar a sostener la reactivación a partir de que el ingreso de los sectores informales se recuperan a un ritmo mayor que los formales, beneficiados por la estabilización de precios y menos expuestos a las negociaciones paritarias pisadas. Ese universo recibe la AUH (asignación universal por hijo) en una gran proporción, prestación que duplicó su nivel en términos reales. También fue objeto de medidas que relajan los controles impositivos y facilitan sus flujos financieros. Una segunda hipótesis es que la caída en el nivel de consumo de los trabajadores registrados, producto del estancamiento de sus ingresos, busque ser compensada por un mayor nivel de endeudamiento de los hogares. Así lo reflejan el crecimiento de los préstamos prendarios, préstamos personales y créditos hipotecarios, instrumentos compatibles con el aumento de consumo de durables”, agrega el informe del CESO.

Gaite, de FIDE, prevé que, tras el rebote del primer semestre del año con respecto al piso del mismo periodo de 2024, proseguirá un “crecimiento lento a caballo de la apreciación cambiaria”. “Si en algún momento, el tipo de cambio pega un saltito, la actividad lo sentirá”, advierte. “Pero la economía argentina sigue operando muy por debajo de sus capacidades: la industria, abajo del 60%. En la medida en que se orden la macroeconomía, se crecerá de a poco. Los salarios caen un poco porque los pisa el Gobierno. Por eso, no veo que se vayan a recuperar aunque baje la inflación. Tampoco veo que se recupere el consumo masivo, sólo el de bienes durables. Hay que valorar que la menor inflación está sacando a gente de la pobreza, que igual sigue en valores altos para la historia argentina”, rescata Gaite.

La pobreza en este primer semestre bajaría del 38% en la segunda mitad de 2024 al 35% o 36%, según prevé Agustín Salvia, del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). “Es una caída relevante respecto del 40% en el primer semestre de 2023, o sea del gobierno de Alberto Fernández. Se explica por la caída de la inflación y por una mejor registración de ingresos no asalariados -como la AUH- de la población en la encuesta del Indec (Instituto de Estadística). Sin embargo, el consumo es menor que en 2023. En parte porque cambió el sistema de precios relativos. La mejora de ingresos laborales y no laborales se tradujeron en mayores gastos en servicios como luz, agua, transporte, comunicación, alquiler. Por tanto, la pobreza en términos reales no cambió con Milei respecto a 2023. El empleo tampoco mejoró”, analiza Salvia.

AR/JJD

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