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“Trabajar hasta caer rendidas del cansancio”: en Francia las mujeres están en la línea de fuego de la protesta contra la reforma previsional de Macron

Manifestantes marchan contra la reforma provisional del presidente Emmanuel Macron en la ciudad de Montpellier, al sur de Francia, el martes 28 de marzo.

Kim Willsher

París, Francia —

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Mientras el jueves la marcha contra la reforma previsional de Emmanuel Macron se abría paso en París por los Grandes Bulevares de la orilla derecha del río Sena, un grupo de mujeres empezó a cantar y a bailar en medio de la densa multitud.

La canción de las mujeres se oía por encima del sonido de las sirenas policiales, de las consignas que coreaba la manifestación en marcha y del estallido de las granadas de gas lacrimógeno. La música resultaba familiar; la letra, no. Un grupo de mujeres militantes que se hace llamar Les Rosies –en honor a Rosie the Riveter, icono feminista del proletariado femenino– le había puesto una nueva letra, en francés. al hit de los '90 “Freed from desire” de la cantante italiana Gala. Decía así:

“¡Mujeres en llamas! [women on fire

El gobierno está fallando 

¡Mujeres en llamas! 

Estamos en la lucha

Nana nana nanana, basta de blablablá“

El nuevo régimen jubilatorio francés hace avanzar la edad jubilatoria hasta los 64 años y aumenta el valor total de los aportes necesarios para percibie una jubilación equivalente en monto al salario. Esta iniciativa legislativa del presidente Macron ha desencadenado airadas protestas, huelgas, bloqueos y violencia en toda Francia durante semanas. Las mujeres francesas están en la primera línea del frente de batalla.

Si solo han podido conseguir empleos mal pagos o de medio tiempo, las trabajadoras saben que es a ellas a quienes más castiga el cambio en la legislación. Dada la básica desigualdad de género en el salario y el empleo, ahora tendrán que trabajar más tiempo que sus colegas varones para no perder el beneficio de jubilaciones que sin embargo serán más bajas que las masculinas comparables.

“Todas la mujeres, en Francia, deberían estar en la calle protestando”, dijo Fabienne Oudart, artista de 56 años que el jueves se unió a la marcha en París. “Ya ganamos menos que los hombres y eso de por sí ya significa que nuestras jubilaciones son de montos menores que las de los varones. Esta reforma previsional no respeta a las mujeres, especialmente a las que trabajan en empleos mal pagos o de tiempo parcial”.

Pierrette Gobinot, de 49 años, está de acuerdo. Ella está capacitándose como auxiliar de enfermería para buscar un empleo mejor que el actual. “El retraso de la edad jubilatora hasta los 64 años nos penaliza doblemente. Incluso en esta época muchas mujeres dejamos de trabajar para cuidar a nuestros hijos. En ese período, interrumpimos nuestra carrera laboral, con la frecuente consecuencia de que después nos faltan cinco o seis años de aportes. Tenemos que trabajar más tiempo para compensar ese huecho si queremos conseguir una jubilación sin recortes. Y ya desde antes, como nuestros salarios son más bajos ya nuestras jubilaciones eran también más bajas.”

El Gobierno centrista de Macron insiste en que la reforma previsional es necesaria para mantener a flote el sistema financiero del Estado en un contexto donde la población que envejece vive más años. En Francia, los aportes jubiatorios de las generaciones activas son los que pagan las jubilaciones de las generaciones pasivas. La nueva ley no supondrá que todos los trabajadores bajen la persiana a los 64 años: serán necesarios 43 años de aportes para calificar para una jubilación completa. Las mujeres señalan que ellas resultan particularmente castigadas por la legislación reformista. Sus desarrollo profesional y el ritmo de sus aportes se ven interrumpidos por tener y criar hijos. A esto se añade que, según concluyó un informe de 2022 de la agencia de estadística Insee, los salarios de las mujeres son en promedio un 22% inferiores a los de los varones, y en consecuendia el monto de cada jubiliación resulta un 40% inferior al de sus colegas masculinos.

Un informe del Consejo de Política Previsional. tmabién de 2022, constató que la pobreza entre los mayores de 65 años que viven solos había aumentado de forma constante desde 2016. Es especialmente marcado el crecimiento de la pobreza entre las mujeres, porque en promedio perciben jubilaciones de 967 euros netos al mes frente a los 1.617 euros de los varones.

La disparidad de género inherente a la nueva ley previsional se puso de manifiesto en enero, cuando el Gobierno presentó a la Asamblea Nacional el proyecto legislativo. En un informe adjunto de 112 páginas sobre sus objetivos y efectos, resultaba claro que las mujeres tendrían que posponer su jubilación hasta nueve meses más que los hombres.

