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El Kremlin, en alerta

La misteriosa enfermedad del sanguinario líder de Chechenia que tiene en vilo a Putin

El líder checheno, Ramzan Kadyrov, durante la toma de posesión del presidente Vladímir Putin el 7 de mayo de 2024, en Moscú.

Albert Sort Creus

Moscú —
21 de julio de 2025 09:51 h

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Cuando Ajmat Kadírov murió en un atentado en Grozni, la capital de Chechenia, en 2004, Vladímir Putin confió en su hijo Ramzán para relevarlo como presidente de la república. Los Kadírov, que habían apoyado a los independentistas a finales de los años 90 y habían llamado a la yihad contra Rusia, se convirtieron a principios de los 2000 en la pieza fundamental del Kremlin para controlar aquel territorio y ahogar cualquier aspiración separatista. A cambio, Putin les permitió instaurar un régimen de terror, de una violencia contra la disidencia a menudo inverosímil, basado en la sharia, estructuralmente corrupto y nepotista.

Ramzán, que entonces tenía 27 años, tuvo que esperar por ley hasta 2007 para, una vez cumplidos los 30, acceder a la presidencia de Chechenia. Desde entonces, ha gobernado con puño de hierro y con absoluta lealtad a Putin. Sin embargo, desde 2019, los rumores sobre sus problemas de salud han sido cada vez más frecuentes y han planteado la inevitable cuestión de la sucesión.

Una eventual muerte de Kadírov supondría un problema mayúsculo para el Kremlin y abriría un escenario del todo incierto para los chechenos, que vivieron casi 15 años de guerra y que llevan 15 años de paz a un precio altísimo.

¿Una renuncia inminente?

Las alarmas saltaron cuando hace unos años, Ramzán, ávido usuario de las redes sociales y a quien gustaba prodigarse en reuniones casi diarias, empezó a desaparecer durante largos periodos de tiempo, y sus apariciones, antes llenas de vigor, mostraban a un líder frágil, con el rostro hinchado, la mirada perdida y dificultades para andar.

Sus ausencias se despachaban oficialmente como “bajas por incapacidad temporal” debidas a “problemas de salud menores”, pero en abril de 2024, Nóvaya Gazeta Evropa publicó que sufría una necrosis del páncreas desde 2019. Este fue el único diagnóstico que trascendió durante todo este tiempo y la mayor parte de la prensa lo dio por bueno, incluso llegando a afirmar que se trataba de una enfermedad terminal.

No obstante, parece improbable que los problemas de salud de Kadírov se expliquen solo por esta patología detectada seis años atrás. El doctor Juli Busquets, jefe de Sección de Cirugía del Servicio de Cirugía General y Digestiva del Hospital de Bellvitge, en declaraciones a elDiario.es, duda que sus síntomas respondan a una necrosis pancreática.

Esta afectación, derivada de una complicación de la pancreatitis aguda, explica el doctor, no es crónica y suele recuperarse en un plazo relativamente corto. “A un enfermo que ha tenido necrosis del páncreas no le tocaría sufrir unas secuelas como estas”, afirma, y menos a alguien de 48 años. Todo indica, pues, que, si bien el líder checheno pudo haber desarrollado una necrosis pancreática años atrás, ahora padezca otra enfermedad.

El primer video en meses

A principios de este julio, se difundió un video de Kadírov en una reunión con altos cargos del Gobierno checheno, la primera en tres meses, en que se le veía lento y aturdido. Aprovechó la ocasión para dirigirse a los que vaticinan su fin, a los cuales tildó de “ratones” y “cotillas escondidos en el extranjero”. “Hago un llamamiento a quienes escriben cosas baratas: estamos vivos.”, aseguró. Y argumentó: “El sistema de gobierno está bien establecido y no es necesario celebrar reuniones cada día”.

En los últimos años, cualquier rumor, cualquier movimiento cerca de Kadírov se ha interpretado como una señal de la inminencia de su dimisión. Semanas antes, en mayo, había pedido “ser relevado del cargo” como líder checheno, pero también hizo comentarios parecidos en 2016, 2020 y 2022, que solo sirvieron para obtener más concesiones del Kremlin.

