Los palestinos se mueren de hambre en Gaza en medio de otra ofensiva israelí: “Es el infierno en la Tierra”

Repudiada desde su génesis por Naciones Unidas y la práctica totalidad de las ONG dedicadas a la ayuda humanitaria por su diseño contrario a las nociones más básicas sobre el reparto de alimentos a poblaciones necesitadas, la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés) comenzó a operar en la Franja el 19 de mayo. Lejos de resolver los acuciantes problemas de acceso a la comida de la sitiada población palestina, el sistema centralizado de distribución patrocinado por Israel y EEUU ha provocado más muertes: ir en busca de harina puede significar morir acribillado a balazos de soldados israelíes o mercenarios.
Las autoridades sanitarias de Gaza indicaron este martes que en las 48 horas previas habían muerto de hambre 33 personas, de las cuales 12 eran niños. Esto eleva a 101 (80 menores) los fallecidos así desde el comienzo de la invasión israelí, en octubre de 2023.
Exasperado ante la masacre cotidiana, el comisionado general de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini, calificó el lunes el mecanismo de “sádica trampa mortal”. El martes fue más allá: “Es el infierno en la Tierra”. El comisionado señaló que ya han muerto en las inmediaciones de los puntos de reparto de la GHF, fuertemente protegidos por francotiradores de gatillo fácil, más de 1.000 personas.
Al secretario general de la ONU, António Guterres, se le acaban los términos comparativos y las metáforas. “Es un espectáculo de terror”, dijo el jueves sobre la situación general en Gaza. “Estamos viendo las últimas bocanadas de un sistema humanitario construido sobre principios humanitarios”, señaló tras el bombardeo de un edificio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Deir al Balah, en el centro de la Franja, en medio de una ofensiva terrestre que ha provocado otro éxodo interior de gazatíes, empujados ya casi literalmente hasta el Mar Mediterráneo.

Médicos, voluntarios, periodistas
El hambre afecta ahora a todas las capas de la población gazatí. “Muchos caen desmayados por el hambre y el agotamiento mientras cumplen con su deber: informar de las atrocidades y aliviar a los que sufren”, explicó Lazzarini, refiriéndose a los médicos, enfermeras, trabajadores humanitarios y periodistas que siguen en activo en la Franja.
Quienes intentan ayudar se convierten víctimas.
“Mientras el asedio del Gobierno israelí mata de hambre a la población de Gaza, los trabajadores humanitarios se están sumando a las colas para recibir alimentos, arriesgándose a ser tiroteados solo para poder alimentar a sus familias”, explica un comunicado firmado este martes por Amnistía Internacional y otras 108 organizaciones humanitarias de todo el mundo. “Con los suministros totalmente agotados, las organizaciones humanitarias están viendo cómo sus propios colegas y socios se consumen ante sus ojos”.
El relato de lo que está pasando a quien intenta ayudar o contar lo que sucede coincide con el de la agencia de noticias France Presse (AFP), uno de los pocos medios que mantienen reporteros en Gaza, donde Israel veta la entrada de periodistas internacionales. “Desde que se fundó AFP en agosto de 1944, hemos perdido a periodistas en conflictos, hemos tenido heridos y prisioneros en nuestras filas, pero ninguno de nosotros recuerda haber visto morir a un colaborador de hambre”, dijo la agencia en un comunicado en el que señala que alguno de sus colaboradores vive “en la más absoluta indigencia”.
La denuncia de AFP provocó la reacción del Gobierno francés, cuyo ministro de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot, pidió que Israel permita la entrada de periodistas en la Franja y dijo que la nueva ofensiva militar, lanzada el lunes contra un área en el centro de Gaza que desde el inicio de la invasión no había sido objeto de un ataque con tropas terrestres, es “lamentable” y “no tiene justificación posible”.
Aunque España y otros 24 países han reclamado el fin de la operación, la Unión Europea, que representa a gobiernos divididos sobre el asunto y necesita unanimidad para actuar en política internacional, sigue sin tomar medidas para castigar a Israel por sus acciones.
“Los gobiernos deben dejar de esperar a que se les permita actuar. No podemos seguir esperando que los acuerdos actuales funcionen”, pide el comunicado firmado por 109 organizaciones humanitarias.
Ofensiva militar, hambre y limpieza étnica
La ofensiva militar que la UE critica, pero no castiga vino precedida por la orden israelí el domingo de evacuar, con apenas unas horas de margen, un sector donde, según la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), se encontraban en ese momento entre 50.000 y 80.000 personas. Muchos han huido hacia Mawasi, una zona de playa que se extiende al sur y donde ya sobrevivían en tiendas de campaña multitudes de desplazados.
Es justamente con los supervivientes que resisten en Mawasi con los que Israel pretende poblar la supuesta “ciudad” que proyecta sobre la cercana, pero demolida ciudad de Rafah, según el plan anunciado este mes por el ministro de Defensa, Israel Katz. Un emplazamiento con características muy similares a las de un campo de concentración: con control de entrada y sin posibilidad de salida, salvo que sea fuera de Palestina. En el diseño de ese plan y en la preparación de la “sádica trampa mortal” de la GHF estuvo implicada la misma gran consultora estadounidense.
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