Franck Riester, Ministro de Relaciones Parlamentarias, admitió que la reforma penalizaría “un poco” a las mujeres. Los ministros argumentaron que otras medidas del Proyecto de ley estaban destinadas específicamente a ayudar a las mujeres, como el aumento de la jubilación mínima a 1200 euros, pero las mujeres no quedaron convencidas. Un sondeo reciente de Elabe reveló que el 74% de ellas se opone a la reforma previsional, frente al 67% de los hombres.

“Las jubilaciones amplifican la desigualdad de género preexistente en los salarios”, escribió la investigadora Christiane Marty, que en un artículo editorial del vespertino Le Monde calificó de “sinsentido” presentar la ley como justa para las mujeres. “Anunciar una jubilación mínima para una carrera profesional completa es obviamente bienvenido... pero ya está en una ley de 2003 y nunca se ha aplicado”.

Sophie Binet, secretaria general del poderoso sindicato CGT, dijo que la pensión mínima sólo beneficiaría a unas pocas mujeres en actividad. “Hay dos condiciones excluyentes para gozar del este aumento: se debe haber trabajado 43 años completos –pero el 40% de las mujeres se jubila con una carrera incompleta– y esta carrera completa debe ser a tiempo completo -pero el 30% de las mujeres tiene empleos de medio tiempo”.

Elena Bassoli, de la Escuela de Economía de París, afirma que podría ser especialmente perjudicial para las mujeres que trabajan en determinados sectores. “Si pensamos en rubros muy a menudo cubiertospor mujeres, como la docencia, la enfermería o la limpieza, podrían verse muy afectadas, sobre todo al final de su carrera. Permanecer uno o dos años más en este tipo de trabajos, físicamente exigentes, podría tener un efecto negativo en la salud de las mujeres, por ejemplo”, explicó Bassoli a Euronews.

Además de la cuestión de la igualdad, el uso por el gobierno de la herramienta constitucional conocida como el 49:3 para hacer aprobar la legislación sin una votación final en la Asamblea Nacional, donde no tiene mayoría desde las elecciones generales del año pasado, ha ampliado y profundizado la ira pública, sacando a muchos jóvenes a las calles.

Macron y los sindicatos parecen haberse metido en un callejón sin salida a la vista para ninguna de las dos partes. Las protestas continúan y las movilizaciones obligaron a cancelar la visita de tres días del rey inglés Carlos III.

El politólogo Dorian Dreuil, de la Fundación Jean-Jaurès, declaró que lo que empezó como una crisis social y política se ha convertido ahora en una crisis democrática. “Tenemos un bloqueo que ha revelado algo sobre nuestra democracia y los límites de las instituciones de la República, que no están funcionando como deberían. Normalmente, el presidente es el árbitro en una situación así, pero aquí tenemos un presidente que no preside, sino que gobierna, y se trata de dos papeles diferentes. Cuando el presidente no intenta encontrar una solución sino que está en primera línea explicando la reforma, la gente tiene la impresión de que no hay salida”.

Dreuil añadió que Macron debería dar marcha atrás con la ley, presentar un nuevo texto, y formar una coalición en la Asamblea que pueda respaldar una mayoría de diputados. “Sólo hay una persona que puede resolver esto, y es el presidente de la República”. “Es raro que las cosas alcancen este nivel de tensión y se conviertan en una demostración de fuerza con momentos de violencia tan extremos. Sólo espero que el Presidente pueda oír lo que está pasando en el país y que escuche”.

Las manifestaciones suelen estar cargadas de testosterona, y Francia no es una excepción. Pero las mujeres francesas expresan su rabia con un canto y un baile, punzantes y políticos. Durante la marcha del pasado jueves, Christelle Pink, de 38 años y oriunda de Fontainebleau, dijo: “Puede que los políticos quieran trabajar hasta los 64 años, pero su trabajo no es nada arduo. No paran de retrasar la edad legal de jubilación; 60 años ya es demasiado para los que realizan trabajos manuales duros y mal pagados. Al final trabajaremos hasta caer rendidas. Las mujeres están enfadadas. Todo el mundo está enfadado”.

Natalie, de 25 años, estudiante en Sciences-Po, afirmó: “A las mujeres les cuesta más encontrar trabajo y hacer carrera, y cuando lo consiguen tienen que trabajar más por menos dinero. Además de la violencia que sufren muchas mujeres, padecen desigualdad e injusticia hasta el final. No podemos aceptarlo, por eso nos movilizamos”.

“Es absolutamente esencial que esta reforma no salga adelante”, añadió Fabienne Gobinot. “Siempre son los de abajo, los que tienen trabajos mal pagados o a tiempo parcial, como enfermeras, auxiliares sanitarios y limpiadoras, los que tienen que pagar; siempre son las mismas personas, muchas de ellas mujeres, a las que se les pide sacrificios”.

Traducción de Santiago Armando

AGB

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