Dani Alves apuntó que las imágenes de la discoteca “desmienten el clima de terror” relatado por la víctima

Oriol Solé Altimira

0

Sembrar la duda al tribunal para intentar salir de la cárcel y ofrecer garantías de que no habrá fuga. Esta fue la vía elegida por el futbolista Dani Alves, en prisión preventiva acusado de agresión sexual, para intentar lograr su excarcelación. Ese camino pasa por ofrecer al tribunal una visión alternativa de los hechos que pone en duda a la denunciante al asegurar que las imágenes de videovigilancia desmienten el “clima de terror” relatado por la víctima.

El escrito de la defensa de Alves, adelantado por El Periódico y al que tuvo acceso elDiario.es, tiene dos patas. Por un lado, pide a la Justicia celebrar una vista en la que reafirmar que no existe el riesgo de fuga apreciado por la jueza que lo envió a prisión el pasado 20 de enero. Y como en cualquier proceso penal, al acusado le toca intentar convencer al tribunal de que los hechos no ocurrieron tal y como los relata la denunciante, o al menos sembrar una duda razonable.

Como garantía de que no huirá, Alves ofrece a la Audiencia de Barcelona un abanico de medidas menos gravosas que la prisión preventiva, que van desde una fianza, la comparecencia incluso diaria en el juzgado, la retirada de pasaporte, una orden de alejamiento de la denunciante o ponerse una pulsera telemática de monitorización.

Sobre los hechos ocurridos durante la madrugada del 30 de diciembre en la discoteca Sutton de Barcelona, el escrito de Alves, que firman los abogados Cristóbal Martell y Miraida Puente, ofrece una primera pincelada de su estrategia de defensa, en la que serán claves las imágenes de videovigilancia que grabaron todo lo ocurrido antes y después de la agresión sexual denunciada.

“No desconocemos, y así debe ser, que el consentimiento sexual se habrá de expresar y manifestar de manera libre y clara y que la voluntad habilita incluso a un arrepentimiento sobrevenido que debe llevar al cese en el encuentro erótico”, reza el escrito.

Sin embargo, a juicio de la defensa, las imágenes de la discoteca “entran en contradicción y conflicto con la descripción que hace la denunciante”. Es gracias a las imágenes que a la defensa le “asalta la duda” y le permite, en sus palabras, “dudar razonablemente de que también el relato de la denunciante de lo acontecido en la soledad de la pareja en el cubil del baño pueda estar también adornado de idénticos elementos de distorsión narrativa”.

Cabe recordar, sin embargo, que contra Alves pesan a día de hoy un aluvión de indicios. El primero y esencial, el relato contundente, inequívoco y claro de la víctima (todo lo contrario que el jugador, quien dio hasta tres versiones contradictorias sobre los hechos).

Según denunció la víctima, el futbolista les invitó a ella y a unas amigas a tomar una copa y le pidió que la acompañara a una sala del reservado donde se encontraban, que resultó ser un baño, aunque ella no lo sabía. Fue en ese baño donde presuntamente Alves la agredió sexualmente.

El futbolista, detalló la joven, usó la fuerza para consumar la violación, como corrobora el parte médico del Hospital Clínic, que atendió a la joven la misma noche de los hechos tras el aviso de la discoteca. En el centro hospitalario también se recolectaron muestras biológicas que no hacen sino avalar la versión de la víctima.

Para la defensa, en cambio, las imágenes muestran que Alves entra primero en el baño donde ocurrieron los hechos, y que a los dos minutos lo hace la víctima sin que el futbolista “le franquee el paso o abra la puerta”.  “Las imágenes hablan solas, así fue”, dice la defensa, rebatiendo la tesis de la jueza instructora, quien aseguró que fue Alves quien cerró la puerta del baño donde sucedieron los hechos.

“Este es el momento previo al encuentro sexual en el diminuto cubículo o baño, y que la denunciante describe y expresa como vivido en un clima de terror o microcosmos de dominación, escenario que las imágenes desmienten del modo más radical”, asevera el escrito.

Antes del núcleo de la denuncia, agrega el escrito, las imágenes captaron a la denunciante, su primera y una amiga durante veinte minutos “departiendo de modo lúdico y festivo rodeadas de muchísima gente en un espacio abierto”, lo que “dista mucho”, a criterio de la defensa, de ser un escenario de intimidación ambiental necesario para quebrar el consentimiento de la víctima.

“Debe asaltarnos un elemento de duda”, recalca la defensa, al “observar de un modo desapasionado las imágenes”, en las que según su versión se observa una zona VIP “que lejos de ser cerrada se encuentra abierta y concurrida”. La Audiencia de Barcelona tendrá la última palabra.