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Cambio climático

El retroceso de los glaciares amenaza con desatar una nueva era de erupciones volcánicas

La baja frecuencia de las erupciones se debe a la lentitud con la que se acumula presión bajo tierra

Héctor Farrés

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Los volcanes, en su ritmo actual, suelen mantener largos periodos de inactividad entre una erupción y otra, con décadas o incluso siglos de calma que sirvieron para trazar patrones en su comportamiento. Esta cadencia intermitente permitió a la ciencia establecer ciclos aproximados, elaborar mapas de riesgo y preparar protocolos de emergencia.Aunque el magma continúe activo bajo la superficie, la presión acumulada tarda en alcanzar el punto crítico, lo que reduce la frecuencia de explosiones violentas en la mayoría de los casos.

Muchos de estos sistemas volcánicos están situados en regiones remotas o recubiertos por hielo, como sucede en algunas zonas de los Andes o de la Antártida, lo que contribuyó a esa aparente quietud. Sin embargo, la combinación de calor atmosférico, deshielo progresivo y pérdida de masa glaciar está empezando a alterar esa lógica temporal y podría acelerar de forma sustancial el ritmo eruptivo en varias zonas del planeta.

El deshielo está empezando a modificar el equilibrio geológico en varias zonas del planeta

Un grupo de investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison estudió este fenómeno en la región patagónica de Chile, donde se analizaron depósitos volcánicos vinculados a la evolución del manto de hielo que cubría esa zona hace más de 18.000 años. Los resultados, presentados en el congreso Goldschmidt de geología celebrado en Praga, apuntan a una relación directa entre la pérdida de glaciares y el aumento de actividad en volcanes subglaciares, tanto en volumen como en frecuencia.

El caso del Mocho-Choshuenco, un estratovolcán actualmente inactivo, permite reconstruir cómo el retroceso del hielo generó una liberación progresiva de presión sobre la cámara magmática que se encontraba entre 10 y 15 kilómetros bajo la corteza. Según explican los autores del estudio, esa descompresión facilitó que los gases del magma se expandieran y que el material almacenado durante milenios ascendiera con fuerza hasta provocar erupciones explosivas.

El análisis por radioisótopos permitió fechar esos eventos y asociarlos con el periodo de retirada de la capa de hielo patagónica, estimando un desfase temporal de entre 3.000 y 5.000 años entre el deshielo masivo y las erupciones.

Un estudio en la Patagonia chilena demuestra cómo el retroceso glaciar altera la dinámica eruptiva

Pablo Moreno-Yaeger, geólogo responsable del estudio, señaló durante su intervención en el congreso que “los glaciares tienden a suprimir el volumen de erupciones de los volcanes situados bajo ellos”. Esta observación, ya documentada en Islandia, adquiere ahora una nueva dimensión al trasladarse al ámbito continental. El patrón también podría repetirse en la Antártida, donde existen más de un centenar de volcanes ocultos bajo el hielo, cuya estabilidad depende en parte del peso que ejerce sobre ellos la masa glaciar.

En este sentido, Moreno-Yaeger explicó que “al retroceder los glaciares por el cambio climático, nuestros hallazgos sugieren que estos volcanes tienden a entrar en erupción con más frecuencia y de forma más violenta”. El equipo de investigación considera que, aunque estos procesos pueden tardar miles de años en desarrollarse, el ritmo actual de calentamiento global acelera los efectos geodinámicos, reduciendo los márgenes de reacción y aumentando la probabilidad de erupciones en el mediano plazo.

El fenómeno no se limita a la región austral. Estudios previos ya habían detectado comportamientos similares en otras zonas del planeta, como la cordillera de Sierra Nevada en California o algunas regiones de Rusia y Nueva Zelanda. En todos esos casos, la relación entre el deshielo acelerado y la actividad volcánica fue documentada en capas de ceniza y rocas datadas con precisión científica.

Las emisiones volcánicas podrían agravar aún más el cambio climático si se multiplican las erupciones

Una de las hipótesis más preocupantes es la posibilidad de que este proceso se retroalimente. A medida que aumentan las emisiones de gases volcánicos como el dióxido de carbono y el metano, también lo hace el calentamiento global, lo que favorece nuevas pérdidas de hielo y, con ello, más actividad volcánica.

En palabras de Moreno-Yaeger, recogidas por Science Alert, “con el tiempo, el efecto acumulado de múltiples erupciones puede contribuir al calentamiento global a largo plazo debido a una acumulación de gases de efecto invernadero”.

Los autores subrayan la necesidad de ampliar las investigaciones en regiones como la Antártida Occidental, donde la fusión de grandes masas de hielo en contacto con volcanes inactivos podría alterar de forma sustancial la dinámica térmica del subsuelo. Aunque no se espera una cadena de erupciones inminente, el seguimiento continuo y el análisis geológico detallado de zonas críticas será fundamental para anticipar los posibles impactos.

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