El Congreso peruano vota la destitución del presidente Castillo Entrevista

Marco Sifuentes, periodista: “En Perú vivimos la normalización del caos”

En las últimas elecciones presidenciales de Perú, Marco Sifuentes, de 43 años, periodista y director de La Encerrona, uno de los 10 podcast de actualidad más escuchados del país, entrevistó a 17 de los 18 candidatos a presidente. Pero uno le llamó la atención por la poca capacidad y falta de carisma: Pedro Castillo. “Era el peor de todos, el menos preparado”, dice el autor de Perú Bizarro, libro publicado a mediados de este año, que revisa el enredo de la política peruana de las últimas décadas.

Castillo debía enfrentar este miércoles un nuevo intento de la oposición en el Congreso por destituirlo del cargo. El argumento legal es la “permanente incapacidad moral”, basada en las sospechas de corrupción que rodean al presidente, si bien solo han transcurrido 16 meses desde que llegó al poder. “A horas de debatirse una nueva moción de vacancia [equivalente a una moción de censura] en mi contra, me presento para ratificar una vez más que no soy corrupto ni mancharía jamás el buen apellido de mis honestos padres”, dijo Castillo este martes. Pero después anunció que disolvería el Parlamento, que finalmente votó por destituirlo. Horas antes de que esto sucediera, Sifuentes respondió sobre la situación de Perú y los antecedentes de la decisión del Legislativo era la tercera moción de vacancia contra el presidente.

Pedro Castillo enfrenta este miércoles su tercer pedido de destitución en el Congreso. ¿Qué cree que puede llegar a pasar?

Hasta la semana pasada, pensaba que la oposición no tenían los votos. En especial, si tenemos en cuenta que este es su tercer intento de pedido vacancia presidencial y que en los dos anteriores la oposición fracasó. En el primero, de manera rotunda. En el segundo, quedó a medio camino. Y en este tercer intento, el pedido de vacancia llegó al Congreso incluso con menos respaldo que la vez anterior. Por eso, todo indicaba que tendríamos una nueva derrota del Congreso. Pero en estos últimos días han tenido lugar una serie de movimientos que creo que ponen el resultado en duda.

¿Cuáles son esos movimientos?

Hay varios elementos, pero dos se destacan sobre el resto. En primer lugar, cada vez son más las denuncias de corrupción en contra del presidente, incluso las que llegan desde el mismo entorno de Castillo. Este fin de semana, una empresaria ha denunciado que alguien del entorno presidencial le había pedido más de un millón de dólares en sobornos. En segundo lugar, Castillo ha cometido el error de forzar el voto de confianza, un un mecanismo por el cual el gobierno le pide confianza al Congreso pero, si el Congreso se la niega dos veces, el Ejecutivo está habilitado a disolver el Congreso, algo que pasó con Martín Vizcarra [presidente de 2018 a 2020].

¿Le parece que la dinámica política en Perú se ha vuelto repetitiva?

Llevamos varios años en crisis. Esta es la séptima moción de vacancia presidencial en cinco años. En el medio hemos tenido cinco presidentes en cinco años y también una disolución del Congreso. La cuestión de la confianza ya se había usado antes para disolver el Congreso. Mientras tanto, el Congreso cambió la ley para protegerse, para complicar la disolución del Legislativo. Sin embargo, el Gobierno ha hecho caso omiso a esa ley, está haciendo como si esa ley no valiera, dice que ya disparó una de las dos balas de plata, mientras que el Congreso dice que no han disparado ninguna. Es evidente que Gobierno lo que busca es disolver el Congreso.

¿El Gobierno pide el voto de confianza después de la renuncia del último primer ministro?

