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Lo que se hizo bien en el caso Dani Alves: protocolos contra agresiones sexuales en la discoteca, los Mossos y el hospital

Integrantes de un punto contra las violencias machistas en unas fiestas de Barcelona.

Oriol Solé Altimira

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La rapidez de víctima, local y Mossos d'Esquadra han sido claves para que Dani Alves esté desde el pasado viernes en prisión preventiva e investigado por una agresión sexual en una discoteca de Barcelona el pasado 30 de diciembre. Es el diagnóstico compartido entre varias fuentes judiciales y que denota la relevancia de los protocolos contra los ataques machistas en el ocio nocturno, herramientas que en los últimos años se han generalizado para dar mayor seguridad a las mujeres.

Tras ocurrir los hechos, el jugador abandonó rápidamente la discoteca Sutton, pero la joven permaneció un rato más en el establecimiento. Los vigilantes de seguridad se dirigieron a la joven cuando, afectada, salía del local. No le preguntaron detalles de lo ocurrido ni la dejaron sola, tal y como marca el protocolo 'No Callem' suscrito entre el Ayuntamiento de Barcelona y varias salas como Sutton, sino que esperaron a la llegada de los Mossos d'Esquadra, a quienes los responsables del establecimiento llamaron rápidamente. La joven fue conducida esa misma madrugada al hospital para ser examinada.

El protocolo, que pone en el centro la atención a la víctima, se puso en marcha tras constatar las estadísticas que, en el año 2016, un 30% de tocamientos no consentidos en Barcelona se produjeron en espacios de ocio. La estadística se mantiene con los años. Según la última encuesta de violencia sexual en la capital catalana, el año pasado en un 65% de casos la víctima refirió que estaban de fiesta antes o durante la agresión. Aunque el 45% del total de agresiones tuvo lugar en un domicilio, en la mayoría de casos se dio al volver de un local de ocio.

“Medidas como el protocolo son positivas, efectivas y satisfactorias para la víctima, aunque llevan poco tiempo en vigor y tenemos que mejorar mucho más”, valora la enfermera Teresa Echeverría, fundadora de la comisión de violencia de género del Hospital Clínic de Barcelona, el centro de referencia en la capital catalana para víctimas de violencia sexual. En el caso de Barcelona ya lo han suscrito 25 salas, ocho festivales y seis equipamientos como el Palau Sant Jordi.

Echevarría recalca que la atención temprana a víctimas de violencia sexual es importante, si bien destaca que la víctima “también tiene que estar en condiciones de poder ser atendida”. En especial, abunda, en contextos como el del ocio nocturno, donde el consumo de alcohol “puede distorsionar la conciencia, la valoración de la gravedad y el malestar de una agresión”.

“Las víctimas tienen que tener claro que sea cual sea su circunstancia, se las protege y apoya”, expresa la enfermera, que remarca la relevancia de los momentos inmediatos a la agresión: “Si el primer contacto con la víctima es adecuado y correcto ya es positivo, porque la víctima no se siente juzgada sino acompañada, lo que ayuda a frenar el primer golpe emocional y poder establecer un vínculo emocional y de confianza”.

Extendido en el sector del ocio

El protocolo contra las agresiones machistas es una muestra de que el ocio nocturno “tiene un firme compromiso en la lucha contra los casos de violencia sexual”, recalca Joaquim Boadas, secretario general de la patronal catalana del sector, Fecasarm. Además de pautas sobre cómo abordar un acto de violencia sexual tanto con la víctima como con el agresor, el protocolo incluye formación a los trabajadores, entre otras medidas.

En paralelo al protocolo municipal, Sutton está en trámites para incorporarse al programa internacional Nightlife sobre prevención de agresiones sexuales en discotecas, del que forman parte una treintena de locales en Catalunya. Inspirado en el modelo anglosajón 'Ask for Angela', incluye medidas como la colocación de carteles en los baños femeninos con el aviso: “¿Estás siendo acosada sexualmente o te sientes incómoda? Dirígete a la barra y pregunta por Ángela”.

