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Impasse legislativo

El futuro del Congreso: teléfonos apagados, una oposición que se reagrupa y un Presidente que apuesta todo a octubre

Javier Milei en la clausura del Madrid Economic Forum 2025

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El Gobierno casi ni levantó el teléfono para llamar a los aliados luego del tendal de tortazos legislativos que le infringió la oposición en el último mes. No hubo cumbre política en La Rural ni mensajes de segundas líneas con propuestas alternativas para los gobernadores. No hubo acercamientos hacia los aliados heridos. La atención de los operadores políticos de Casa Rosada estuvo focalizada en el cierre de listas de la Provincia de Buenos Aires y no hubo lugar para otra cosa: la semana bisagra de Javier Milei se convirtió en un limbo, un no lugar de dilaciones que fantasea con que la elección de octubre solucione todos sus males.

Javier Milei viene de sufrir varias derrotas consecutivas en el Congreso, y todavía tiene tres grandes desafíos legislativos por delante. Primero, evitar la sanción de los proyectos de los gobernadores –la distribución automática de los Aportes del Tesoro Nacional y la coparticipación del impuesto a los combustibles líquidos– que ya cuentan con media sanción en el Senado. Se le suma, además, la insistencia de la emergencia en Bahía Blanca, que Milei vetó: una iniciativa con poco costo fiscal pero gran costo político si la oposición, en la Cámara de Diputados, logra revertir el veto presidencial. Sería la primera vez.

Francos y los gobernadores se cruzaron en La Rural en medio de la tensión por los fondos

La estrategia de Martín Menem, en este caso, es sencilla: dilatar el tratamiento, no convocar a las comisiones, forzar a la oposición a que convoque a una sesión para emplazarlas y, cuando llegue el momento, vetar la ley si es necesario. Para los Menem –Martín y su primo Lule, el operador político de Karina Milei–, el tiempo es amigo del Presidente. Es cuestión de aguantar.

Aguantar hasta que pase el frenesí del cierre de listas bonaerenses, que dejó varios heridos del PRO en el camino, como los hermanos Passaglia o Pablo Petrecca (Junín). Y aguantar hasta que las conversaciones con los gobernadores amigos terminen de llegar a buen puerto, es decir: hacia una alianza electoral. Este es el caso de Alfredo Cornejo (Mendoza), Rogelio Frigerio (Entre Ríos) y Leandro Zdero (Chaco): el triunvirato de gobernadores que más cerca está de pintarse de violeta en las elecciones de octubre.

Los tres mandatarios observan la imagen positiva de Milei en sus distritos y llegan a la misma conclusión: mejor ceder lugares en la lista nacional –en el caso de Entre Ríos, se eligen además senadores– y asegurarse la gobernabilidad de los distritos. Zdero ya cerró una alianza local con LLA y ahora planea hacer lo mismo en la nacional. Cornejo, que fue uno de los impulsores de las leyes para fondear las cuentas de las provincias, también se prepara para ceder y someterse a la lapicera de Karina.

Cornejo (Mendoza), Valdés (Corrientes) y Zdero (Chacho), gobernadores radicales del ex JxC

Las conversaciones con este triunvirato, sin embargo, no son suficientes para que el Gobierno se asegure el control del Congreso. “Cornejo y Frigerio son lo mínimo con lo que tenemos que contar. El Gobierno necesita también a todo Juntos por el Cambio y los peronistas no kirchneristas”, señala un operador de Casa Rosada, que advierte que, en la última semana, casi no hubo acercamientos con el resto de los mandatarios provinciales. La fractura interna del Gobierno está expuesta, y cada vez son más las voces que alertan sobre cómo la mala praxis política de los Menem en los cierres electorales provinciales está afectando la gobernabilidad.

El temor, en estos casos, no es tanto a los proyectos de los gobernadores –que, para la mayoría de los mandatarios, funciona más como una herramienta de presión–, sino al futuro de los vetos presidenciales: el segundo desafío de Milei.

