Los vínculos con Santiago Caputo y el acercamiento al Partido Republicano: el ex espía que ingresó a Flybondi

A primera vista, fue un anuncio corporativo más: Flybondi, la primera aerolínea low cost del país, comunicaba el ingreso de un nuevo accionista mayoritario. La empresa COC Global Enterprise, un fondo de inversión estadounidense centrado en tecnología y aviación privada, tomaba el control del directorio. Pero detrás del comunicado se escondía una figura cada vez más resonante en los márgenes del poder: Leonardo Scatturice, empresario argentino radicado en Miami, con pasado en los servicios de inteligencia, contactos aceitados en Washington y una creciente cercanía con el entorno más reservado de Javier Milei.
Scatturice no es un recién llegado al radar oficialista. En diciembre de 2024, su nombre fue mencionado públicamente por Soledad Cedro, CEO de CPAC Argentina, durante la apertura del evento que selló el desembarco de la Conferencia Política de Acción Conservadora en Buenos Aires. “En nombre de todo el equipo de CPAC Argentina, encabezado por Leonardo Scatturice, estamos sumamente agradecidos”, dijo desde el escenario del Hilton de Puerto Madero. Para el público general, fue una mención críptica. Para los operadores del nuevo oficialismo, una señal inequívoca.

Un mes después, el 17 de enero de 2025, Scatturice recibió en Miami a tres visitantes clave: Santiago Caputo, su hermano Francisco, y Manuel Vidal, un politólogo con pasado en el PRO ahora convertido al libertarianismo. El encuentro, reconstruido por el periodista Hugo Alconada Mon en el diario La Nación, formó parte de una gira de bajo perfil que incluyó la participación en los eventos por la asunción de Donald Trump. Pero su escala en Florida tuvo otro propósito: consolidar vínculos financieros, operativos y estratégicos con actores del universo republicano. Y en ese esquema, Scatturice jugaba de local.
Su nombre volvió a los medios de marzo, tras otra revelación periodística: Carlos Pagni aseguró que el 25 de febrero pasado, una aeronave de su propiedad —el jet N18RU— aterrizó en Aeroparque procedente de Miami con Laura Belén Arrieta a bordo, una exazafata devenida ejecutiva de sus compañías. Arrieta ingresó al país con varias valijas, cuyo contenido, según distintas fuentes, nunca fue revisado. El avión permaneció una semana en un hangar del aeropuerto metropolitano antes de despegar rumbo a París, con escala en las Islas Canarias. El vocero presidencial Manuel Adorni se apresuró a aclarar que “se cumplieron los protocolos” y que “no se detectó nada irregular”.

Pero el episodio dejó más preguntas que certezas. ¿Quién paga esos vuelos, cuyo costo no baja de los 100 mil dólares? ¿Qué rol cumple una ejecutiva ligada a Scatturice en los movimientos de alta densidad del oficialismo? ¿Y qué relación hay entre esa estructura y el financiamiento de La Libertad Avanza?
Para quienes siguen el derrotero libertario desde adentro, el caso del avión fue apenas la punta del iceberg. Scatturice, aseguran, opera como una suerte de “facilitador total”: pone recursos, abre puertas y ofrece soluciones. Su vínculo con Santiago Caputo, según diversas fuentes, incluye consultas regulares y cierta sintonía sobre el rediseño del sistema de inteligencia. También mantiene diálogo frecuente con Francisco Caputo, de perfil mucho más bajo, pero clave en el manejo financiero del dispositivo libertario desde la Fundación Faro.
El 14 de abril pasado, durante la visita del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, esa red volvió a quedar en evidencia. Una comitiva de la CPAC ingresó a Casa Rosada para reunirse con Javier Milei y Santiago Caputo. Estaban Soledad Cedro, Matt Schlapp —presidente del ala estadounidense de la CPAC—, el inversor Robert Citrone y su analista Matt del Orfano. La escena transcurrió casi en simultáneo con la llegada de Bessent, recibido con protocolo de jefe de Estado y máxima reserva. Para la Casa Rosada, esa doble postal sintetizaba el nuevo estilo de diplomacia: sin cancilleres ni comunicados, pero con poder real.

Semanas antes, Caputo también había recibido en Balcarce 50 a Barry Bennett, el asesor que conectó a Milei con Trump en febrero, durante la CPAC en Washington. En ese entorno, en ese circuito de relaciones discretas, es donde se inscribe la figura de Scatturice, que ganó peso como facilitador de vínculos con la derecha estadounidense y como engranaje logístico entre Buenos Aires y Miami.
La compra de Flybondi parece, en ese contexto, mucho más que una operación de negocios. Según el comunicado oficial, la llegada de COC Global busca capitalizar la compañía y “asegurar la continuidad laboral”. Pero puertas adentro del Gobierno, algunos funcionarios ven en el movimiento una jugada estratégica que conecta dólares, rutas aéreas y un sistema de respaldo logístico que ya empieza a tomar forma.
PL/MG
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