Boadas explica además que la entidad quiere trasladar su compromiso contra las agresiones machistas a la causa judicial abierta a Alves, tal y como ha hecho en casos anteriores. Este mismo lunes ha formalizado su escrito para ejercer la acusación popular de la causa con el objetivo de lograr una “prevención general intimidatoria” para que no se repitan los hechos.

Para la abogada penalista Júlia Humet, de Nèmesi Advocades, la rapidez en activar los protocolos y denunciar supone no solo algo positivo para el acompañamiento emocional de la víctima, sino también para aspectos relevantes de un futuro proceso penal. Por ejemplo, en la recogida de imágenes de seguridad de los locales, que legalmente se tienen que borrar pasados unos días, o en la obtención de restos biológicos del agresor.

Con todo, Humet recuerda la complejidad de los casos de violencia sexual y que no se puede ensalzar a una “víctima ideal” que denuncia al momento los hechos. “En este tipo de delitos hay un proceso personal muy relevante, hay impacto psicológico y elementos como la vergüenza o la respuesta del entorno social hacen imposible la generalización sobre cómo debe reaccionar la víctima”, asevera la letrada.

En este sentido, cabe recordar la reciente resolución de la Audiencia de Barcelona en el caso de los acusados de al menos tres violaciones grupales en Castelledefels. Los jueces afearon a las defensas de los investigados que exigieran a las mujeres ser “víctimas perfectas” que no hubieran tardado semanas en denunciar, así como que recordaran todos los detalles vividos “sin la mínima contradicción” obviando su estado psicológico.

El caso Alves

A la hora de decretar el ingreso en prisión de Alves, la magistrada tuvo en cuenta las contradicciones en que incurrió el futbolista en su declaración. Todo lo contrario que la víctima, quien también compareció ante la magistrada para dar una detallada versión de los hechos e idéntica a la denuncia que presentó ante los Mossos d'Esquadra el 2 de enero, en su primera declaración sobre los hechos.

Según explicó la víctima, el futbolista las invitó a ella y a unas amigas a tomar una copa, le pidió que la acompañara a una sala del reservado donde se encontraban, que resultó ser un baño, aunque ella no lo sabía. Fue en ese baño donde presuntamente Alves la agredió sexualmente. El futbolista, detalló la joven, usó la fuerza para consumar la violación, como corrobora el parte médico del Hospital Clínic, que atendió a la joven la misma noche de los hechos tras el aviso de la discoteca.

La rápida atención hospitalaria resulta un elemento importante para recoger muestras biológicas y detectar rastros del agresor o substancias químicas que hayan tenido que ver con la agresión. Las últimas estadísticas del Clínic resaltan que el 87% de víctimas atendidas acudió al hospital en menos de 72 horas tras la agresión, y el 65% acuden en menos de 24 horas. Aunque la cifra global de víctimas ha crecido, el aumento se vincula no con que hayan aumentado las agresiones, sino con que ahora las víctimas denuncian más. Emerge lo que se conoce como 'cifra sumergida' del delito.

En el centro hospitalario se constataron lesiones y se recogieron muestras biológicas que no hacen sino avalar la versión de la víctima. Además, se le proporcionó ayuda psicológica y atención jurídica. En paralelo se puso en marcha la investigación de los Mossos d'Esquadra, en concreto de su pionera unidad contra los delitos sexuales (UCAS), creada hace tres años y que cuenta en su haber éxitos policiales como la detención del agresor de una menor a la salida de una discoteca en Igualada (Barcelona).

Las agentes inspeccionaron y recogieron muestras, con la colaboración de los responsables del local, del baño donde tuvieron lugar los hechos, y analizaron los vídeos de las cámaras de seguridad. Todo ello se puso a disposición de la magistrada que comanda la investigación, que no dudó en enviar a Dani Alves a prisión. Allí seguirá por lo menos hasta el juicio salvo que su cambio en su estrategia de defensa resulte exitoso, aunque para ello deberá salvar los numerosos indicios que pesan en su contra.

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