En este caso, la estrategia de Menem también ha sido la de dilatar. Las tres leyes sancionadas –el incremento a los jubilados, la moratoria previsional y la emergencia en discapacidad– ingresaron a la Cámara de Diputados a mitad de semana y el riojano postergó todo lo posible el momento de firmarlas. El plazo de 10 días hábiles para vetar las leyes comenzó a correr recién el jueves, por lo que lo más probable es que Milei espere hasta el 30 de julio para avanzar con los nuevos vetos.

Martín Menem apuesta a dilatar los tiempos

En el oficialismo se muestran confiados en que volverá a conseguir un tercio de la Cámara de Diputados –que es donde se debatirá primero, ya que es la de origen– para blindar los vetos presidenciales. Al menos en el caso que más le preocupa, que es la actualización del 7,2% de los haberes jubilatorios y el incremento del bono de los jubilados que cobran la mínima: en LLA analizan que, con el apoyo de gran parte del PRO, los libertarios y algunos radicales mileístas, Milei tendrá más de 80 “héroes” para defender el veto. Y que, con ese número y algunas ausencias claves de algunos gobernadores, será más que suficiente.

No todos en Casa Rosada están de acuerdo, sin embargo. “El Gobierno tiene margen para alcanzar el veto y creo que va a lograrlo, la mesa está servida. Pero tiene que hacer algunos gestos”, advierte un dirigente con terminales en el caputismo. Gestos que, de momento, no aparecen.

Los radicales “con peluca”, como Mariano Campero o Martín Arjol, no recibieron ningún llamado del Gobierno desde que los desplazaron de los armados provinciales. El PRO está partido y, si bien la mayoría del bloque responde a Milei, hay una decena de diputadas que Cristian Ritondo no logra ordenar. Una de ellas es María Eugenia Vidal, presidenta de la Fundación PENSAR, el think tank del macrismo que, hace un par de días, emitió un informe titulado “Dr. Jekyll y Mr. Hyde” en donde cuestiona la pérdida del poder adquisitivo de los jubilados.

Mauricio Macri y dos exponentes del macrismo residual, Silvia Lospennato y María Eugenia Vidal

El Presidente, sin embargo, hace oídos sordos a estas luces de alerta. Milei apuesta a resistir la volatilidad económica que pueda surgir como resultado de la incertidumbre política y esperar a que todo se encauce en octubre, cuando confía en que un triunfo electoral de LLA termine de ordenar el mapa político. “Jodan todo lo que quieran, los espero el 11 de diciembre”, repite, ante cada derrota legislativa.

Pero hay un problema. Y es que aunque LLA “arrase” en las elecciones nacionales, Milei seguirá necesitando de sus aliados para sostener el control del Congreso. La mayoría de las proyecciones muestran que, aún replicando, en el mejor escenario posible, los números del ballotage de 2023, el Gobierno tendrá un máximo de 100 a 116 bancas.

Así lo demuestra, por ejemplo, un trabajo que realizó el politólogo Pablo Salinas: en tres escenarios posibles, todos tomados en base a los resultados de Milei en 2023, LLA continúa viéndose obligada a negociar para aprobar leyes. Sí tendrá garantizado su tercio vetador, pero no tendrá el número asegurado para el impulso de la próxima oleada de reformas.

Garrahan y universidades: la última ofensiva opositora

Milei tiene, a su vez, un tercer desafío: evitar que el peronismo, el pichettismo de Encuentro Federal y el radicalismo díscolo de Democracia Para Siempre le aseste una nueva derrota legislativa en un par de semanas.

Los peronistas Germán Martínez y Paula Penacca junto a Nicolás Massot en la sesión fallida del miércoles

La oposición viene trabajando para aprobar la emergencia pediátrica en el Hospital Garrahan y una actualización presupuestaria para las universidades. El objetivo original era tratarlo esta semana o la que viene en la Cámara de Diputados, pero el cierre de listas bonaerenses y el receso invernal terminaron impidiendo que los jefes de bloque opositores pudieran asegurarse el número para sesionar.

El objetivo, ahora, es impulsar una gran sesión para el 30 de julio. En la oposición se muestran confiados en que tendrán el número y fantasean con anotarse, así, un último triunfo opositor antes del cierre de listas nacionales en agosto. Es ahora o nunca, advierten.

MC/MG

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