Uno de los motivos por los cuales se ha especulado sobre sus intenciones de jubilarse son sus frecuentes visitas a los Emiratos Árabes. Allí decidió tratarse de su enfermedad y allí guarda parte de su enorme fortuna. Ahora bien, no hay ningún indicio que sugiera que estaría pensando en exiliarse a este país ni siquiera en el caso de que abandonara su cargo.

Un plan B

Según cuenta a elDiario.es Marta Ter, una de las pocas personas en España con contactos chechenos y autora del libro La Chechenia de Kadírov, “le interesa tener un plan B para irse incluso de Rusia porque hay rusos muy poderosos que no pueden ni verlo.”

Otro motivo que a menudo provoca el resurgir de noticias sobre la sucesión de Ramzán Kadírov son los nombramientos de familiares en cargos de la administración. Los medios cifran entre 30 y 50 los parientes y amigos del líder checheno que ocupan posiciones en estructuras gubernamentales.

Los expertos lo atribuyen a la voluntad de asegurar su protección, pero esta práctica la viene llevando a cabo desde hace años, está perfectamente ligada a un sistema patrimonialista de enriquecimiento y corrupción familiar, y no responde necesariamente a una estrategia sucesoria.

Adam, el hijo favorito

Cuando en abril Ramzán nombró a su hijo Adam, de 17 años, como secretario del Consejo de Seguridad de la región, muchos medios quisieron leerlo como la enésima confirmación de que él sería el elegido para sucederle en el poder. En 2023, también lo había designado director de su Servicio de Seguridad, el mismo puesto que Ramzán ejerció cuando su padre era presidente.

El chico ganó mucha notoriedad con 14 años, tras ser grabado golpeando a un recluso en un centro de detención de Grozni. La víctima había sido detenida por quemar una copia del Corán y condenada a 14 años de cárcel. Su padre compartió orgulloso el video de la paliza y lo galardonó con seis medallas y el título de Héroe de Chechenia.

Adam tiene dos hermanos mayores, Zelimján, de 18, que está centrado en las artes marciales, y Ajmat, de 19, actualmente ministro de Juventud y Deporte. “El mayor no se ha metido nunca en líos, es serio, dentro de lo que es aquella locura”, explica Ter. “Adam es el hijo favorito, es quien más se parece a él [Ramzán]. Allí necesitan a alguien con mala leche y él la tiene.”, añade.

Aun así, prácticamente lo descarta como sucesor. El principal inconveniente es la edad: igual que su padre tuvo que esperar hasta los 30 para ser nombrado presidente, Adam no podría optar al cargo hasta 2037. La ley que lo prohíbe es una norma federal rusa que el Kremlin no parece dispuesto a cambiar.

Mark Galeotti, profesor británico especializado en Rusia, cree que Putin solo se arriesgaría a gastar este capital político si tuviera el convencimiento de que Adam “puede garantizar la estabilidad”. Sin embargo, duda de que sea capaz. En un reciente mensaje en X escribía: “A pesar de todos los elogios y medallas que ha recibido, el mayor triunfo de Adam parece haber sido maltratar a un preso. Sin la krisha [la protección] de su padre, hay pocas pruebas de que tenga mucha autoridad con los hombres fuertes que gobiernan Chechenia.”

Los candidatos a la sucesión

Una de las personas en quien Kadírov más confía es Adam Delimjánov. Miembro de la Duma Estatal rusa desde 2007 por Rusia Unida, el partido de Putin, en 2022 lideró las fuerzas chechenas en el Donbás y dirigió el asedio a Mariúpol. Se lo acusó de haber participado en los asesinatos y torturas de personas contrarias al régimen.

Tal y como recoge en su libro Marta Ter, en 2009, Kadírov se refirió a él, en una entrevista en el periódico Zavtra, como su posible relevo. “Si algo me sucediera, he preparado a alguien que podría ser mi sucesor: esa persona es Adam Delimjánov. Es mi amigo más cercano.”, dijo. 16 años han pasado y el líder checheno no ha vuelto a señalar a Delimjánov con esta contundencia. Aun así, su nombre sigue sonando con fuerza cuando se aborda el futuro de Chechenia.

Otro de los nombres que aparece recurrentemente es el de Magomed Daúdov. Actualmente, es el primer ministro de la república y antes fue presidente del parlamento. Existen indicios de que ha torturado con sus propias manos a disidentes del régimen y que ha capitaneado las purgas de homosexuales en Chechenia.

