El caos que deja Elon Musk con su polémico DOGE tras su salida del Gobierno de EEUU

Elon Musk abandonó formalmente su papel en la Administración Trump el miércoles por la noche, poniendo fin a una carrera polémica y generalmente impopular como asesor principal del presidente y jefe de facto del llamado “departamento de eficiencia gubernamental” (DOGE). Aunque prometió eficiencia y modernización, Musk deja tras de sí un rastro de incertidumbre y funcionalidad reducida.
El momento de la marcha de Musk coincide con el fin de su mandato de 130 días como “empleado especial del Gobierno”, pero también forma parte de un esfuerzo del multimillonario por señalar un alejamiento más amplio de Washington, ya que se enfrenta a la reacción del público y los accionistas. En entrevistas recientes, Musk hizo gala de centrar sus esfuerzos en sus empresas tecnológicas, afirmando que dedicó demasiado tiempo a la política y que planea reducir su gasto político en el futuro.

Con su marcha, Musk deja en manos de sus acólitos instalados en puestos clave del Gobierno federal un montón de planes a medio hacer y agencias destripadas. Su marcha deja el ya caótico impacto de Doge en el Gobierno en un limbo aún más gris, con preguntas sobre cuánto poder tendrá el nebuloso grupo de trabajo sin él y quién, si es que hay alguien, podría reconstruir los programas y servicios que destruyó.
Los escombros de Doge
La propuesta inicial de Musk para Doge era ahorrar 2.000 millones de dólares del presupuesto erradicando el despilfarro y el fraude, así como llevar a cabo una revisión del software gubernamental que modernizaría el funcionamiento de las agencias federales. Hasta ahora, Doge ha afirmado haber recortado unos 140.000 millones de dólares del presupuesto, aunque su “muro de recibos” es famoso por contener errores que sobrestiman su ahorro.
El nuevo proyecto de ley fiscal de Donald Trump, aunque no forma parte de Doge y cuenta con la oposición de Musk, también se espera que añada 2.300 millones de dólares al déficit, anulando cualquier ahorro que Doge pueda haber conseguido. Sus promesas de un nuevo software modernizado se han limitado con frecuencia a chatbots de IA, algunos de los cuales ya estaban en marcha bajo la administración Biden.
El mayor impacto de Doge ha sido, en cambio, su desmantelamiento de los servicios gubernamentales y la ayuda humanitaria. Los recortes de Doge han afectado a una franja de agencias como la Organización Nacional Oceánica y Atmosférica, que se encarga de la previsión meteorológica y de desastres naturales, y han sumido en la crisis a otras como el Departamento de Asuntos de Veteranos. Numerosas agencias más pequeñas, como la que coordina la política sobre los sin techo, han sido cerradas. Doge ha puesto de rodillas a varias oficinas, sin un plan claro sobre si el personal que Musk deja atrás intentará actualizar o mantener sus servicios o simplemente los cerrará.
Uno de los primeros ejemplos de sus recortes y de los agujeros que han creado en la Administración es el grupo de tecnología gubernamental 18F, que se asociaba con agencias federales para ofrecer soluciones tecnológicas.
Cuando los empleados de Doge entraron en la Administración General de Servicios, que albergaba la Oficina 18F, sus exempleados han afirmado que parecían no entender en absoluto el funcionamiento de la Administración y los retos que plantea la creación de servicios públicos.
A la exdirectora de 18F, Lindsay Young, que ahora forma parte de un recurso legal que sostiene que el despido de 18F violó los requisitos legales, le preocupa que los recortes de Doge tengan efectos duraderos en las funciones del Gobierno. “En el Gobierno es mucho más fácil derribar cosas que construirlas”, dice Young.
Los despidos masivos en el Departamento de Salud y Servicios Humanos representaron una pérdida similar de conocimientos institucionales que Doge no parece decidido a sustituir.
Carl Tobias, profesor de Derecho de la Universidad de Richmond que ha seguido de cerca los recortes de Doge, puso como ejemplo la unidad de tabaco de la agencia, gravemente afectada por los recortes. “La pérdida de tantos conocimientos especializados, especialmente en el ámbito sanitario, significará que más estadounidenses enfermarán o morirán antes de lo que podrían haberlo hecho”, afirma. “También puede llevar muchos años y un gran gasto de recursos recuperar esa experiencia y esos conocimientos”.