Sí, efectivamente. Por eso renunció el presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, que ha sido el principal consejero jurídico de Castillo en estos meses. El presidente presenta la cuestión de confianza en el Congreso, que no se la admiten bajo el argumento de que no sigue el procedimiento regular. Pero Castillo, en lugar de considerar que no ha sido admitida, dice que ha sido negada. Entonces, al haber sido negada, se considera esta bala de plata ya disparada. Ahí está la sutileza del derecho. Esa ha sido la jugarreta legal que encontró Castillo.

Parece como si todos los políticos en Perú, desde los distintos sectores del Gobierno y en la oposición, estuvieran jugando a forzar al extremo la interpretación de las leyes para hacer política...

Sí, creo que lo has descrito muy bien, porque técnicamente no están saliendo de la ley. Si bien el Ejecutivo ha cruzado la línea. Pero hasta ese momento, todos habían jugado muy duro al borde de la tarjeta amarilla, a tal punto que están respetando la Constitución actual. En su afán de protegerse a sí mismo, la oposición también ha tirado al tacho la Constitución varias veces. Es la séptima moción de vacancia presidencial desde el año 2018. Esto no es normal, no lo es, sino que es absolutamente desestabilizador. Pero por otro lado, tienes al Gobierno que acaba de nombrar a su ministro número 81 en menos de un año y medio. Hay una estadística que dice que Pedro Castillo cambia de ministros cada seis días.

¿Esta última moción de vacancia está vinculada a las sospechas de corrupción del presidente?

Sí, efectivamente. Castillo enfrenta decenas de pequeños actos de corruptela, que rodean a sus entornos familiares, a su ciudad natal de Chota, donde opera la llamada “mafia chotana”. Si bien la moción de vacancia está planteada en torno a estas denuncias, la realidad es que lo único que importa aquí son los votos. Es decir, honestamente, no creo que ninguno de los congresistas evalúe las evidencias de corrupción.

¿Todo el arco opositor está a favor de avanzar con la destitución de Castillo?

Eso es parte del drama de la política peruana. Hay una oposición de la derecha más dura, que se autodenomina “bloque democrático”, que está a favor de la vacancia. Luego tienes el sector del Gobierno, con sus cinco diferentes ramificaciones, que están en contra. Y en el medio, tienes a agrupaciones que algunos llaman de centro pero que en realidad no tienen ningún tipo ideología, que son partidos que se constituyen como franquicias y responden a líderes locales o a millonarios, que son las que pueden definir una votación. Tal es el caso de Acción Popular, que nunca se sabe realmente que va a pasar con él, por dónde va a votar, ni qué piensan sus integrantes.

¿Es posible un autogolpe de Estado, al estilo Alberto Fujimori en 1992, en donde el Ejecutivo disuelva el Congreso?

Yo creo que no hay nada imposible en el Perú. Todo lo que creía imposible en el Perú del siglo XXI, en la era post-Fujimori, pues ha sido expulsado por la ventana. Entonces, puede ser posible. Que sea exitoso es otra cosa. Pero da la impresión de que Castillo está dispuesto.

El ministro de Defensa de Perú, Daniel Barragán, presentó este sábado su renuncia a una semana de haber sido ratificado en el puesto. ¿Qué muestra esta decisión?

La renuncia del ministro responde a que el presidente le habría pedido a Barragán tantear los ánimos de las Fuerzas Armadas respecto de un cierre del Congreso para saber qué harían ellos, según fuentes a las que accedió La Encerrona. Pero parece que las Fuerzas Armadas no están de acuerdo en ser utilizadas políticamente. El ministro ha renunciado por eso. La situación se ha puesto bien grave.

¿Este clima se percibe a nivel social como una parálisis de la política?

Sí, eso está clarísimo. Por ejemplo, ahora mismo el Perú está viviendo su peor sequía en los últimos 50 años pero no hay absolutamente ninguna medida para responder a eso. En Perú vivimos una normalización del caos. Estamos siendo testigos de una degradación paulatina y constante, pero en algún momento va a tener que rebalsar el vaso. ¿Cuándo será?. Nadie lo sabe.