“Si tuviera que haber un sucesor, antes serían Delimjánov o Daúdov que el hijo”, apunta Ter. “Ellos ya tienen sus estructuras y han demostrado hasta dónde pueden llegar”, argumenta.

Además, el candidato que mayor notoriedad ha ganado últimamente es Apti Alaudínov. Este general de división del Ejército ruso, comandante de las fuerzas especiales chechenas “Ajmat”, se ha convertido también en uno de los blogueros estrella de la guerra en Ucrania.

Galeotti lo describe como “aparentemente el favorito del Kremlin”. Sus méritos militares y el respaldo de las Fuerzas de Seguridad rusas pueden ser cartas valiosas de cara a una eventual sucesión. “Alaudínov podría representar la cara amable de Chechenia: la gente rusa lo tiene muy visto en la tele, habla en un ruso bastante correcto, con menos acento que Daúdov y Delimjánov, y no ha utilizado expresiones como le vamos a cortar la cabeza”, apunta Ter.

Moscú decide

La única certeza, según las fuentes chechenas de Marta Ter, es que el sucesor de Kadírov “no se decidirá en Chechenia, se decidirá en Moscú, y los chechenos deberán aceptarlo y punto.” Ni siquiera tiene por qué ser un hombre del entorno de Ramzán, sino alguien que le garantice que podrá mantener el orden en la región. Eso sí, lo más probable es que el próximo dirigente no goce de la libertad de Kadírov, sino que esté mucho más vigilado de cerca por el FSB, los servicios secretos.

Una de las fuentes que cita Ter en el libro La Chechenia de Kadírov asegura que la única línea roja es que el futuro presidente sea un ruso étnico. “Soportaremos a nuestra mierda, pero no la de otras nacionalidades”, dice. A la vez, todos coinciden en que es imposible que surja algún movimiento independentista o que alguien del exilio pueda aglutinar los apoyos suficientes, incluso tras el fin de Kadírov y Putin.

También destacan que los líderes chechenos no van a poder cuestionar la decisión que tome el presidente ruso. Una de las razones es que muchos de los actuales miembros del Gobierno de la república podrían ser llevados delante de la justicia por sus actos durante las guerras de los años 90 y 2000, o por sus asesinatos y torturas por orden de Kadírov.

Lo que, según Ter, tendría muy poco sentido, si Ramzán falleciese, sería situar en su lugar a alguien enfrentado a los Kadírov. “Putin pondrá a alguien afín, no desmontará la maquinaria represiva, sería absurdo. Querrá a alguien a quien ya conozca, que continúe con esta animalada, quizás menos histriónico.”, explica.

El miedo a la venganza de sangre

Uno de los temores de Moscú en caso de destronar al clan Kadírov es que quienes hubieran jurado venganza de sangre contra ellos aprovecharan para consumarla. En Chechenia, cuando una familia se siente agraviada por un asesinato o una violación, tiene el deber de reclamar una venganza contra los agresores y sus parientes para restaurar el honor perdido.

Por eso, más que la muerte de Ramzán, los Kadírov deberían temer la muerte de Putin. Recientemente, el escritor ruso Viktor Senderóvich, relataba un encuentro con una familia chechena exiliada en Francia. “Le pregunté al cabeza de familia cuánto tiempo, en su opinión, duraría Kadírov después de Putin: ¿un mes, una semana? Lo desterrarán ese mismo día, respondió sin dudarlo. Toda la nación está en guerra de sangre. Se vengarán durante mil años.”, escribía.

“Mientras Putin esté en el Kremlin, Kadírov puede estar tranquilo. Pero si algo le ocurre a Putin, estoy seguro de que todo lo que se ha creado desde 2004 en Chechenia, todo lo que Ramzán ha construido, se derrumbará”, comenta otra de las fuentes de Marta Ter en su libro.

Y este miedo parece extenderse también hasta la capital de Rusia ante la posibilidad de un baño de sangre. Galeotti escribe: “Sospecho que muchas figuras importantes de Moscú, la mayoría de las cuales temen y menosprecian a Ramzán, probablemente estén rezando para que los renovados rumores de su grave enfermedad sean falsos y de que su enemigo se recupere.”

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