El destripamiento por parte de Musk de USAid, el que fuera el mayor proveedor individual de ayuda humanitaria del mundo, es uno de los ejemplos más crudos del desorden y el daño que han causado los recortes. Estados Unidos canceló aproximadamente el 83% de los programas de USAid, poniendo en peligro servicios en todo el mundo destinados a la ayuda humanitaria y la prevención de enfermedades.
Uno de los programas pioneros de USAid, Pepfar, que coordina la respuesta estadounidense al VIH/sida, ha visto reducidos sus servicios en todo el mundo y su personal ha quedado sumido en la confusión sobre lo que puede seguir haciendo por las personas que confiaban en su organización. Los recortes de Doge al programa han amenazado asimismo el despliegue de un nuevo medicamento contra el VIH que los investigadores han aclamado como un “milagro” por su eficacia.
Mientras Musk vuelve a Tesla y SpaceX, las agencias que él mismo destruyó tienen que recoger los pedazos.
Los empleados de Doge siguen en el Gobierno
Mientras Musk regresa a su imperio tecnológico, muchos de los antiguos empleados y jóvenes ingenieros sin experiencia que contrató para trabajar en Doge seguirán formando parte del Gobierno. Una de las grandes incógnitas sobre el futuro de Doge es si estos empleados, algunos de los cuales obtuvieron un acceso casi ilimitado a los datos más sensibles del Gobierno, mantendrán los mismos poderes de los que disfrutaban bajo el mandato de Musk.
Los empleados de Doge, como el inversor multimillonario y aliado de Musk Antonio Gracias, se han instalado en agencias clave como la Administración de la Seguridad Social y la Administración Federal de Aviación. Han trabajado como una especie de grupo de trabajo gubernamental paralelo, operando con falta de transparencia, ya que sus intentos de acceder a bases de datos y migrar datos han causado desorden y problemas técnicos. Aún no se sabe si Trump y los jefes de las agencias les permitirán seguir adelante con carta blanca.
Al menos dos destacados empleados de Doge han seguido los pasos de Musk. El principal lugarteniente del multimillonario, Steve Davis, que dirigía las operaciones diarias de Doge, abandonó su puesto el jueves. La portavoz Katie Miller, esposa del jefe de gabinete adjunto de Trump, Stephen Miller, también dejó la Casa Blanca para trabajar a tiempo completo para Musk, según la CNN.
Algunos de los dictados de Musk ya han sido revocados desde que dejó Washington a principios de este mes, incluido un mandato muy criticado que exigía a los empleados federales enviar una lista de cinco cosas que habían hecho cada semana. El correo electrónico semanal, que se introdujo inicialmente con la amenaza de despido en caso de incumplimiento, fue ignorado en gran medida y considerado por muchos como un trabajo inútil. El miércoles, el Pentágono anunció oficialmente que pondría fin a esta práctica.
Sin embargo, Doge no se queda sin líder. Según el Wall Street Journal, Musk será sustituido por Russ Vought, nacionalista cristiano y figura clave del manifiesto derechista Proyecto 2025. Creyente desde hace tiempo en que el presidente debe tener amplios poderes ejecutivos, Vought ha dicho que quiere que los empleados federales se queden “en trauma” y recortar drásticamente la financiación federal.
Musk ha elogiado el trabajo de Doge y ha prometido que continuará sin él, y esta misma semana sigue destituyendo de las agencias federales a funcionarios veteranos con los que no está de acuerdo. Incluso con un número reducido, los aliados de Musk siguen teniendo acceso a inmensas cantidades de datos sensibles y confidenciales que, al parecer, pretenden utilizar para vigilar a los inmigrantes.
Sin embargo, lo que parece más lejano que nunca en el caos es la promesa de Musk de hacer que el Gobierno sea más eficiente y sirva mejor al público.
“No se necesita tanta gente para decidir simplemente recortar cosas”, dice Young, de 18F. “Pero si realmente quieres construir cosas, eso requiere reflexión. Requiere esfuerzo”.
0