Las feministas de Túnez alertan de una regresión en las elecciones que dejarán un Parlamento dominado por hombres

Laura Fernández Palomo / EFE

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Lo único seguro en Túnez, que vota este sábado en elecciones legislativas, es que la próxima Cámara tendrá una representación de mujeres mínima por la nueva ley electoral que relega el principio de paridad de género.

Tan solo el 11% de los más de 1.000 candidatos uninominales que concurren son mujeres, con un renovado sistema que reduce aún más su opción a escaño, por lo que Dinámica feminista tunecina –que agrupa a nueve organizaciones nacionales– anticipa un Parlamento “dominado por hombres” y se ha sumado al boicot de estos comicios.

“La nueva ley electoral va a consolidar el patriarcado, el nepotismo y el tribalismo”, dice a EFE Nabila Hamza, miembro de la Ejecutiva de la Asociación Tunecina de Mujeres Democráticas (ATFD, por sus siglas en francés).

La singularidad de estos comicios obstaculiza la candidatura y elección de mujeres, que en comicios previos habían ido ganando espacio en la vida política, hasta alcanzar un 47% de representación en los ayuntamientos tras las municipales de 2018.

Principio de paridad relegado

El presidente tunecino, Kais Said, modificó unilateralmente la ley el pasado mes de septiembre, que garantizaba la igualdad de representación entre hombres y mujeres en las asambleas electas de Túnez, “uno de los principales logros para los derechos de las mujeres después de la revolución de 2011”.

En 2014, 68 mujeres consiguieron un escaño en la Asamblea de Representantes del Pueblo (Parlamento), “la representación femenina más alta en comparación con otros países de la región de Oriente Medio y África del Norte”, dice la organización Human Rights Watch, que alerta sobre los peligros de una nueva “exclusión política” de la mujer en Túnez.

Una enmienda, en 2017, requirió a los partidos políticos y las coaliciones la paridad en listas de candidatos también para las elecciones locales, que llevó en los comicios del año siguiente a un 47% de representación en los ayuntamientos, entre las que estaba Hamza, hoy concejal del municipio de La Marsa.

Con la reforma actual, promulgada el 15 de septiembre, la paridad queda relegada a los 400 avales que los candidatos deben presentar para concurrir a las elecciones –además de un 25% de firmas de menores de 35 años– pero desaparece como principio de los órganos electos.

Redes que favorecen a los hombres

“El mecanismo de patrocinio que implica un colectivo de 400 avales introduce una confusión técnica, sobre todo para las mujeres dentro de las zonas, por ejemplo, rurales, donde las redes políticas son propicias al hombre”, dice Hamza.

Las organizaciones feministas denuncian además la abolición de la financiación pública, que introduce la nueva ley, hacia la autofinanciación y fuentes privadas, lo que favorece las candidaturas “de poder”, redes financieras o sociales, que dificulta de base la integración de mujeres.

La votación por un candidato uninominal en sustitución de listas paritarias de partido, consideran, no garantiza la representación equilibrada de los grupos sociales en general, ni de los jóvenes ni de las mujeres.

Sistema electoral dudoso

La falta de debate y consensos sobre la nueva ley, como ocurrió con la Constitución llevada a referendo el pasado 25 de julio que fue aprobada con más del 70% de la abstención, ha alentado las críticas de la sociedad civil y los partidos políticos, que se desmarcan del proceso electoral.

Entre el electorado predomina la confusión, ya que ahora deben votar por un diputado dentro de su circunscripción (161 por cada escaño del Parlamento), entre un número de aspirantes que varia por distrito, debido a que en algunos concurren seis candidatos y en otros ninguno, al no haberse validado candidaturas durante el proceso de inscripción.

La organización nacional Aswat Nissa (Voces de Mujeres) ha reclamado también la revisión de la ley al considerar “que no hay democracia real sin la participación efectiva de las mujeres y sin fortalecer su posición en el proceso electoral”.

Una “gravísima” regresión, “en un país que está intentando construir una democracia”, alerta Hamza.