El vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning, vino al congreso anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de FInanzas (IAEF), que se celebra en el Centro de Convenciones Buenos Aires, para ratificar que la autoridad monetaria no acumulará las reservas comprometidas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), unos US$4.500 millones para fines de junio, comprando dólares sino hasta que el moneda norteamericana toque el piso de la banda cambiaria, de $1.000. El mayorista está a $1.125.
En cambio, Werning mencionó que en el “corto plazo” recibirán un crédito repo (acrónimo en inglés de un préstamo con fuertes garantías) “de un conjunto más amplio de banco privados internacionales” de lo que se preveía en un principio cuando se anunció el nuevo préstamo del FMI. Entonces se hablaba de unos US$2.000 millones.
Pero además ya otro director del Central, Federico Furiase, anticipó que podrían emitir un bono en pesos que los inversores suscribirían en dólares por US$1.000 millones. “Los cambios en la normativa brinda otra opción de accesos a financiamientos de fondos del exterior para el Tesoro, siempre y cuando el financiamiento externo opere con un horizonte de inversión mayor a seis meses”, se refirió a ese nuevo título Werning, aunque dejó la decisión en manos de la Secretaría de Finanzas, que encabeza Pablo Quirno.
En el mercado financiero dudan de la estrategia del Gobierno. “Quieren emitir, pero no alcanza”, advierte el economista jefe de la sociedad TPCG, Juan Manuel Pazos. “Del repo, como reservas netas sólo te cuentan 500 palos. De la deuda en pesos, veremos cuánto emiten, pero sólo pasa porque la zanahoria es muy grande, entre la cobertura barata en los dólares futuros, la brecha (con los dólares financieros) baja por el puré (la compra de divisas en un mercado para vender en el otro), las tasas de interés altas... un regalo”, concluye Pazos.
En el congreso del IAEF, uno de los economistas jefes de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), Daniel Artana también, planteó el “riesgo” de colocar deuda para acumular reservas del Central, en lugar de hacerlo comprando dólares en el mercado. Claro, esta última opción implicaría una depreciación del peso que acarrearía inflación, que es lo que el presidente Javier Milei busca evitar para las elecciones legislativas de octubre.
“Ha habido un avance impresionante en la macro, pero no alcanza”, alertó Artana. “¿Qué le falta? ¿Cuándo el riesgo país permitirá refinanciar vencimientos de deuda?”, se preguntó mientras el indicador llega a 678 puntos básicos. Werning destacó que bajó 300 puntos a partir del acuerdo con el Fondo, pero Artana recordó que llegó a estar 100 puntos por debajo de la actualidad en enero pasado y lo atribuyó a tres factores. Primero, la caída de la popularidad de Milei y la incertidumbre electoral, aunque el exsecretario de Hacienda prevé que en octubre sumen más legisladores los partidos que apoyan las reformas que los “populistas”. Segundo, la falta de certezas en el ámbito internacional por la guerra comercial declarada por EE UU. Por último, por la evolución de las reservas netas del Central, que con este gobierno arrancaron en US$12.000 millones negativas, después llegaron a cero y más tarde volvieron a US$8.000 millones negativas, motivo por el cual se requirió el nuevo salvavidas del FMI. “¿Era prudente que se apreciara tan rápido el tipo de cambio? A lo mejor no mientras la economía se abre muy rápido”, advirtió Artana.
A los empresarios también les preocupa el tipo de cambio, pero no por la acumulación de reservas en sí sino por su impacto en la competitividad de la producción argentina. Así el presidente de la citrícola San Miguel, Martín Otero Monsegur, si bien destacó que el “Gobierno ha hecho un progreso fenomenal con la eliminación del déficit fiscal, la estabilización de la moneda y la liberación de cepo”, le gustaría que las autoridades les diera a los empresarios un “horizonte de reformas de fondo que den competitividad con este tipo de cambio”.
“No podés tener todo en contra: retenciones y tipo de cambio bajo”, se quejó el CEO del grupo agrícola y energético MSU, Manuel Santos Uribelarrea. “Soy muy optimista con lo que está haciendo el Gobierno, pero falta dialogo público-privado”, planteó el sojero.
Antes del panel de ambos empresarios habló otra vez el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, para quejarse de que el campo le pida baja de retenciones. Alegó que no fue por ese impuesto que la producción agrícola no creciera tanto como en Brasil sino por la falta de normas sobre la propiedad intelectual de las semillas.
Sturzenegger destacó que los despidos de personal estatal le ahorraron al Estado US$2.000 millones en sueldos, aunque reconoció que no tocaron las fuerzas militares y de seguridad. Claro, allí no hay ñoquis ni uniformados que cumplen funciones inútiles. Prometió que “en el futuro ningún organismo va a poder cobrar para sí” tasas sino que deberán financiarse con los impuestos que distribuya la administración central.y llamó a votar en las próximas elecciones bajo la promesa de que bajarán 30% el gasto provincial a cambio de reducir los impuestos locales.
“La idea es sacar al Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) del control de calidad y focalizarlo solamente en el rol de policía sanitario”, continuó el ministro explicando su popurrí de desregulaciones y ajustes. “Vamos a reglamentar la importación de autos. Liberamos la importación de bienes de capital usados y algunos se pusieron nerviosos. Ya están desarrollando webs para importar maquinaria usada. ¿Cómo puede ser que la Argentina no tiene una industria de maquinaria agrícola world class? Por insumos carísimos y malísimos. Esto va a hacer que tengamos una industria world class. Fueron reuniones bravas, con portazos, fue heavy”, relató Sturzenegger. En las fábricas no opinan lo mismo.
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