Medio Oriente

El asedio israelí recrudece la hambruna que se ensaña con los niños en Gaza: “Ya no queda nada”

Víctor Honorato

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“Mi hija mayor tiene cuatro años. Deberías verla intentando cargar un bidón, es descorazonador. No puede”. Empieza así el relato de una madre de Gaza, uno más entre tantos que reflejan cómo el hambre implacable causada por el bloqueo israelí se ensaña con los más chicos. “Ya no queda nada; no puedo hacer nada”, dice, desesperada en un testimonio recogido recientemente por Médicos Sin Fronteras (MSF), una de las ONG que en condiciones precarias siguen operando en la Franja, donde ayudar a la población palestina es cada vez más complicado.

Mientras las esperanzas de un alto el fuego se desvanecen tras el estancamiento de las negociaciones, el hambre sigue extendiéndose y cobrándose vidas en el enclave gazatí. El grueso de las más de 100 personas fallecidas por esta causa durante la guerra eran menores. Desde abril de este año, el número de niños que murieron por no tener nada que llevarse a la boca aumentó de 52 a 80, un incremento del 54% en menos de tres meses, según el Ministerio de Salud palestino. La última víctima mortal de la escasez de alimentos y productos básicos se llamaba Abdel Qader Al Fayyumi, según informó el hospital Bautista Al Ahli.

Los datos de la ONU apuntan a que los niveles de desnutrición están aumentando significativamente entre los más pequeños. Durante las dos primeras semanas de julio, las organizaciones colaboradoras con la ONU que trabajan en la ayuda alimentaria cribaron 56.440 niños para ver si estaban desnutridos en toda la Franja. De entre ellos, 4.984 sufrían desnutrición aguda y 838 de estos, a su vez, presentaban un estado de desnutrición aguda grave. Esto es reflejo de una tendencia creciente y preocupante, según el último informe quincenal de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

La tasa general de desnutrición aguda entre los niños examinados subió del 2,4% en febrero al 6% en junio y el 8,8% en julio. Mientras tanto, la tasa de desnutrición aguda severa pasó, en los mismos intervalos temporales, del 1% al 1,5%, y luego al 2%, respectivamente.

Las causas de la desnutrición infantil son la mala dieta, la falta de alimento y cuidados, y el acceso limitado a agua, cuidados sanitarios y condiciones de salubridad básicas, que en el contexto actual se ven gravemente comprometidas, como recuerda la oficina de la ONU.

Un niño desnutrido tiene 10 veces más posibilidades de morir que uno bien alimentado, pero más allá de ese riesgo inmediato, las consecuencias para los supervivientes pueden prolongarse durante toda su vida. La desnutrición infantil puede entorpecer el desarrollo cerebral, debilitar el sistema inmune, reducir la capacidad del cuerpo de absorber nutrientes y lastrar el crecimiento cognitivo y físico, con consecuencias a largo plazo, explica la OCHA.

Las cifras, en aumento

A fecha de 20 julio, recibían tratamiento en centros de estabilización de Ciudad de Gaza, Deir al Balah y Jan Yunis un total de 218 niños con desnutrición aguda severa, según la OCHA. Son cifras que empeoran diariamente.

En Ciudad de Gaza la situación es particularmente alarmante: de los 14.774 niños cribados en julio, el 16% sufrían desnutrición aguda (348 de ellos, en estado grave). El porcentaje es marcadamente superior al de febrero, cuando la tasa era del 4%. La agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) denunció este jueves que uno de cada cinco niños sufre malnutrición en Ciudad de Gaza, y los casos aumentan cada día.

El director de la UNRWA, Philippe Lazzarini, alertó de que la mayoría de los niños que atienden sus equipos están “demacrados, débiles y corren un alto riesgo de morir si no reciben el tratamiento que necesitan urgentemente”. “Los padres están demasiado hambrientos para cuidar de sus hijos”, dijo, y aseguró que los que llegan a sus clínicas “no tienen la energía, los alimentos ni los medios para seguir los consejos médicos”.

“Durante meses se vinieron generando todas las bases para que se produjera la situación que se está produciendo”, dice a elDiario.es la responsable de incidencia internacional de Save the Children, Arantxa Osés. “Se permitió la entrada de ayuda humanitaria con cuentagotas; se bloqueó el acceso de esta ayuda; luego se abrió de nuevo; se volvió a bloquear y ahora tenemos un sistema de distribución en el que murieron ya más de 1.000 personas”, detalla.

