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La reina olvidada del soul

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En 1968, un joven gasista de Sheffield grabó un disco simple –de dos temas– que cambiaría varios destinos, empezando por el propio. La canción principal era una composición de The Beatles. Una pieza liviana. La que el grupo reservó para que Ringo Starr la cantara en Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Y allí donde Ringo parecía bromear sobre sí mismo y su voz acaso destemplada (“Que pensarían si desafinara al cantar?...Oh, lo puedo hacer con una pequeña ayuda de mis amigos…”), Joe Cocker construía, con la ayuda de amigos como Jimmy Page, que allí tocaba la guitarra, un ruego desesperado y expresionista. Pero, sobre todo, rendía tributo a una de las tradiciones más extrañas y fructíferas de la música del siglo XX: la fascinación blanca e inglesa con el rhythm & blues negro y estadounidense.

El éxito de esa versión de “With a Little Help from My Frieds”, que se mantuvo durante más de tres meses en los primeros puestos de venta en Inglaterra, derivó, a comienzos del año siguiente, en la grabación de un disco de larga duración. Y en los coros del tema que abría el álbum, “Feeling Alright”, estaban Brenda Holloway y su hermana Patrice (que en los créditos aparecía como “la hermana de Brenda”). La canción, originalmente “Feelin’ Alright”, había sido compuesta por Dave Mason e incluida en el primer disco de Traffic, publicado en el 68. Y Steve Winwood, el organista y cantante de aquel grupo, fue uno de los participantes de la grabación del LP de Cocker. Para él, que en 1965 había registrado “Every Little Bit Hurts” con The Spencer Davis Group, el nombre de Brenda Holloway era el de una leyenda. Ella era la que en 1964, con apenas 17 años, había grabado esa canción para el sello Motown. Ese había sido el principio, o casi. Y éste, la estrella haciendo los coros de una grabación que se convertiría en célebre, era el final. O casi.

Cada pequeño golpe lastima, decía esa pieza que inauguró la relación de Holloway con la marca que patentó un estilo para el soul y que, en realidad, no fue el verdadero comienzo. La cantante ya había grabado la canción, en 1962 y con 16 años recién cumplidos, para un pequeño sello llamado Del-Fi. Motown puso allí una orquesta, un arreglo con su estética, la paseó por la televisión y publicó un primer disco de larga duración que llevó como título el del simple. La canción fue un éxito casi inmediato. En Inglaterra, además del Spencer Davis Group, la registraron Small Faces y Cilla Black, y en los Estados Unidos fue grabada por Aretha Franklin y Gladys Knight entre muchas grandes figuras del soul. Mucho después, en 1980, The Clash realizó una versión para el disco Sandinista! Que finalmente no se incluyó allí y fue editada recién en 1991 dentro de la caja Clash On Broadway.

Primera versión, realizada por el sell Del-Fi en 1962

Aparición televisiva a comienzos de 1964, haciendo lipsync

The Clash, 1980 (publicada en 1991)

Every Little Bit Hurts (álbum), 1964

Entre 1962 y la nueva versión del que se convirtió, con el tiempo, en un clásico del género, y en ese primer álbum consagratorio, Holloway, que había cantado en el coro de la iglesia y tocaba también flauta, violín y piano, continuó sus estudios musicales en el Compton Community College y grabó una serie de simples, incluyendo algunos en colaboración con Hal Davis, uno de los productores de Motown, y el grupo The Carrolls.

No obstante, y más allá de la repercusión de sus grabaciones y del hecho de que ella fuera la única artista a la que Motown le permitió permanecer en Los Angeles, utilizando estudios contratados, en lugar de mudarse a Detroit, la relación entre la cantante y el sello se hizo cada vez más conflictiva. El segundo disco se demoraba y Holloway sentía que el sello ponía mucho más énfasis en las carreras de otros artistas que en la suya.

Finalmente, en 1968, hubo un nuevo simple, esta vez con una canción compuesta por ella y su hermana, con cuya orquestación no estuvo de acuerdo, y un nuevo larga duración, al que titularon The Artistry of Brenda Holloway, donde se incluía esa canción, las grabaciones que debían haberse publicado como Hurtin' & Cryin y algún material antiguo, más una nueva reedición de “Every Little Bit…”, a cuya popularidad el sello se negaba a renunciar (la edición que está en las redes incluye ocho pistas adicionales).

Y ese fue el primer final. O lo fue hasta cierto punto. Porque la canción nueva, “You’ve Made Me So Very Happy”, lo último que ella grabó para Motown, arrancó en el puesto 39 de Billboard Hot 100 y, cuando la grabó el grupo Blood, Sweat & Tears, llegó a estar segunda en esa lista, en abril de 1969. Pero para ese entonces Brenda Holloway, con 22 años, ya se había retirado. Su última canción, entre tanto, fue grabada, en ese mismo año, por Cher y por Liza Minelli, además de otros artistas de Motown, como el dúo de Edwin Starr y Blinky. En 1970, se agregaron otros dos grupos del sello,The Temptations y The Miracles, junto con las grabaciones de Lou Rawls, Nancy Wilson, Sammy Davis Jr. y Matt Monro. Mina, por su parte, la registró en vivo en 1972.

Brenda Holloway, que siempre había sentido una cierta contradicción entre su pasado en el coro parroquial y su presente como reina del soul, volvióa Los Angeles, se casó con un predicador, a quien, como es obvio, la vida artística le parecía pecaminosa, y tuvo cuatro hijos. Pero ese tampoco fue el fin de la historia. A mediados de los 80s se divorció y volvió a cantar. Tenía apenas 40 años y la voz intacta.

Lo que había cambiado era el soul. Pero no en todas partes. En el norte de Inglaterra, un movimiento heredero de los mods y llamado literalmente Northern Soul, conformado por disc jockeys, clubs, coleccionistas y artistas retro, la consideraba una heroína. Sus canciones y su estilo, exacto en la afinación, delineado en sus frases como por un cincel, eran allí como himnos. En 1991 grabó un nuevo disco –hoy inhallable– llamado All It Takes. En 1999 llegó It’s a Woman World y ese mismo año grabó en vivo Together, que se editó el año siguiente. Las actuaciones continuaron y recibió premios como el Pioneer Award, entregdo por la Rhythm & Blues Foundation. Pero esta vez sí podría pensarse que lo más importante había quedado en el pasado. Y en el olvido.

DF/MF