¿Cuál es el mecanismo para destrabar este bloqueo político?

La única salida es que se vayan todos, algo que lamentablemente ya pasó en el Perú. Ya tuvimos un momento así, cuando Martín Vizcarra decidió disolver el Congreso. En un mundo perfecto, la salida sería hacer unas reforma política, con candados suficientes al sistema, para que no volvamos a entrar en esta espiral en la que estamos metidos desde el año 2016, cuando Keiko Fujimori se negó por primera vez a aceptar un resultado electoral.

¿Para cambiar las normas de la política se necesita una reforma constitucional?

No necesariamente. Hoy la figura en el Perú es la de “vacancia por incapacidad moral”, que es un vestigio de cuando la palabra moral era sinónimo de mental. Hoy esa palabra está en la Constitución pero se ha venido usando no como una evaluación de la moralidad del presidente. El Tribunal Constitucional podría haberlo acotado, pero nadie lo ha hecho, por eso estamos en este lío.

¿Por qué Perú no tiene un estallido social en reacción a esta parálisis de la política?

Yo creo que Perú tuvo su estallido social. El problema es que ha sido en noviembre del 2020, con las protestas contra Manuel Merino [presidente del 10 al 15 de noviembre de 2020]. Pero después todo siguió igual, incluso peor, lo que generó mucho desgano. Por otro lado, cuando la derecha perdió las elecciones en 2016, Keiko Fujimori adoptó un discurso totalmente 'trumpista', una copia descarada de Donald Trump, reclamando fraude. Eso generó que las movilizaciones, en el último año y medio, normalmente están asociadas a ese sector. Por otro lado, muy poca gente está dispuesta a marchar contra el Congreso, porque no quieren que se interprete como un respaldo a Pedro Castillo, que en general ha decepcionado a buena parte de sus votantes. Tanto el Congreso como Castillo tienen su dedo en su respectivo botón nuclear. El Congreso en la moción de la vacancia y Pedro Castillo en la posibilidad de disolver el Congreso. Los dos claramente han puesto su dedo encima.

¿Es Keiko Fujimori la única persona capaz destrabar el bloqueo político?

No lo creo. La verdad es que Keiko tiene demasiados anticuerpos. El anti-fujimorismo es el partido más sólido del Perú. Keiko Fujimori ha perdido tres elecciones, una después de otra, y ha perdido con Pedro Castillo, un muy mal candidato. Mira, yo entrevisté a 17 de los 18 candidatos y claramente Pedro Castillo era el peor de todos, el menos preparado, el que tenía incluso menos carisma. Y aun así ganó, a pesar de sus múltiples errores.

¿Puede el informe de la OEA, presentado en la última semana, incidir en la dinámica política del país?

No creo que la OEA sea un elemento central para la resolución de la crisis que vive Perú. Irónicamente, el informe de la OEA se ha visto favorable al Gobierno. Digo irónicamente porque en el resto de América Latina la OEA se ve casi como un instrumento de la derecha. Pero en el Perú, desde que la OEA avaló las elecciones del año pasado, la derecha lo ve como un instrumento del Gobierno, de hecho ha sido el Gobierno quien invocó la Carta Democrática e hizo que la OEA enviara una misión. Había la expectativa de que no sea así, pero el informe ignoró por completo todas las denuncias de corrupción y se centró en los juegos de poder, en la pelea institucional. Entonces, perdió su capacidad de armar una mesa de diálogo, en la que todos los sectores de la oposición se vean representados.

¿Cómo se imaginas Perú en un año?

Uff [risas]. No puedo decirte ni siquiera qué va a pasar este miércoles. Menos qué va a pasar dentro de un año. Desde hace unos algunos años no hay nada predecible en la política peruana. Estamos en arenas movedizas hace ya varios años. Lo que pudo haber sido una primavera democrática, desde el 2000 hasta el 2016, se acabó.