El sistema de distribución al que alude Osés es el que desde finales de mayo opera a través de la llamada Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), una organización sin experiencia previa, patrocinada por Israel y EEUU y que reparte comida en cuatro centros que funcionan como atolladeros; hay muertos “todos los días” entre los gazatíes que acuden a los puntos por caminos destrozados, flanqueados por tanques, soldados y drones, según aseguraba esta semana a elDiario.es Aitor Zabalgogeazkoa, coordinador de emergencias de MSF en la Franja.

La ONG humanitaria advirtió que las tasas de desnutrición severa en niños menores de cinco años se triplicaron solo en las últimas dos semanas. La semana pasada, hizo revisiones en sus centros y clínicas a pequeños de entre seis meses y cinco años y a mujeres embarazadas y lactantes y el 25% presentaba malnutrición. “No se trata solo de hambre. Esto es inanición deliberada y provocada por las autoridades israelíes”, denuncia MSF.

The Guardian recopiló testimonios de familias desesperadas por no poder alimentar a sus pequeños. Un caso que recoge es el de Mohammed, un bebé de siete meses que pesa apenas cuatro kilos e ingresó ya dos veces en el hospital de la Patient’s Friends Benevolent Society, en Ciudad de Gaza.

“Mi mayor temor es que muera desnutrido”, cuenta su abuela Faiza Abdul Rahman, que a su vez está siempre mareada por comer poco. “Sus hermanos también tienen hambre severa y hay días en que se van a la cama sin haber comido nada”, lamenta.

La natalidad se ve asimismo afectada. El Fondo de Población de Naciones Unidas informó la semana pasada que los nacimientos cayeron 41 puntos porcentuales en Gaza en el primer semestre del año, en comparación con antes de la guerra. Más de 20 niños murieron antes de las primeras 24 horas tras el parto, y el 33 de los nacimientos fueron prematuros.

“Lo que tenemos son unas condiciones en que los sistemas inmunitarios de los niños y las niñas sometidos a estas circunstancias de privación, o sea, no poder acceder a alimentos, no poder acceder a agua potable, estar rodeados de basura, estar hacinados y no tener servicios de salud adecuados, porque también diezmaron, [nos llevaron a] un momento en el que la tuerca salta”, indica Osés.

“Lo más difícil de todo es cuando mi hija me pide que le haga un sándwich para la guardería y no tengo pan”, se lamenta otra de las madres entrevistadas por MSF. El precio de un kilo de pan se disparó hasta 100 dólares (85 euros), según el Fondo de Población de Naciones Unidas.

La desnutrición vuelve a los niños vulnerables a las enfermedades, lo que es más grave aún por la escasez de suministros médicos, que Israel bloquea. “Me devasta ver que muchas veces los niños sobrevivirían si les diésemos algo tan sencillo, pero no lo tenemos”, indica Musab Farwana, pediatra del Patient’s Friends Benevolent Society, que intenta hacer todo lo posible por salvarles la vida. Esta semana murieron tres niños que estaban en cuidados intensivos. Una era una niña que probablemente hubiese sobrevivido con una inyección de potasio en vena. Es un tratamiento básico, pero hoy casi imposible de obtener en Gaza.

“Probamos con sustitutivos orales, pero por las complicaciones de la desnutrición, no los pudo absorber”, explica al diario británico. “Estos casos me atenazan, nunca me los saco de la cabeza. La niña podría haber vuelto con su familia y llevar una vida normal, pero por una cosa tan sencilla que no estaba disponible, no sobrevivió”.

El número real puede ser mayor

“La cifra de niños y niñas que murieron por desnutrición en el hospital es de 88, pero es que hay muchos que no están consiguiendo llegar a los hospitales, por lo que este número puede ser muchísimo mayor. Y se está aumentando el ritmo”, alerta Osés, que señala que el propio personal de la organización sufre las carencias. “Cada vez están más delgadas”, cuenta.

La entrada en funcionamiento del mecanismo de la GHF no hizo más que agravar la situación, señala la responsable de incidencia internacional de Save the Children. “Creo que no se puede atribuir únicamente a ese factor, pero sí se vino a situar sobre un contexto al que se llegó de manera deliberada y del que las entidades llevamos avisando desde hace mucho tiempo”, incide.

Umm Youssef al-Khalidi, madre de cuatro niñas y dos niños, se decidió el martes a probar suerte en un centro de distribución de la GHF por primera vez. Hasta ahora lo había evitado porque el pequeño tiene dos años y el mayor solo 13, y su marido está en silla de ruedas. “Acallamos el hambre con agua”, señala. “Temo más por mi familia que por mí, por que me pase algo malo y se queden sin nadie que los atienda”, expresa, y describe: “Los niños se quedaron en el esqueleto, solo son piel y huesos. Todo los marea. Se sientan, piden comida y no tengo nada que darles”.