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Paritarias 2022: el Gobierno busca instalar una pauta del 40% pero se anticipa un nuevo año de revisiones

Alberto Fernández en una foto de archivo, durante el plenario de secretarios generales de la CGT, el 8 de noviembre de 2019.

Delfina Torres Cabreros

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Con el condimento adicional del acuerdo pendiente con el FMI, que suma incertidumbre al escenario, la negociación salarial de 2022 se encamina a replicar la secuencia del año pasado. Esto es: un comienzo guiado por un número que pone el Gobierno sobre la mesa y los sindicatos conceden y la posterior apertura de instancias de revisión que buscan acomodar el optimismo inicial a la deriva económica. Un mecanismo que alcanzó para cerrar el año con los salarios formales por encima de la inflación, pero que fue “caro” para los trabajadores y trabajadoras, que hasta llegar al empate corrieron todo el año detrás de los precios.  

Para este año el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, ya anticipó que la pauta sugerida es de 40%, por encima del pronóstico de inflación incluido en el presupuesto (33%), pero por debajo de las previsiones del mercado (56%). El primer sindicato grande en cerrar su paritaria para este año se mantuvo alineado: la Federación de Aceiteros firmó un 39% de aumento para los próximos 8 meses. Volverán a sentarse en agosto; saben que ese número es una primera base para negociar. 

¿Las paritarias se volvieron un acting? Luis Campos, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma, dice que puede tener algo de eso, pero que además del porcentaje, en un primer encuentro se fijan pautas que también son importantes en términos de impacto en el bolsillo: el reparto de las cuotas del aumento y las fechas revisión, que es posible que el Gobierno intente patear. 

Además, mientras que es muy probable que los sectores de alta rentabilidad (bancarios, aceiteros, sanidad, etcétera) estén en condiciones de mejorar la oferta salarial a lo largo del año, para otros sectores más débiles esa primera discusión es más sustantiva y definitoria. Según apunta Campos, algunos toman la pauta inicial como el primer escalón de una escalera, otros se clavan ahí. 

El año pasado el Gobierno propuso una meta de inflación de 29% y alentó a fijar aumentos salariales un par de puntos por encima. La primera camada de acuerdos cerró en torno al 30%, pero ya no ocurrió lo mismo con aquellos a los que les tocó discutir más cerca de mediados de año, que corrieron la vara al 40%. Luego empezaron a llegar las revisiones de los acuerdos iniciales y la revisión de las revisiones: 45%, 50%, 55%.

Para Nicolás Segal, economista del Instituto de Trabajo y Economía (ITE - Fundación Germán Abdala), la estrategia 2021 fue “muy costosa” en términos de ingresos e incluso de actividad económica en general. “Se aceptó la pauta al principio y con la aceleración inflacionaria el salario quedó muy retrasado en el primer semestre. Después es cierto que hacia el segundo comenzó a recuperar y llegó a diciembre con un poder adquisitivo mejor contra 2020, pero el promedio del año termina estando por debajo”, apuntó. 

En efecto, si se compara diciembre de 2020 contra el mismo mes de 2021 el saldo es favorable (+2,9%), pero si se observa la masa salarial anual (no solo la comparación punta a punta) en 2021 el ingreso real de los trabajadores privados cayó por cuarto año consecutivo (-2,3%). 

Para evitar este efecto, Segal plantea como una alternativa posible negociar una reapertura de las paritarias 2021 que deje un piso más alto para este año. “De esta forma, si el Ministerio no quiere sacrificar el número del 40%, la discusión se puede mantener en esos términos pero permitís recomponer el salario promedio que se perdió”, detalla. 

El economista considera que esto se puede hacer incluso de manera sutil, sin plantear formalmente una reapertura de las paritarias pasadas. Una vez que las partes se sientan a negociar para 2022, pactan también un reconocimiento por el año anterior, cómo hicieron los estatales nacionales, que este mes definieron un incremento adicional de 14% en dos tramos que lleva la suba anual de 2021 a 54%. Así, por un lado se sostiene el mensaje y se evita un corrimiento de la pauta que puede ser muy disruptivo y, por otro, se hace uso de las herramientas disponibles para no afectar el salario de bolsillo. 

Otra estrategia en este sentido es la de Bancarios, sindicato que acordó esta semana dos sumas fijas de adelanto para la paritaria 2022. “A mediados de marzo nos juntaremos y empezaremos a delinear la estrategia para la paritaria del año en base a la evolución de los distintos índices económicos”, señalaron a elDiarioAR. 

Por fuera del ámbito de las paritarias hay un universo de trabajadores y trabajadoras cuyos ingresos se definen de manera mucho más errática. Son esos trabajadores informales (tanto asalariados como cuentapropistas), que en 2021 perdieron 10 puntos contra la inflación, según el Indec. 

Los ingresos de este sector dependen de muchas variables, pero el Gobierno tiene una herramienta para terciar, al menos indirectamente. El Salario Mínimo, Vital y Móvil (hoy en $33.000 o $165,00 por hora) sirve como una referencia para estos trabajadores, si es que tienen la posibilidad de ponerle el precio a su trabajo o sentarse a discutir con sus patrones. Moroni anticipó que convocará a fin de este mes a un nuevo Consejo para actualizarlo. 

Por otro lado, el salario mínimo se toma como referencia para definir el monto de prestaciones sociales como el Potenciar Trabajo, que va a reforzar los ingresos del sector sumergido de la economía. Como estrategia más de fondo y a largo plazo, las políticas de registración también terminan impactando en la mejora de las remuneraciones, lo que es evidente si se mira al revés: los sectores de mayor informalidad, como el trabajo en casas particulares o en la construcción, son también los peores pagos. 

DT

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